Con normalidad y falta de incidencias graves amaneció una jornada primaveral que estuvo gobernada por una favorable meteorología, si acaso, algo culpable del flojo inicio que se vivió en los colegios electorales.
Los casi 60.000 ciudadanos que estaban llamados a las urnas se lo tomaron con calma, con excesiva calma. Quizá por el hartazgo de tener que acudir a otra cita electoral apenas un mes después, quizá porque ese brillante sol que auguraba una calurosa jornada invitaba más a disfrutar de un buen chapuzón o a demorarse en salir de casa. Fuera como fuese, Ceuta regresó a su característica baja participación que se dejó pasar por las urnas a goteo en las primeras horas de la mañana. No obstante, el primer avance de participación vertía un repunte de 1,30 puntos, un 24,84% más, respecto a los comicios de 2015.
Los que cumplieron religiosamente con el refranero español ese de ‘ a quien madruga Dios le ayuda’ fueron los electores más veteranos. Esos que desde que en los años 80 pudieron votar por primera vez en unas elecciones autonómicas han sellado su fidelidad con la fiesta de la democracia. “Yo he votado siempre”, apostillaba María José con sus papeletas recién depositadas en el instituto Camoens. “Para mí no es un derecho, es una obligación porque, sino, cómo vamos a poder protestar”, manifestaba Ana María. En la misma línea se mostraba el matrimonio conformado por María del Carmen y José María. Lo primero que hicieron cuando salieron de su hogar fue dirigirse al colegio Lope de Vega, “y ahora a misa”. Ni recuerdan aquella primera llamada a las urnas, “es que hace tantísimos años...”, pero afirman con rotundidad “que nunca hemos faltado a esta cita”.
Mucho hubo que buscar al sector joven entre ese goteo que prefirió cambiar la cama por las urnas pasado el mediodía. Sin embargo, sí apareció algún que otro madrugador como Rubén García. Lo suyo fue más una obligación que un derecho. El joven de 18 años tenía un doble estreno en este 26 de mayo: como presidente de mesa y como votante por primera vez a unas elecciones autonómicas y europeas. Con cara somnolienta confesaba que decidiría a lo largo del día sobre quién depositaría su confianza. “Nada de nervios”, decía, por suerte la jornada transcurría con tranquilidad “y que siga así”.
Fueron unas elecciones, dos papeletas y dos urnas en este denominado ‘Superdomingo’ electoral en el que había mucho en juego: el futuro de Europa y de Ceuta.
José María acababa de depositar sus papeletas en el colegio Lope de Vega y debía hacer memoria para remontarse a la primera vez que votó. “Vivía en Terrones... y fue en una panadería”. Desde entonces no ha faltado a su cita con las urnas, “porque es bueno para la nación, para la ciudad y para todas las personas”. Este veterano elector confesaba que poco tuvo que pensar su voto, “porque siempre voto al mismo”.
Para Rubén García presentarse a las 8.00 horas en el colegio Lope de Vega no era su plan idílico para el domingo. Su cara somnolienta lo decía todo. Sin embargo fue uno de los 864 electores de Ceuta que tuvieron la obligación de estar en una mesa. El joven, además, afrontaba este ‘Superdomingo’ con un estreno de doblete: “Es la primera vez que voto para unas elecciones autonómicas y que soy presidente de mesa”.
“¡Madre de mi vida...!”, saltaba Ana María a la pregunta de su primera vez ante las urnas. Ya había pasado los 18 años pero no, no ha olvidado tan fácilmente la “gran fiesta” que se vivió entonces. “La primera vez que voté en Ceuta fue cuando salió la UCD, en el año 79”, afirmaba. Mucho ha cambiado desde entonces, ya no lo vive igual. Aunque si algo no ha cambiado ha sido su fidelidad con las urnas. “Desde entonces no he faltado nunca”.
María José salía del instituto Camoens esperanzada de que el elegido ejerza su cargo con dignidad y respeto a la ciudadanía. “Y que haya apoyo entre todas las formaciones”. Tenía claro su voto. Poco tuvo que pensar, confesaba. “¿Prioridades para Ceuta?... muchas”, resoplaba con resignación. “Mi principal petición es que solventen el problema de la frontera. Aunque tienen una larga lista de tareas a solucionar.
Juan José García fue uno de los muchos ceutíes que ayer decidió disfrutar de un clima que invitaba a refrescarse de lleno en la playa o el Parque. Sin embargo, tenía una cita pendiente antes: ejercer uno de sus derechos fundamentales con el que ha cumplido desde que tiene memoria. “No lo concibo como un derecho, sino como una obligación. En nuestra mano está decidir el futuro de esta ciudad”.
“Debemos votar. Hay muchas cosas que en Ceuta necesitan un gran cambio”, manifestaba Elisa Marqués. Ella fue de esas electoras del primer goteo matutino. Salió de casa y se dirigió a su colegio electoral. Con su voto esperaba poder conseguir “una Ceuta mejor”, ya que hasta ahora son varios los temas que le preocupan. “La seguridad. La seguridad en el Puerto es una prioridad y como ello el gran problema de la inmigración”.
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