Opinión

Las exportaciones porcinas de Nuria Gispert

C omienzo este artículo haciéndome eco de lo injusta que ha sido la sociedad con los pobres “cerdos”, en comparación con el bien que ellos nos aportan con sus suculentos manjares y exquisitos sabores a nuestra cadena alimentaria de subsistencia. Desde el hocico del cerdo hasta el rabo, todo es aprovechable y comestible Se empezó degradándolos con tan repelente nombre; pero todavía se les hizo de peor condición llamándoles también “guarros”, “marranos”, “cochinos”, “puercos”, “verracos”, “cebones”, “gorrinos”, “lechones”, etc. Más a este inocente animal se le cuelgan todos los sambenitos y se le elige como cabeza de turco culpable de los peores males. Es muy injusto.

Por eso, salgo en su defensa, pues pocos animales son tan nobles, mansos y dóciles como ellos. Sólo gruñen cuando tienen hambre o los sacrifican; son pacíficos, reposados, simpáticos, bonachones y hasta tienen andares señoriales y garbosos. A nadie atacan ni ofenden gruñendo, razón por la que quienes nos llamamos “humanos”, pese a que a veces nos comportemos con mayor irracionalidad que ellos, pues nunca deberíamos utilizarlos como ofensa arrojadiza contra nuestros oponentes.

Sus ricos jamones, sobre todo, de los engordados con bellotas de montanera en las dehesas de Extremadura, llamados “pata negra” con denominación de origen, son los mejores del mundo. Hasta en Japón, China, los EEUU y otros países lejanos nos los compran para “zampárselos”. Estudios científicos aseguran que la capa de grasa de su tocino se va filtrando lentamente de arriba abajo hasta impregnar el jamón de un aroma exquisito y saludable que produce mucho colesterol, pero del bueno, siempre que se ingiera con moderación en dieta equilibrada. Los jamones extremeños de bellota contienen: vitaminas B-6, B-12 y E; minerales: hierro, zinc, fósforo, potasio, magnesio y selenio. Este último dicen que detiene el envejecimiento. Su componente proteínico es muy necesario para el correcto funcionamiento muscular. Expertos en la materia coinciden en señalar que el ácido monoinsaturado que contiene dicha grasa suaviza mucho el semblante y las facciones de los rostros malhumorados, estriados y rugosos de sus comensales, incluso si son cascarrabias.

Cuenta la leyenda en Extremadura, que hacia los años 139/130 antes de Cristo, Viriato, legendario caudillo de Lusitania, capital Emérita Augusta (actual Mérida), descubrió un potente producto nutritivo que utilizó como principal alimento de los indómitos guerreros extremeños: las bellotas asadas. De niño, me las cogía mi abuelo Julián Caballero de la dehesa Los Arenales, lindando con Mirandilla, mi pueblo, y me las asaba mi abuela Isabel Higuero. (¡Qué buenos eran conmigo!). Y estaban riquísimas. A los de Viriato dieron fuerzas para vencer, en principio, al ejército imperial romano del pretor Galba y sus prestigiosos generales Vetilio, Serviliano, Cepión, Plaucio, Unimano, Nigidio y Unimano, a los que arrojaron por el sur hasta Algeciras y por el norte hasta Madrid. A punto estuvieron de expulsarlos de toda Hispania, pero varios rebeldes de Urxo: Audax, Dicalton y Minuro, le traicionaron y mataron; aunque cuando luego fueron a cobrar el precio de su traición, los romanos le contestaron: “Roma no paga a traidores”.

Pues, para mayor inri de los sufridos cerdos, va hace unas semanas la ex presidenta del Parlament catalán, Nuria Gispert, y publica en su cuenta de twitter un montaje con el logotipo de la Asociación Catalana de Productores de Porcino (“Porcat”), titulado: "Cataluña aumenta sus exportaciones"; añadiendo ella sarcásticamente: "Girauta a Toledo. Arrimadas a Madrid. Millo a Andalucía. Dolors Montserrat a la UE". Los comparaban con “cerdos” por ella exportados. ¿Le faltaría algo todavía peor a los pobres cerditos?. “Porcart”, aclaró por twitter que era ajena a semejante “gamberrada”, y que se había utilizado su nombre para burlarse de esos políticos.

