Europa se desmorona

El informe Juventud en España 2012 refleja los asuntos de actualidad por los que los jóvenes sienten mayor interés: los avances tecnológicos, la igualdad de género y el medio ambiente. Por el contrario, los que suscitan menos interés son: la inmigración, la política y la religión. Vaya usted a hablarles a esos jóvenes sobre los peligros que se ciernen sobre Europa ante la embestida de la inmigración. Vaya usted a calentarles la cabeza diciéndoles que esta inmigración masiva ataca directamente la identidad de los países europeos. Vaya usted a tratar de movilizarlos para que hagan frente a esta invasión masiva que no cesa. Todo será esfuerzo baldío. Estos jóvenes de hoy no responden a estímulos de tinte patriótico, es más, están abducidos por el sistema a cuya cabeza cabría situar a la corrupta casta política y sindical, las ONG, la prensa silente y cobarde que ha dejado de estar al servicio de la verdad para convertirse en brazo armado del sistema, y ciertos elementos de la Iglesia y de sus alrededores. Han sido años de lavado de cerebros en los que se les ha grabado a fuego en el subconsciente que las sociedades de acogida están en deuda con aquellos que asaltan sus fronteras y deben permanecer inermes ante las tropelías de los asaltantes. Que las sociedades de acogida se merecen esta inmigración masiva, se merecen esta lacra, se merecen esta plaga bíblica, es un hecho asumido a estas alturas de la película. Todo ello ha sido cuidadosamente inoculado en los cerebros de los jóvenes desde hace veinte años acá. Se les ha tallado en sus jóvenes cerebros la enorme estafa que supone la inmigración. Estafa que se les ha presentado como una verdad incuestionable, verdad incuestionable al final de cuyo camino se halla, o bien, el peligroso dogmatismo ideológico –el multiculturalismo–, o bien, el religioso –el fundamentalismo–.
Todo ello, a lo largo de los años, ha configurado una sociedad que huye del conflicto como del agua hirviendo y eso concede enorme ventaja a aquellos otros que se convierten en voceros de ciertas causas difíciles de digerir, como la bondad de esta inmigración masiva. A esta juventud se le oculta taimadamente que nada sucede porque sí, nada de lo que sucede es, en modo alguno, inocente, ni sucede por casualidad, sino que se debe a una estrategia bien diseñada. La sociedad civil esta dispuesta a tragar carros y carretas con tal de no parecer racista, xenófoba e intolerante. Es un complejo que la llamada izquierda marxista cultural explota a fondo. A esta izquierda ‘etnomasoquista’ y ‘odiadora’ de lo europeo y de su estirpe se une la miserable y cobarde casta política que lidera este movimiento ‘endófobo’, ambas tratan de inocular “el veneno de la mala conciencia europea y occidental”. Se trataría de demoler Europa piedra a piedra, se trataría de demoler hasta sus cimientos lo que representa Europa en el imaginario de esas masas desesperadas, demoler su historia, su cultura y su religión y, de esa forma, lograr la gran sustitución de la población autóctona suplantándola por masas africanas y asiáticas tercermundistas y por las masas que huyen de países europeos descompuestos social y políticamente, como la antigua Yugoslavia, así bosnios y albanokosovares han caído sobre los países limítrofes, como Suiza, formando las llamadas bandas étnicas centroeuropeas.
Obsérvese hasta qué extremo llega la perversa, maligna y cancerígena ideología multiculturalista en Europa que al presidente del Barcelona, Rosell, cuyo equipo jugó el día 1 con el Celtic de Glasgow, Escocia, dos niñas de raza negra le hicieron entrega de un cuadro con los escudos del Barcelona y del Celtic. Si se echa mano de un cálculo de proporcionalidad y de porcentaje, eso querría decir que la población de Glasgow sería en su inmensa mayoría de raza negra. ¿Sería posible que si el Barcelona jugara en Camerún, Kenia, Gambia, Gabón, Mali, Costa de Marfil, Guinea, Ghana, Burundi, Congo, etcétera, todos países de raza negra, dos niñas blancas y rubias le hicieran entrega de un cuadro con los escudos de los dos equipos, el del Barcelona y el del equipo de la ciudad de que se tratase? La razón y el sentido común nos dictan que las autoridades de la ciudad impedirían que las representantes de esa ciudad en cuestión, de un país del África negra, fueran de raza blanca y rubias. Se negarían en redondo. Y a nadie se le ocurriría hablar de racismo. Pero, claro, en Europa somos tan cobardes y traidores que agachamos la cabeza y vemos como ‘normal’ que en una ciudad como Glasgow, de Escocia, las dos niñas que le entregaron el cuadro a Rosell fueran negras. Es más, si alguien hubiera reparado en ello y se hubiera opuesto a que las dos niñas fueran de raza negra, los multiculturalistas y su ralea (“los gatos rabiosos y sarnosos”) hubieran saltado al cuello del incauto y hubieran pedido la intervención inmediata de la fiscalía para que el ingenuo ciudadano diera con sus huesos en la cárcel.
El corolario de esta historia podría ser que hay que poner atención en los matices, que no pasen desapercibidos. Hay que hacer pública nuestra extrañeza de que sean dos niñas negras en la ciudad escocesa de Glasgow las que entreguen el cuadro a Rosell. De ningún modo podemos verlo como normal, puesto que en esos países de raza negra que se han citado más arriba no sería normal que dos niñas blancas y rubias hicieran entrega del citado cuadro. Si allí no es normal, aquí tampoco. Es anormal y así hay que hacerlo constar, caso contrario, estaremos en manos de quienes pretenden suplantar la población autóctona europea por poblaciones africanas y asiáticas. Es decir, llevar a cabo un genocidio étnico, social, racial, cultural e histórico.  Siempre pregunto: ¿por qué ese interés en predicar la sociedad multicultural en los países europeos, y, sin embargo, no se predica en los países arabo-islámicos, asiáticos y/o de los del África negra? Siempre el silencio por respuesta.
Se ha llegado a tal punto respecto de la inmigración masiva y del comportamiento aborregado y bovino de la ciudadanía que, so pena que haya un movimiento telúrico en las sociedades europeas que desencadene una convulsión de magnitudes épicas que haga posible una involución/revuelta de las sociedades de acogida, el futuro que nos aguarda a los españoles y europeos es para ser descrito con una palabra: genocidio. Es a lo que estamos predestinados los pueblos europeos, que se desmoronan debido a la corrupción y/o cooperación de la clase dirigente, de los partidos, sindicatos, la Iglesia y su entorno y a la ceguera de los intelectuales. Nuestros enemigos están dentro. (Eche un vistazo a  http://youtu.be/C5MPTjbj???_HA.).