Me doy cuenta, y no quiero ocultar, mi tendencia machacona de empezar por los principios; quizás una reminiscencia de la cultura griega, de la que sin quererlo somos herederos; aquella obsesión de nuestros antepasados helenos y que tanto les preocupó por conocer la “arjé” (el origen de todo lo que existe) por lo que no dejaron de averiguar, de investigar, y ahora seguimos intentándolo todavía.
Aunque la humanidad camina por los derroteros que le marca el avance de su grado de inteligencia (aunque hay quien de él se aparta y se sale del tiesto), lo normal es la coherencia, es decir, actuar dentro de los límites de la razón. La razón por eso mismo que tiene límites no resuelve completamente todas las dudas y las incertidumbres que a la que la mayoría nos inquietan, pero confiamos en que esas dudas e inquietudes que nos abordan siempre se han ido disipando a través de que la vida transcurre en el tiempo, y éste, el tiempo, permite a nuestras capacidades advertirlas, valorarlas y evolucionar. Y es así, mediante la razón, cómo nos confirmamos que poseemos un conocimiento que avala y respalda nuestras acciones u omisiones, adquirido a través de nuestras propias convicciones, es decir, con juicios y conclusiones que mediante la ayuda de la lógica consideramos verdaderas o falsas.
Vivimos, y no puede ser de otra manera, inmersos en el mundo del lenguaje, de los conceptos, de las definiciones y los significados; pues ese es nuestro modo humano de relación tan amplio y consensuado hasta el límite de nuestro ADN mental. Así que cuando no es la RAZON la que nos hace considerar lo que sucede, de establecer y producir ideas, hilar pensamientos, llegar a conclusiones y sacar consecuencias, la producción mental se puede transformar en quimeras, en veleidades y en ilusiones….
Creo que sólo si actuamos entre contextos y espacios razonables podremos conciliar una vida con parámetros de normalidad natural, es decir, dentro del optimismo o del pesimismo y de todos los estadios intermedios que la vida nos presenta. Pero la premisa, el condicionante es que nos alejemos de argüir deducciones sobrenaturales, interpretaciones divinas y de iluminaciones celestiales renunciando definitivamente a la opacidad y oscurantismo interesado de DOCTRINAS OBSOLETAS pasadas y también actuales; y es porque la vida solamente transcurre conforme a los designios de la naturaleza, que es su origen y ésta lo hace dentro de ese enigma que hemos llamado COSMOS ….cuyo origen siempre ha estado y está en camino de desvelarse.
Está claro que las convicciones que sustenta la razón se evidencian en contraste con la naturaleza en el devenir de las experiencias de los sentidos en conexión íntima con el intelecto.
Si la EXISTENCIA es el soporte del cosmos y de la vida, es EL SER el concepto ontológico más abstracto (todo lo que es) mientras que la VIDA es un concepto concreto y particular, hasta el punto de que cada uno de nosotros tiene una vida propia, absolutamente diversa y distinta a todas las demás.
Es por eso que el concepto de existencia, tan abstracto y universal no nos interese demasiado y sí el de la vida que es concreto, propio y limitado. Entendemos que si la existencia es el soporte de lo abstracto y de lo concreto, es el concepto de la totalidad y por tanto el soporte tiene que ser anterior a lo soportado. Así la existencia debe ser previa a las esencias, a los atributos.
Aquí creo que conviene la deducción, es decir, transitar desde lo general hacia lo particular. Así desde la existencia nos encontramos, primero con la naturaleza, a continuación con la vida, y dentro de ella con el ser humano como elemento más evolucionado de la totalidad viviente, que somos nosotros.
