Las/os ceutíes nos sentimos asfixiados, no solo por las altas temperaturas que azotan a todo el país y a medio planeta, que eso es algo comprensible por cuestiones del cambio climático, sino por otra causa sin motivo aparente.
Vivimos en una bonita ciudad, preciosa, que cuenta con tan solo 18, 5 Km2 de superficie donde parte de la ciudadanía puede permitirse desplazarse a la península y otra parte importante de la misma, ya sea por gusto o por necesidad tiene que ir al país vecino, Marruecos y, ahí es donde comienza la gran odisea que, comparada con la de Homero, ésta no se queda muy atrás; no dura diez años pero sí nueve horas que se pierden de una vida entera, atrapados en una frontera terrestre que separa Marruecos de Ceuta en 300 m.
Es francamente, un hecho insólito y surrealista que pone en entredicho las buenas relaciones que existen entre los dos países limítrofes, porque nadie se explica este caos, esta falta de previsión y esta constante ganas de torturar a las personas que tienen que cruzar de un país a otro de forma regular.
"El complejo de cobaya de laboratorio se está adueñando de todas las personas que cruzamos a diario esta frontera infernal"
No avanzamos, cuando creímos que la instalación de una “frontera inteligente” por parte de los dos países, iba a traducirse en una mejora de la misma y la de sus usuarios, nos damos de bruces con una realidad muy diferente, la de interminables colas de coches que tardan en cruzar esos 300 metros en nueve horas de espera agonía.
Esta sin razón aparente, parece ser que está muy estudiada para fastidiar a la gente de Ceuta y de paso, como daño colateral, a todos aquellos que forman parte de la OPE y tienen que cruzar por nuestra ciudad.
La gente que sufrimos a diario esta “tortura”, pensamos que, somos parte de algún experimento social que sirve para calcular la paciencia, el índice de agotamiento que puede resistir una persona ante semejante actitud de los dos gobiernos, y sí, hablo de los “dos”, porque si hubiera un mínimo de voluntad política por parte de alguno de ellos, este problema, tendría fácil solución, pero por alguna razón que se escapa a nuestra comprensión, no parece que a ninguna de las dos partes, le interesa poner fin a esta situación tercermundista que deja en muy mal lugar a ambas partes.
El complejo de cobaya de laboratorio se está adueñando de todas las personas que cruzamos a diario esta “frontera infernal”.
Sin prestarnos a ningún ensayo, nos vemos totalmente metidos en un laboratorio social, donde nos utilizan a su alegre albedrio para poner a prueba el aguante no solo, de las personas forzadas a ser parte del mismo sino, de las artes de convicción y resolución de acuerdos políticos que se escapan al imaginario de la que suscribe este artículo.
"Mientras tanto, los ciudadanos de a pie, seguimos aguantando como Conejillos de Indias a que este experimento se acabe pronto"
Para más “Inri”, ahora nos meten en una explanada de embolsamiento, como si fuera una fábrica de manufacturación y el complejo se acentúa o duplica al sentirnos como mera mercancía de intercambio, como reza el dicho “ éramos pocos y pario la abuela”, ya que no era suficiente con la agonía anterior que ahora nos amontonan en una explanada a pleno sol , durante horas, a la espera de que el embudo fronterizo vaya dejando pasar, gota a gota, los coches y motos que van llegando en una constante romería sin fin.
Y todas estas invenciones de la mente pensadora y privilegiada que busca soluciones a esta situación, en vez de mejorarla en beneficio de las personas usuarias, parece que cobra un plus por idear maquiavélicas formas de tortura a cuál, mejor.
Lo que para muchos países esta situación sería perfecta para su estudio y una noticia que da para muchas portadas y entradas de noticiarios entre otras, en nuestro país, pasa sin gloria ni pena; simplemente, se ha normalizado si es que este caos y esta inhumanidad se puede considerar normal.
Mientras tanto, los ciudadanos de a pie, seguimos aguantando, como “Conejillos de Indias” a que este experimento se acabe pronto, que pare esta tortura y rezamos para que los dos países alcancen los acuerdos que tengan en agenda y dejen de utilizar a las personas como moneda de cambio.
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