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Cómo falsear las listas de espera en la sanidad

Cuando el paciente pide cita con el especialista, el sistema público que presuntamente maquilla las cifras dice que la agenda está cerrada y pide los datos para llamarle semanas más tarde, un tiempo a sumar a la demora oficial.

Cómo maquillar las listas de espera en la sanidad y que no te pillen en el intento. Ese podría ser el sueño inconfesable de cualquier sistema sanitario público cuya gestión se vea presionada por el poder fiscalizador de la estadística. La fórmula es antigua, que se aplique en el territorial nacional, es una cuestión discutible. No obstante, puede que la reconstrucción resulte familiar al lector aunque en ningún caso eso signifique que sea la forma de proceder en el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria en la ciudad autónoma (Ingesa).
Se toma como modelo un paciente que acude con un malestar en el pecho a la consulta de su médico de cabecera en el centro de salud. El doctor detecta una anomalía en este usuario tipo y le remite al Servicio de Cardiología –especialidad elegida al azar–. A nivel estatal, el tiempo medio de espera se sitúa en 72 días para una primera cita con cualquier facultativo especialista de modo que, si el ciudadano con el problema cardíaco tiene que aguardar por encima de ese periodo, la administración amonestada por la excesiva demora activaría un mecanismo sencillo para adulterar los datos.
“La agenda está cerrada” o “todavía no la han abierto y no tengo autorización” serían las respuestas que con mayor asiduidad recibirían las ‘víctimas’ de esta trampa. Una apertura que estaría supeditada a la orden de algún directivo y, por tanto, el personal de turno solicita al usuario sus datos para que, cuando se haya dado luz verde, este pueda telefonear al paciente y proporcionarle la fecha y hora en la que será atendido por el médico.
El usuario se marcha a casa con el recuerdo de la sincera amabilidad del trabajador que le atendió en Cita Previa. Sin embargo, la llamada se aplaza en el tiempo y el teléfono tarda en sonar dos o tres semanas más tarde con la buena nueva: “Ya tiene usted la consulta con el cardiólogo”. Con lo cual, a los 72 días que se han tomado de media para este supuesto, habría que sumar esas dos o tres semanas que el sistema sanitario tuvo paralizada la petición para así saber, verdaderamente, cuánto han de esperar los usuarios de la sanidad pública para ser atendidos por los especialistas. Como esos 14 ó 21 días no se cuentan en el cómputo final, las listas de espera son más cortas que el tiempo real de espera porque ese intervalo queda fuera de la suma. Si se contabilizase, habría de figurar que el usuario aguanta 86 o 93 días hasta recibir asistencia sanitaria. Por desgracia, esta trampa solo serviría para ocultar una acuciante falta de personal.
El concepto “abrir agenda” resulta incomprensible para aquellas personas ajenas al ámbito sanitario. Consiste en una agenda virtual, disponible en el ordenador mediante un programa informático, que permite citar a los pacientes habilitando los meses de consulta. Sin embargo, la inauguración del ejercicio no conlleva la apertura de todos los meses del año, sino que los sistemas sanitarios suelen hacerlo mensual o bimensualmente a fin de mantener un control. Una vez que el periodo habilitado está completo, el trabajador tiene que esperar la autorización del superior para seguir la misma operación con los meses siguientes ya que, hasta entonces, ese periodo permanece bloqueado.
En el caso de Ceuta, el tiempo medio de espera para una primera cita es de 38 días –mientras que la nacional es de 72–, aunque sube hasta casi dos meses en Neurología y sobrepasa las seis semanas en Digestivo, Oftalmología y Traumatología, de acuerdo con el ‘Informe sobre la situación de las Listas de Espera en el Sistema Nacional de Salud’ elaborado por el Ministerio de Sanidad. La ciudad autónoma tiene la demora más baja de España después de Melilla –con 21 días–.
Ingesa en Ceuta es el servicio de salud que, junto a la ciudad hermana, menos retraso acumula. Sin embargo, en comparación con otras autonomías, esta administración sanitaria atiende una población más reducida y realiza menos pruebas que otras comunidades de las que muchas veces el paciente ceutí es dependiente, como es el caso de Andalucía. Sin contar, aquellos tratamientos que son externalizados al carecer Ingesa de los mismos en su cartera de servicios.
Contar con las listas de espera más reducidas suele ser un hecho por el que los sistemas sanitarios se vanaglorian ya que sirve para contrarrestar con datos empíricos cualquier crítica.

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