El coronavirus se ha llevado otra vida en Ceuta. En esta ocasión, se trataba de un vecino muy conocido en la ciudad, el médico Enrique Ostalé. Su muerte a los 67 años en el Hospital, tras haber padecido la enfermedad, ha causado conmoción entre los miembros de la comunidad médica ceutí.
La medicina estaba en sus raíces: su tío, su abuelo y su padre también ejercieron la profesión a la que él se dedicó durante toda su vida. Ostalé no solo procuró velar por las salud de otros en los 40 años que ejerció como médico en Ceuta. También con la pandemia decidió formar parte de la iniciativa de especialistas ya jubilados que se sumaron a las filas del Servicio de Vigilancia Epidemiológica para atender a pacientes con posibilidades de contraer, precisamente, el virus al que el propio médico finalmente sucumbió.
El portavoz del Colegio de Médicos de Ceuta, Enrique Roviralta, le recordaba en declaraciones para El Faro de Ceuta como un "médico hasta el final", que nunca dejó de salvaguardar la salud de otros.
El Colegio de Médicos de Ceuta ha mostrado sus condolencias por la pérdida de un profesional "tan valioso" como Enrique Ostalé. Pero, ante todo, de "una maravillosa persona cuya vocación fue siempre su sello personal, animando a otros a seguir su ejemplo a través de sus acciones". El órgano local agradece su entrega y quiere acompañar a sus familiares y allegados en un momento tan difícil.
Enrique estudió Medicina en Sevilla y Granada y ejerció su profesión durante 40 años en nuestra ciudad. Comenzó en la antigua Casa de Socorro, luego trabajó como médico ayudante del servicio de Cirugía del Hospital de la Cruz Roja, pasó a ser médico de familia y, en los últimos años, además de especialista médico, coordinaba todos los equipos de los centros de salud de Ceuta.
Han sido muchas las facetas que se recordarán de él como sanitario, pero Roviralta también recuerda a la persona que había detrás. Una vitalidad apabullante que "transmitía su alegría" a quienes le rodeaban. La medicina no era lo único con lo que le gustaba ocupar sus días: "Le encantaba hacer viajes en caravana", rememoraba. Una faceta que, sin embargo, se vio frenada por la pandemia. Algo que le obligó a confinarse y olvidar sus travesías sobre ruedas, aunque no dejó la que era otra de sus grandes aficiones: la cocina.
Sin embargo es cierto, y así lo rememora el representante de los médicos colegiados, que el coronavirus "limitó su proyecto de vida y no le dejó volver a realizar aquellos viajes que tanto le gustaban". Lo que nunca perdió fue su afán por cuidar de los demás, tal y como demostraba con sus más allegados pero también con sus pacientes.
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