Ya están para culminar los actos relacionados con la abdicación de S.M. Juan Carlos 1 y el acceso al Trono de España de su hijo que será coronado como Felipe VI.
Es algo inédito para los españoles que hoy vivimos y, naturalmente, se ha ido siguiendo con la natural atención que demanda todo aquello que es nuevo. Atención que va más allá de la visión de los programas que nos son ofrecidos por la TV, incluidas las sesiones del Congreso y del Senado que han sido parte del entramado oficial del proceso de Abdicación y posterior Coronación. ¿Por qué la Abdicación? Es cierto que S.M. el Rey ha padecido una serie de intervenciones quirúrgicas a lo largo de muy pocos meses y que todavía necesita ayuda de un bastón para caminar, pero teníamos la confianza de que todo lo iba a superar...
Tal vez nos ha hecho cómplices de su magnífico carácter, tan próximo al sentir de la gente, en el que no se le conoce ningún mal gesto, aunque ello no quiera indicar que en su interior padeciera seriamente muchas dificultades; la del país y las de cada uno de los españoles y muy especialmente de quienes están más necesitados, tanto de un trabajo estable como de paz en sus espíritus. Es un magnífico ejemplo para su hijo. que ahora abordará la etapa más complicada de su vida. Sus deberes son muchos y muy importantes. Tiene que querer a todos los españoles, a todos sin exclusión alguna, y y tiene, también. que sufrir con lo que cada uno sufre. Para él los españoles pasan a formar parte de su familia y a ella se deberá entregar sin descanso. Esa es su corona
Son pasos sumamente importantes que requieren mucha inteligencia y una gran generosidad y por eso los españoles contemplamos esos pasos con la máxima expectación. Estamos acostumbrados a vivir con la confianza puesta en nuestro Rey y queremos que todo siga igual, aunque las diferencias de carácter personal se harán notar de alguna forma, pero queremos que se pueda vivir en paz y con ánimo abierto a la consecución de mejoras de todo tipo para nuestra Nación y los españoles todos. Su misión de velar por la unidad de la Patria es de la máxima importancia y requiere no sólo la máxima atención sino la de hacerla desear, de verdad, por todos los españoles. Es cierto que el Rey no gobierna pero sí debe llevar a sus Gobiernos el máximo amor a la unidad de la Patria.
Esperemos con serenidad la coronación del Rey Felipe VI. Le hemos visto crecer, desde su nacimiento, y hemos visto, también, las diversas etapas de formación a lo largo de su vida. Se puede decir que no ha parado y que ha abordado todo cuanto se consideró necesario para una formación de la máxima calidad. Ahora empieza lo más difícil y complicado; la puesta en acción de su sentido de actuar como Rey, como una persona de la máxima responsabilidad ante su propia Nación y ante todas las del mundo. No debe dar pasos en falso y por ello la prudencia tiene que ser una aliada permanente y debe dar pasos hacia adelante, buscando el honor de España y para ello será necesario actuar con inteligencia y decisión.
Tengo fe en que todo ello será posible, aunque espero con la máxima expectación el desarrollo de su actuación. ¿Quién no siente esa expectación? Es un paso muy importante para España y para todos los españoles; es, en definitiva, una nueva andadura de España por los difíciles caminos de este mundo, lleno de trampas y de sorpresas. ¡Buena suerte Majestad Felipe VI!
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