1.979, en los carteles conmemorativos en blanco y negro aparecía un Pablo Iglesias con gorra y barba canosa y un joven Felipe González con las patillas teñidas por obra y gracia de Pilar Miro, su jefa de propaganda, en la esperanza de hacerle parecer mayor (en la sociedad española de aquel tiempo la experiencia era un valor). Entre ambos un lema “100 años de honradez y firmeza”. Dicen que el comunista Tamames al verlo apostilló: “100 años de honradez y 40 de vacaciones” en referencia a la inexistente oposición del PSOE durante el franquismo. Años más tarde, con el PSOE ya en el gobierno y aflorando la corrupción generalizada que caracterizó el periodo felipista, alguien lo parafraseó con sorna: “100 años de honradez y ni un minuto más”.
La corrupción política es una más de las características propias de todos los sistemas políticos del mundo porque la corrupción está en la propia naturaleza humana y no existe ninguna sociedad libre de está, incluso en los mitificados países nórdicos la padecen (ahí está el espectacular crecimiento en los últimos años de los delitos por soborno en Suecia). La cuestión diferencial es el grado permitido, la actitud y voluntad frente a esta y los mecanismos con los que el propio sistema cuenta para atajarla. Todos los partidos tienen corruptos en su interior, las diferencias entre unos y otros están en su número y en la voluntad de los aparatos por apartarlos del poder.
La excusa de la sentencia del caso Gürtel con la que Sánchez quiere convertirse en presidente a cualquier precio incluso sin pasar por las urnas, es uno más de esos despropósitos que impregnan la vida política española de estos últimos años.
Utilizar una moralidad impostada por parte del máximo representante del partido más corrupto de la historia de España (con permiso de los Pujol) resulta un delirante ejercicio de cinismo difícilmente igualable. Que el partido que tiene a dos de sus últimos presidentes sentados en un banquillo junto con otra veintena de altos cargo socialistas (caso ERE) y en cuyo currículo constan hazañas que van desde el robo el oro del Banco de España y las pertenencias personales depositadas en las cajas de ahorro al saqueo del colegio de huérfanos de la Benemérita pasando por la financiación ilegal del partido a través de tapaderas como Filesa y todo ese cenagal en el que se convirtió el felipismo de “mihemano” resultaría hilarante si no fuera por el peligro que entraña este nuevo Frente Popular. Un Frente ya ensayado por su predecesor en ideas magnificas, ese tal Rodríguez Zapatero que anda ahora haciéndoles cucamonas a los tiranos bolivarianos.
En mitad de la mayor crisis institucional de nuestra reciente historia, con una comunidad autónoma en abierta rebeldía, al ínclito de Sánchez no se le ocurre otra cosa que derribar al gobierno valiéndose de una especie de amalgama de toda la radicalidad anticonstitucional e hispanofóbica que puebla el Hemiciclo con el único fin de mudarse a la Moncloa.
Los mercados ya nos están avisando de la factura que tendremos que pagar por esta ocurrencia pero parece ser que lo importante para Sánchez es ser presidente a toda costa aunque el mundo perezca en el intento.
Habéis tenido la desvergüenza de quitar la respuesta a mi comentario del autor del artículo, Carlos Rontomé. Estáis llegando lejos, muy lejos, en la censura de comentarios y en la burla a la libertad de opinión y de publicación. Nunca lo hubiera imaginado de El Faro. Habéis dejado de tener credibilidad. Os habéis convertido en un panfleto como los de la vieja URSS.
¿Qué opinión le merece al señor Rontomé la visión de este vídeo?
https://www.youtube.com/watch?v=RmxCVG44hKg
(Espero que aparezca publicado)