Creo que no es baladí partir, al menos en la genealogía humana desde los presupuestos que definen al hombre tal cual es y cómo se manifiesta: es el Ser (ya ente humano) el que figura en la cúspide de la pirámide evolutiva, incluso capaz de intentar, conseguir y al menos modificar a su propia madre llamada naturaleza. Es el hallazgo del hombre un hecho sin parangón en el contexto de la vida y es el culmen en el proceso de la existencia …. desde la nada hasta lo más completo, lo más acabado y de momento en proceso de superación; y no me atrevo a decir perfección puesto que aunque plausible, su perfección es sólo una pretensión hacia lo modélico, y el hombre no puede diseñarse conforme a un modelo, ni a ningún ideal, puesto que los ideales surgen y cambian y no están predeterminados. Quizás con demasiado orgullo si acaso podríamos decir que el hombre tiende al perfeccionamiento pero sin saber qué es eso porque no hay modelo definitivo y por tanto no sabe dónde se encuentra la perfección, pues el sentido de “perfecto” significa poseer todas las cualidades requeridas o deseables, y cada hombre sólo lo es para ser auténtico y no un imitador que deba tender a la semejanza.
El ser humano evoluciona porque se tiene que adaptar al medio que habita porque si no lo hace, perece; y como el medio cambia natural y constantemente o porque lo aceleramos, el hombre debe seguir la misma pauta que su entorno vital, y para eso aprovecha el potencial de capacidades de que está dotado, sobre todo en su morfología cerebral.
Creo que desde la coherencia debemos desestimar, por absurda, la postura creacionista (teológica) de las religiones monoteístas, pues, el hombre no nace con las esencias que lo identifican, lo singularizan ni lo definen como tal, ya que nace sólo auspiciado a través de una extraordinaria genética y una portentosa y compleja fisiología, que es su potencial; en definitiva esa es la egoísta necesidad de todas las especies animales donde el imperativo es su continuidad y supervivencia (la incesante, continua, programada y controlada reproducción natural).
"Vivimos, y no puede ser de otra manera, inmersos en el mundo del lenguaje, de los conceptos, de las definiciones y los significados; pues ese es nuestro modo humano de relación tan aamplio y consensuado hasta el límite de nuestro ADN mental"
No existe un Dios ni hubo un ancestral Demiurgo platónico, ni creadores ni organizadores de las esencias que definen al humano. El hombre fue y es solo producto de la oportunidad azarosa de la naturaleza; por la tanto al no ser premeditado no tiene finalidad ni exigencias en el sentido de su individualidad ni por tanto de su rendimiento. Nace, sencillamente el hombre “en sí” sin ningún aditamento ni libro de instrucciones. Sólo trae a este mundo un cuerpo (hecho) con sus herencias genéticas y, desde el nacimiento el condicionante de la influencia de sus antecedentes culturales (herencia histórica) y el casi obligado sometimiento al entorno y ambiente natural y familiar que lo rodea, de los que al principio de su andadura no puede eludir ni renunciar.
El humano “madura”, es decir, cuando por las experiencias vividas y acompañado de sus capacidades adquiere las facultades, las esencias que lo definen en grado suficiente ya queda dispuesto para afrontar todas las diferentes modalidades, positivas o negativas que elige: sus hábitos y sus proyectos que debe decidir bajo la premisa de su exclusiva responsabilidad, que no puede ni debe compartir.
El carpintero construye muebles y en los astilleros se construyen barcos: el primero, mesas, sillas, etc. de madera, de plástico metálicas…. En el astillero barcos, pero como hace el carpintero se les dota también de su esencia que los determina y define: veleros, cargueros, de guerra, turistas etc. Todos ellos con una finalidad de uso.
El humano como hombre se construye, usa la naturaleza y se usa así mismo y lo hace mediante LA LIBERTAD INCONDICIONADA que su propia naturaleza le otorga, que debe ser inviolable por intrínseco derecho y que se acompaña del concurso del poder de la voluntad y libre albedrío, esos preciosos atributos …. ese inmenso impulso cósmico recibido que empuja en su devenir al hombre hacia la vida y al completo Universo hacia el movimiento.
El hombre debe reconocer, mediante la autoconciencia, el resultado de su propia obra y ser capaz de guiarla o corregirla sin detenerse en el camino (lo más difícil) y en definitiva, buscarle sentido a su propia vida…..El hombre viene a este mundo sin ninguna misión y ya estando en él adquiere las facultades para inventársela….
Pensar que se puede ser lo que se quiera y serlo, es el mayor de los privilegios….
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