Categorías: Opinión

Extremeños en la defensa de Ceuta

Desde que Ceuta pasó a ser de plena soberanía española, bien podría decirse que a lo largo de su devenir histórico a partir de 1668 hasta la fecha presente, han participado en su defensa y guarnición gentes de la práctica totalidad de las regiones y provincias de España. Y es que, si bien Ceuta siempre fue fiel a la causa española desde que en 1640 sus residentes entonces portugueses llegaron hasta el extremo de decidir en un plebiscito hacerse españoles, con todas las consecuencias que tal medida llevaba aparejada, lo cierto es luego que también toda España siempre ha sabido corresponderle con la misma lealtad y con toda su contribución, no sólo ya económica, política y social, sino igualmente a costa de la pérdida de la propia vida de miles y miles de españoles peninsulares, de verter mucha sangre y de hacer muchos sacrificios en defensa de la españolidad de esta queridísima ciudad, que quizá por todo ello se honre en ser “la más española de todas las ciudades”, como recientemente me decía en un correo una persona que lleva gran parte de su vida en ella porque, como nos ha ocurrido a los demás, Ceuta tiene algo que atrae, que encanta, que cautiva y que en muchos casos deja atrapado ya para siempre a quien tiene la suerte de acercarse por primera vez a ella.
Pero, como extremeño que soy, me corresponde poner hoy aquí de relieve la importantísima aportación que la gente de Extremadura ha hecho en todas las épocas a la defensa de la españolidad de Ceuta. La primera noticia que he encontrado de la contribución de Extremadura a la causa de Ceuta la facilita el historiador D, Alejandro Correa de Franca en su libro Historia de la muy noble y fidelísima ciudad de Ceuta, y refiere que el 11-11-1695, hace ahora nada menos que 315 años, llegaron a Ceuta tres Tercios provinciales de Extremadura, al mando de los Maestres de Campo Francisco Spínola, Diego Mejía y Francisco Zabala, con soldados bien desembarazados en las armas y oficiales experimentados en valor y conducta en materia de empresas militares. Toda esta tropa, junta con otras Unidades de Sevilla y Segovia, se encerraba en el corto recinto de la plaza donde era muy castigada no sólo por los rigores del invierno sino también porque estaba expuesta a los cañones de las tropas del vecino país que mantenían el empeño de conquistarla a toda costa, aunque nunca lo lograron. El día 29 siguiente, Ceuta sufrió un duro ataque por sorpresa, hasta el punto de que se temió de perder la plaza ante el intenso fuego enemigo que estaba ya en sus puertas; pero fue el Maestre Spínola,  extremeño, y Pedro Mascareñas, con otros oficiales y soldados pudieron repeler el ataque por sorpresa a la voz del capitán del Tercio de Armada, Giraldo, que exclamó ¡Amigos y compañeros, o morir o vencer. Viva España...!. En la batalla murió acuchillado en el ángulo de Pablo Juan Andrade, sargento mayor de uno de los Tercios extremeños, con otros numerosos cadáveres.
El 27-05-1720 se llevo a cabo otro acto de guerra en el que participaron: una compañía de granaderos al mando del capitán Francisco Cagigal, del Batallón de Badajoz, junto con otras compañías del Regimiento de la plaza, y del segundo Batallón de Badajoz intervinieron los capitanes Francisco Saavedra, Francisco Machón, José Castilla y Domingo Viseas, cada uno mandando 40 soldados escogidos, habiendo fallecido en el combate siete efectivos del segundo Batallón de Badajoz, entre ellos, el sargento Juan Domínguez. Y el 5-11-1720 intervino de nuevo para defender la ciudad de otro ataque  de los de Berbería el primer Batallón de Badajoz. En una expedición que salió de la ciudad para desalojar a las fuerzas contrarias que estaban ocupando unos terrenos en sus alrededores desde donde hostigaban a cañonazos a los ceutíes, también intervinieron el primer Batallón de Badajoz, más otras dos compañías extremeñas. El 16-11-1720 se llevó a cabo otra acción de defensa una compañía de Badajoz, al mando del capitán Francisco Cagigal. El 4-02-1724 se llevó a cabo una explosión para volar a las fuerzas enemigas atacantes, cuya acción de guerra fue mandada por el coronel del Regimiento de Saboya Badajoz Juan Antonio Ornedal. El 16-03-1724 hubo otra salida al campo exterior para desalojar a los moros que hostigaban Ceuta, en la que también participó una compañía del Regimiento de Saboya de Badajoz. El 7-04-1724, también los del segundo Batalón del Regimiento de Saboya de  Badajoz participaron en el desalojo de combatientes enemigos apostados en las cercanías de Ceuta. Y el 1-02-1749 se quedó de guarnición en Ceuta una compañía al mando de Luis Porter.
