Ceuta tiene que lamentar, nuevamente, la muerte por
coronavirus de un vecino de la ciudad. La tragedia no cesa, las malas noticias respecto a la pandemia no acaban y el virus sigue haciendo mucho daño. En esta ocasión se trata de una mujer de 63 años que se encontraba ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos. Las personas fallecidas por esta enfermedad en nuestra ciudad suman ya 65 pérdidas. Precisamente este sábado fue comunicado
otro fallecimiento, el de una mujer de 96 años, y tan solo un día después hemos conocido esta triste noticia. Con ello, este fallecimiento supone la quinta muerte en lo que va de 2021, una cifra que sigue siendo espeluznante y verdaderamente dolorosa para una sociedad que sigue luchando contra el virus y no puede en ningún momento a acostumbrarse a perder vecinos como si de una estadística se tratara. Las fechas navideñas, con encuentros familiares y amistades, incrementando la interacción social, tenía estas consecuencias. Los casos han ido al alza desde ya antes que acabara el año 2020 y se ha acabado confirmando en la primera quincena de enero. Aún con el proceso de vacunación ya en marcha, el coronavirus sigue presente y con ello todas las normas que lo que intentan son proteger la vida de las personas. Se va a cumplir casi un año desde que se diera el primer caso de coronavirus en Ceuta, a mediados de marzo, y aunque la situación es mejor, no significa que sea la idónea. Las muertes por la pandemia se elevan a 65 en nuestra ciudad. La tercera oleada comienza a ser ya durísima, tal y como se preveía, aunque los mensajes de responsabilidad ciudadana se contrarrestan con los de las diferentes autoridades, que optan por seguir como hasta ahora, con las medidas actuales, especialmente en lo que se refiere al confinamiento domiciliario, descartado en más de una ocasión por el ministro de
Sanidad. Así, Ceuta vuelve a sufrir el peor zarpazo del coronavirus, el de la muerte, el de una familia que pierde a un ser querido y en muchos casos sin poder ser velado, ya que existen circunstancias de aislamiento y cuarentena que obligan a no poder ni despedirse. Es lo terrible de una enfermedad que ni entiende de religión ni de barriadas ni de edades ni de sexo, que es cruel con todos.