El torturador que mantuvo 532 días secuestrado en un zulo a José Antonio Ortega Lara, solicita ahora el tercer grado penitenciario para, posteriormente, poder gozar de libertad condicional; porque según informes médicos, padece cáncer que pudiese acabar con su vida con una probabilidad del 90% en un año. Menuda patata caliente tiene que resolver el sistema judicial.
Si se tratase de cualquier otro preso en las mismas condiciones, nada hubiese transcendido, pero al tratarse de un andrajoso de la banda organizada de asesinos, que tiene tras de si un entramado social y cultural de mamarrachos, pues ya la tenemos liada todos los días, incluido el chantaje al Estado en forma de falaz huelga de hambre.
La justicia ya dictaminó que este verdugo inaguantable pasara una buena cantidad de años con sus huesos en la cárcel en la que, por supuesto, goza de un trato humanitario, incluida la asistencia sanitaria, que él mismo no dispenso a su secuestrado.
La sociedad española debe mostrarse digna y magnánima con los condenados por la justicia.
Por muy inhumanos que fuesen sus crímenes, la ley española permite la progresión de grado penitenciario por razones humanitarias, y en un estado de derecho, la aplicación de la ley es lo que debe prevalecer, y no los impulsos de un estómago encogido por el mucho asco que le tengamos a estos desgraciados. Ni la deplorable vida que llevó y lleva esté energúmeno, que tanto daño hizo y hace a nuestra sociedad, ni la falta de signo de arrepentimiento de este lamentable ciudadano español, deben empujarnos a tomar decisiones que serán manipuladas para justificar invenciones de lesa patria.
La tolerancia se aplica siempre a las personas, pero nunca a los principios. La intolerancia se aplica siempre a los principios, nunca a las personas. Nuestros principios son inquebrantables. No estamos dispuestos a ceder al chantaje terrorista, aunque la muerte acabe con algunos de nosotros; pero hemos de demostrarles que la victoria es nuestra tratando con compasión a un miserable indigno.
Tratar con compasión no significa facilitarle la excarcelación. Significa facilitarle el tratamiento médico necesario en instituciones penitenciarias, para que llegado el caso pueda acceder a una muerte digna. Ya me gustaría a mí que un médico me certificara que tengo un 10% de probabilidades de salir con vida este año.
Tratar con compasión a los huelguistas de hambre no es ceder a su chantaje, es proporcionarle la opción de seguir viviendo si comen, y en el caso contrario permitirles la libertad de continuar con esta huelga hasta que la muerte o un médico digan basta.
Eso sí, en el caso de muerte, tenemos la obligación de facilitarles un ataúd, algo que nunca ha hecho ETA con los 947 que asesinó y dejo tirados en la cuneta, o bajo los escombros. Ataúd que por supuesto después cobraremos a sus familiares. Estamos en crisis.
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