Creo que esta señora estuvo muy errada al llamar “cerdos” y querer exportar a sus oponentes, porque en su ciego empeño por hacer mofa y escarnio de los que con tanto desprecio quiso exportar, pues ella misma parece devolverse la oración por pasiva, ya que, aun cuando crea que posee poderes mágicos para transfigurar a sus rivales en “cerdos” exportables, tanto los “exportados” como la “exportadora” son también catalanes. ¿Más qué necesidad tenía de insultarles y ofenderles tan groseramente sólo por el hecho democrático de ser sus contrincantes políticos?. Supuestamente, para recochinearse de ellos, zahiriéndoles y humillándoles, al endosarles por comparación el despectivo nombre de “cerdos”.

Según los medios y redes sociales, la dama Gisbert manifestó en TV3: «Sin estas personas (las que llama “cerdos”), aquí las cosas nos irían mejor». A Arrimadas, parece tenerle mayor inquina y animadversión. Le dijo: “Márchate a Cádiz. Te quedan cuatro días, tu éxito ha sido efímero. ¿Cómo criticas que no te saluden cuando tú no has parado de escupir bilis contra dos millones de catalanes?. Haz rápido las maletas, no se te escape el tren. Te olvidaremos muy rápidamente». Y me pregunto: Si a los mismos catalanes quiso exportar como “cerdos”, ¿qué haría con los honrados trabajadores nacidos fuera de Cataluña (emigrantes extremeños, andaluces y otros), que tanto contribuyeron al “milagro económico” catalán trabajando a bajo sueldo desde su juventud hasta su jubilación, al igual que con los catalanes que quieren seguir siendo españoles?. ¿Pero cómo una persona puede ser tan fanática y almacenar en su corazón tanta xenofobia?.

Además, la interfecta está completamente ayuna en Derecho aduanero, porque ni la “exportación” ni la “importación” existen entre regiones de un mismo Estado, sino “comercio interior”, exento. Cuando sí podría ella exportar “cerdos” a España sería si Cataluña llegara algún día a independizarse.

Pero, entonces, tendría que ponerse a la cola para solicitar una licencia de importación y pagar derechos arancelarios a la entrada del “porcino” catalán en territorio español y también en toda la Unión Europea. Tome nota de los dolores de cabeza que el “Brexit” está dando a los británicos sin haberse marchado todavía de la UE. Pierden 500 millones de consumidores y, cuando acaben de irse, pagarán aranceles por la exportación de sus productos a los demás países. Eso, sólo por querer recuperar la parte de independencia cedida. Jugar a la “independencia” trae malas consecuencias.

Como ahora estamos ante triples elecciones y el tema es sensible, dejo constancia de que ni estoy haciendo aquí propaganda electoral, ni defiendo ni repruebo a ningún partido ni país, porque nunca he sido político. Lo digo como simple ciudadano independiente del pueblo llano. Cada uno es libre y tiene perfecto derecho a pensar y vivir a su antojo de sus sentimientos. Ni los pensamientos ni los sentimientos delinquen por perversos que sean, siempre que no se materialicen ofendiendo o insultando a los demás. Pero cuando alguien cae tan bajo queriendo exportar a sus rivales políticos como “cerdos”, ahí comienza a verse su talla personal y moral.

Se hable castellano, catalán, vascuence, gallego, bable asturiano o “castúo” extremeño, siempre pueden encontrarse expresiones menos ofensivas aunque sean mordaces, para debatir los problemas civilizadamente, sin tener que verter improperios ni exabruptos tan groseros. Incluso en el calor de la ira puede uno defender sus postulados con firmeza y tesón; pero debiendo hacerse siempre sin herir, sabiendo ser y estar, sin perder los papales; si acaso, usar cierta ironía, pero nunca con ordinariez.

Me consta que los catalanes, en general, son buena gente: laboriosos, emprendedores, cultos y educados. Pero luego estropean el circo los fanáticos exaltados. Comprendo que éstos estén movidos por sentimientos que para ellos sean defendibles, pero que deben enmarcarse dentro de la Constitución , que fue aprobada por los catalanes en referéndum general con el 91,25 % de votos, casi el más alto de España. La misma prevé su propia modificación a través de las mayorías previstas y votando en otro referéndum general (no sólo en Cataluña). Lo que no se puede hacer es que, como represalia por no tener esas mayorías, tengan que echarse al monte insultando y ofendiendo al resto de españoles. ¿No se dan cuenta que así se descalifican ellos mismo y dañan la imagen y buen nombre de la Cataluña trabajadora, seria, responsable, sensata y honesta, a la que por fuerza quieren imponer su pensamiento único, exclusivo y excluyente?

