El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III identificó el año pasado en Ceuta siete muertes atribuibles a las temperaturas, concretamente al exceso de calor. En 2022 se anotaron dos con misma posible motivación, una en 2021 y otra en 2020.
Todas se produjeron en los meses de julio y agosto. La ciudad batió el 19 de julio su récord histórico de temperatura máxima con 40,8 grados y el 11 de agosto se superó el tope registrado hasta entonces en ese mes por AEMET con 39,1. La contaminación por ozono troposférico “agrava” el problema del calentamiento global.
El MoMo fue desarrollado en 2004 en el marco del Plan de acciones preventivas contra los efectos de las temperaturas excesivas coordinado por el Ministerio de Sanidad para reducir el impacto sobre la salud de la población como consecuencia del exceso de temperatura.
Su objetivo era “identificar las desviaciones de mortalidad diaria observada con respecto a la esperada según las series históricas de mortalidad”.
Posteriormente se amplió su utilización a otras situaciones durante todo el año para estimar de forma indirecta el impacto de cualquier evento de importancia en el ámbito de la salud pública.
El panel cree que el verano pasado cuatro de los 46 fallecimientos notificados en Ceuta en agosto y tres de los 45 de julio son atribuibles a las altas temperaturas. El ejercicio anterior el exceso local de defunciones achacable al calor se cifró en dos. Durante el lustro anterior el Instituto de Salud Carlos III ha estimado que entre el 0,6% y el 2,4% de los decesos locales podrían haber tenido idéntica causa.
Desde el 1 de enero de 2020 Momo ha identificado a nivel nacional 118.197 exceso de defunciones por todas las causas y 19.420 atribuibles a temperatura
Ecologistas en Acción advierte en 'La contaminación por ozono en el Estado español durante 2023', un informe que acaba de publicar, que los efectos del exceso de temperaturas sobre la mortalidad se ven agravados “por la exposición al ozono durante las olas de calor”.
“Los ceutíes han vuelto a respirar en 2023 un aire perjudicial para la salud según las recomendaciones de la OMS, en relación al ozono troposférico”, alerta el estudio, que reconoce que este año la población caballa “no ha estado expuesta a niveles superiores al vigente objetivo legal para la protección de la salud ni al nuevo objetivo legal propuesto para 2030 por la Comisión Europea”.
“El cuadro general que presenta Ceuta” es, para Ecologistas en Acción, el de un territorio “con problemas de contaminación por ozono troposférico causados por las emisiones procedentes de su central termoeléctrica y su puerto marítimo junto al continuo trasiego de vehículos a través de la frontera y el tráfico motorizado que circula por la ciudad”.
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