He encontrado también en el libro titulado Diario de un testigo de la Guerra de África, escrito por Pedro Antonio Alarcón, soldado voluntario en Ceuta, aunque era natural de Guadix (Granada), con nombramiento del jefe de las fuerzas de fecha 22-04-1860 para poder ejercer como cronista de guerra, una crónica escrita por el mismo que, entre otras muchas cosas, dice: “ 2º de diciembre.La mañana de hoy se presentó fría y nebulosa; los soldados, aburridos después de tres días sin moros, encontrábanse algo macilentos: dispúsose, pues, que la música de cada cuerpo sacase a relucir los aires nacionales más conocidos de su gente; y así, en los batallones compuestos de andaluces se tocó el fandango, en los regimientos donde abundaban los aragoneses resonaron bulliciosas jotas, en los que tenían muchos gallegos se escuchó la muñeira, y así en los demás, hasta producir una discordante sinfonía que ensordeció los ámbitos del valle... Los soldados cayeron en el lazo: cada uno empezó a entonar su canto favorito; enviose al diablo el mal humor, y el Campamento adquirió de nuevo su animación acostumbrada.Para que la alegría fuese completa, súpose a cosa de las diez que el enemigo daba señales de vida. Algunos cañonazos empezaron a resonar hacia los Reductos Francisco de Asís e Isabel II, y poco después se empezó un vivo fuego de fusilería.
Los moros, en número de siete u ocho mil, habían amagado nuestra derecha y nuestra izquierda, para formalizar el ataque por el centro... Pero el general Gasset y el brigadier Lasaussaye los rechazaron por la derecha con fuerzas del Primer Cuerpo, especialmente con los Cazadores de Barbastro, que dieron una brillante carga a la bayoneta, apoyados por los batallones de las Navas, de Chiclana y de Borbón... Al mismo tiempo, nuestro cuerpo de ejército los castigaba y hacía huir por la izquierda, distinguiéndose en esta operación el general D. Jenaro Quesada y el brigadier Otero, con los batallones 2.º del Infante y 1.º de San Fernando... Y en cuanto al ataque del centro, fue rechazado por la artillería; por los cazadores de Mérida, que estuvieron heroicos...”.
Y en el libro denominado Materiales para la construcción de la historia de Mérida, del que es autor José Álkvarez Sáez de Buruaga, en su pa´gina 92, se dice: “El 17-07-1691, se dirigió una carta a Madrid informando de la falta de medios. El formidable ejército concentrado en Mequinés, fue a Holanda a comprar armas. En 1695, Mérida y su comarca enviaron más de 5000 hombres para el ejécito a luchar en Milán, Cataluña y Ceuta, que fue atacada por los marroquíes. Esto, originó falta de hombres en los campos, por lo que se pidió al capitán general de Extremadura que solicitara del rey el relevo de algunos de Ceuta, donde había muchos enfermos y otros muchos que habían muerto en batalla contra los sarracenos. Se alistó a los hombres útiles de entre 18 y 60 años y se dio una relación de las armas existentes. Se premiaba a quienes fueran y completaran ocho años combatiendo con el hábito de la Orden de Santiago. En 1692, cuando la pérdida de Larache, se liberó a un capitán cautivo de los moros. Eran tres hermanos apellidados Vargas que eran de Mérida (este apellido es muy frecuente en la capital  emeritense), dándoles 500 reales, sirviendo uno de capitán en 1698, que ocho años después todavía estaba en Ceuta”.
Y, en tiempos de la vieja “mili” obligatoria, desde 1958 que por primera vez llegué a Ceuta, he visto a miles de extremeños, muchos de ellos paisanos míos de Mérida, a los que les tocó por su quinta venir a esta ciudad a cumplir con el viejo servicio militar obligatorio. Por cierto, que me consta que bastantes años después, ya casados y con su nueva familia formada, muchos de ellos han vuelto a venir en viaje turístico a esta ciudad, habiéndose quedado prendados de los enormes cambios experimentados por la ciudad desde aquella época de los años de 1960. Y ello es una prueba más de lo atractiva, atrayente y sugestiva que a los ojos de cualquiera resulta Ceuta, con vistas exteriores preciosas, bañada por dos mares, ciudad de las cuatro culturas que conviven en armonía, su precioso puerto, su majestuoso Monte Hacho y las demás alturas que por el oeste la rodean, sus playas, su conjunto monumental histórico y unas puestas de sol que, todo contemplado, forma un precioso conjunto que para sí quisieran tenerlo otras muchas ciudades.

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