Comienza el mes de julio y con él las vacaciones para muchos españoles. Durante la época estival no sólo es mayor la superficie cutánea que estará a la vista sino que, además, nos exponemos intencionadamente al sol en playas y piscinas y con ello también a la radiación ultravioleta de la que debemos protegernos. Normas básicas que cumplir son no tomar el sol en las horas de mayor incidencia (de 12:00 a 17:00 horas) y emplear, como mínimo, un índice de protección solar 30.
El Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) de Ceuta, consciente de la importancia preventiva ante la exposición de la piel al sol, quiere lanzar una serie de consejos y desterrar falsos mitos al respecto. El Dr. Francisco Vilchez, facultativo especialista en Dermatología, adelanta que, además de la fotoprotectores físicos, como gorras, sombreros y gafas, es necesario recurrir a protectores químicos: cremas solares de factor 30, como mínimo, y de +50 en cara y cuello. La protección solar debe aplicarse unos 30 minutos antes de la exposición; el tiempo necesario para que las células de la piel absorban los componentes la crema protectora y los procesen. En cara y cuello debe emplearse un factor solar “a partir de 50, ya que la piel es más fina y, por tanto, más sensible a las radiaciones”. Especial cuidado debe tenerse también con los niños menores de 6 meses, quienes “en ningún caso deben ser expuestos al sol”, ni siquiera con el uso de protector químico.
La protección debe aplicarse una media hora antes de exponerse y, a partir de entonces, cada tres horas. El índice de protección indica el tiempo durante el cual estás protegido, al multiplicar ese número por el tiempo que tardas en quemarte. “Por ejemplo, si tardas en tener enrojecimiento (quemarte) dos minutos y usas una crema solar de factor 50, estarás protegido de las radiaciones solares durante 100 minutos (2?50=100)”, explica el dermatólogo.
El sol actúa sobre el estado de ánimo, incluso una exposición moderada (de unos 15 minutos al día) puede estar indicada en algunas enfermedades como psoriasis o eczemas. Pero los extremos no son buenos y, en este sentido, surgen graves problemas derivados de una sobreexposición. El mayor enemigo es el cáncer de piel, que aparece a partir de dos patrones diferenciados. Uno, en función de la exposición solar aguda, que suele estar más relacionado con la aparición de melanomas; y otro, a partir de la exposición solar crónica, el denominado cáncer cutáneo no melanoma (como el cáncer basocelular y espinocelular) que es debido a un daño acumulativo de la radiación solar sobre las células de la piel.
El melanoma es un cáncer que se origina en cierto tipo de células en la piel. Es trascendental la implicación de cada uno en la prevención ya que puede identificarse. Con frecuencia el primer signo de un melanoma es un cambio de tamaño, forma, color o textura de un lunar (negro, asimétrico y con aspecto desagradable). El melanoma también puede aparecer como un lunar nuevo. El dermatólogo del Hospital Universitario de Ceuta anima a memorizar el ABCDE para ayudar a su detección: “A (Asimetría), B (Bordes desiguales o borrosos), C (Color dispar y tonalidades negras y marrones), D (Diámetro de más de 6mm) y E (Evolución cambiante en poco tiempo)”. Ante esta situación, es imprescindible que acuda al dermatólogo.
El Dr. Vilchez destaca la importancia de la detección precoz y una concienciación cada vez más extendida entra la sociedad. Según los datos publicados este año por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la incidencia del melanoma cutáneo en España es de 3.602 casos, un 5,2 de cada 100.000 habitantes. La cifra del Ingesa de Ceuta mejora ligeramente la de la media, ya que en el año 2012 se computan 2 casos de melanoma en la ciudad.
Para luchar contra las cifras, debemos implicarnos sobre la protección de nuestra piel siguiendo las indicaciones anteriores y extremando precauciones respecto a falsos mitos que se asocian con la exposición al sol. Entre ellos, uno de los más extendidos es pensar que al tener la piel bronceada las radiaciones no afectan de igual modo. El Dr. Vilchez corrige este grave error, aclarando que “el moreno de una persona se incrementa paralelamente a la cantidad de melanina pero eso no quita que la reacción de rayos UVA siga produciendo manchas, arrugas, fotoenvejecimiento e incluso cáncer”.
Por otro lado, lejos de lo que se pueda pensar, la sombrilla no nos protege de las radiaciones solares, ya que éstas se reflejan en la arena y el agua y rebotan su efecto sobre nuestra superficie cutánea.
Los días nublados también esconden leyendas que debemos obviar ya que, a pesar de sentir menos calor, el sol filtra de igual manera a través de las nubes.