La fémina Gisbert fue reprobada por su Parlament catalán, y recientemente tuvo que renunciar a la meritoria Cruz de San Jordi con la que Torra la había distinguido por el único mérito de que “Dios los cría y ellos se juntan”. Pero ha sido tanta la soberbia y arrogancia de ambos, que hasta buena parte de los separatistas, más los constitucionalistas, han presionado hasta hacerla renunciar a tan preciada condecoración. ¿Y, por qué algunos dirigentes separatistas caen en esa enfermiza obsesión de odiar tanto a España y los españoles?. No me lo invento. Veamos sólo algunos ejemplos documentados.

Su “padrino” Quim Torra, escribió en 2012 lo siguiente: “La lengua y las bestias”. “Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeras, víboras, hienas. Bestias con forma humana, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con verdín, contra todo lo que representa la lengua” (…). Están aquí, entre nosotros, les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay alguna cosa freudiana en estas bestias. O un pequeño estremecimiento en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! (…)”. Pues ese sistema de combatir al contrario recurriendo al victimismo y presentando a sus enemigos como “bestias que viven, mueren y se multiplican”, fue el utilizado por los nazista el siglo XX, como su ideólogo, Alfred Rosernberg, y un vasco llamado Sabino Arana, que dejó escrito que él y sus compatriotas tenían un ADN superior al de los “españoles”.

Otro independentista, Miquel Ángel Estradé Palau, se permitió insultar a Ceuta, Melilla y sus ciudadanos, aseverando que ambas ciudades son “vestigio del pasado colonialismo, donde no se respetan los derechos humanos”. Y otro deslenguado de su misma cuerda, Joan Puig, haciendo gala de su mala educación, espetó: “Los extremeños son unos malnacidos”. Se adhirió a su mediocre aserto un concejal de Alternativa Baix Gai, al que no se le ocurrió otra solemne tontería que la de pedir que cada catalán “apadrinara un niño extremeño por mil euros al mes”, de esos que con mofa y desprecio llamó “pobres y sucios”.

La misma Gisbert recientemente polemizó con el presidente extremeño Fernández Vara, culpando a la Consejera extremeña de Educación de que “les gustaba tan poco trabajar, que quería renunciar a sus competencias”. Otras veces han llamado a los extremeños y andaluces “vagos” y “pobres” que se gastaban el dinero del antiguo PER estando todo el día en los bares. Y el icono separatista, Carod-Rovira, en una carta abierta a ETA en el diario Avui, pedía el 31-05-1995, sólo dos días después de que la banda explotara un coche-bomba en la casa-cuartel de Vich asesinando a 10 personas —5 eran niños— e hiriese a 44 más, diciéndole: «Ahora, sólo me atrevo a pediros que, cuando queráis atentar contra España, os situéis previamente en el mapa».

Joan Oliver, director de TV3, el 15-01-2008, sin sonrojo alguno, dijo: “Los españoles son españoles y son “chorizos” por el hecho de ser españoles». El11-09-2007, el independentista Èric Bertran, en una rueda de prensa para promover la participación de inmigrantes en las consultas sobre la secesión, el 3-12-2009, vomitó: «Tenemos al enemigo dentro de casa. (…) Habría que matarlos a todos». Alfonso López Tena, portavoz de Solaritat Catalana, el 20-09-2011, al ser preguntado en TV3 cuál era el motivo de que su partido quisiese concurrir a las elecciones generales, si ellos no se consideraban españoles, soltó: “El interés por ir a las Cortes españolas es para hacer política independentista, es decir, para reventar España”. Claro, ante semejantes burradas y barbaridades de los susodichos secesionistas, uno necesariamente tiene que preguntarse: ¿En qué centro académico se habrán formado y educado Torra, Gisbert y demás lenguaraces?

Ojalá que sus ofensas e insultos como los anteriores sean los últimos. Reflexionemos juiciosamente, con sensatez y sentido común. Modestamente, pido serenidad, paz, sensatez, unión y bien para España y Cataluña, españoles y catalanes.

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