La cascada de noticias ocurrida estos días nos ha hecho olvidar sucesos nunca aclarados que han evidenciado además la poca vergüenza de muchas instituciones por su silencio. En los últimos días las muertes de inmigrantes así como el esclarecimiento del cruel crimen de Mohamed Alí han dejado apartada otra tragedia, la de Moussa.
Era el joven subsahariano que sin llegar a los 20 años no optó por otra decisión peor que quitarse la vida frente al CETI. Un lugar al que no podía acceder, un lugar al que había llegado solo meses antes después de una historia previa que no conocemos y que giró completamente tras saltar la valla.
De Moussa no solo ya nadie se acuerda, sino que tampoco se ha movido un dedo por dar explicaciones sobre lo que pudo ocurrir días antes para que se llegara a este punto extremo.
La dirección del CETI sigue callada como si con ella no fuera esta historia, incapaz de clarificar todo lo que rodeó al caso de este joven. La Delegación del Gobierno optó por mirar hacia otro lado. En eso, en la casa de la plaza de los Reyes, son unos artistas. Pero olvidan que tienen una gran responsabilidad y que en este caso debían haberse pronunciado y haber ofrecido una versión pública sobre los hechos porque era su obligación.
Que un joven se quite la vida nada más saltar una valla, que lo haga cuando arrastra una sanción o castigo impuesto para que no acceda al centro en plena ola de frío y que además obre de esta forma tan cruel no puede quedar en el olvido. Y sobre esto no podemos adoptar una postura que lo considere como algo normal.
Hoy tiene lugar una nueva marcha del Tarajal para recordar los sucesos del 6F. Pero en cuestión de muertes no debe caber ningún etiquetado que nos lleve a considerar unas sí y otras no. Llevamos meses en los que se están sucediendo tragedias en el mar sobre las que nadie habla. La última, la del Sarchal, ni siquiera ha causado reacción entre las oenegés.
La dignidad no acompaña a unas víctimas sí y a otras no, la reclamación de derechos tampoco. En inmigración, quien habla de calidades mejor que se dedique a otros menesteres. En esas parece, desgraciadamente, que estamos.