Estudiar y cuidar la biodiversidad marina en España

Hace dos semanas se celebró en la sede del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino en Madrid una reunión para definir la lista de hábitats marinos de los mares de España. La participación contaba con la presencia de los mejores profesionales que puede reunir el estado español sobre estas cuestiones de exploración biológica marina. La mayoría de los estudiosos presentes están acostumbrados a estas convocatorias, que se producen cada vez que el ministerio tiene que cumplir con alguna obligación legal en el marco de la UE. Efectivamente esta era la cuestión, se trata de cumplir con la legislación europea en materia de hábitats y especies marinas a través del inventariado de los hábitats marinos. Por supuesto, los países anglosajones nos llevan la friolera delantera de unos cinco o seis años y ahora, claro está, hay que bregar con un corsé que ellos han generado conforme a su visión científica y a sus litorales. Comentarios de resignación, resoplidos y, sobre todo, incomodidad y algo de indignación, marcaron las intervenciones del conjunto de biólogos marinos reunidos en Madrid, que no alcanzaban a entender el porqué de esta dejadez española. ¿Porqué España no está desde el principio implicado en estas cuestiones? La verdad es que solo el desdén por la cuestión marina puede explicarlo. Desinterés que le lleva a infravalorar la conservación de la biodiversidad marina y sus hábitats, y siempre mezclado con la necesidad urgente de actuar sobre los hábitats más amenazados y estos, por supuesto, siempre son los de tierras emergidas. Hay que reconocer que en el ámbito costero la administración se ha posicionado en contra de la destrucción litoral, cuya principal amenaza está siendo la especulación inmobiliaria, pero no está trabajando en el mismo sentido cuando se enfrenta a las alteraciones del sistema costero sumergido. Bien elocuente es el comentario al respecto de estas cuestiones que realiza Enrique Alonso (Consejero Permanente de Estado y Presidente de la Sección Octava) cuando destaca, en un artículo recientemente publicado, que existe un retraso estructural de entre diez y quince años en el medio marino si se comparan con las políticas aplicadas al medio terrestre. Para nosotros es más que evidente que tiene que producirse un despertar hacia la cuestión marina de una manera definitiva y contundente, el hecho turístico asociado a la costa no puede continuar dominando la agenda política, y debemos abandonar a la mayor brevedad posible la senda de la destrucción de nuestras costas y el abandono a su suerte de nuestros mares. De esta manera, el inventario de la biodiversidad y de los hábitats marinos está por realizar, pero para ello tiene que producirse un verdadero cambio de mentalidad que pueda generar una estructura capaz de potenciar los estudios de exploración biológica y descripción de hábitats y de especies modificando, si es preciso, los criterios de promoción científica dentro y fuera de la propia administración, de tal forma que este tipo de especialidad científica no quede marginada con respecto a otras. Es increíble que siendo España el estado con mayor diversidad de hábitats y especies marinas en el contexto europeo tenga esta cuestión tan abandonada.
Qué vamos a decir que no hayamos comentado en distintas ocasiones sobre el caso de Ceuta y Melilla, donde la administración general del estado no desarrolla sus servicios periféricos a pesar de que ambos litorales y, en especial el ceutí, conserva poblaciones de especies marinas y hábitats únicos en el contexto de la UE. Por otra parte, nuestros gestores políticos locales tienen que entender que dar servicio al ciudadano no implica solamente sol y playa. Deben superar la manida idea del litoral como ocio y vacaciones, siendo muy necesario que comprendan que las posibilidades de disfrute litoral son mucho más amplias. La salubridad de los ecosistemas marinos es tarea de todos, y es la administración pública la que debería dar ejemplo en nuestra ciudad, siendo por tanto deseable cesar en la improvisación constante de las actuaciones en el litoral y en el maltrato hacia los hábitats marinos y sus especies de esta manera tan perversa.
Nuestra ciudad está embarcada en una campaña de promoción turística en el ámbito del mar y, para ello, intentará atraer visitantes que sean amantes de las actividades náuticas. Esta idea podrá ser compartida en mayor o menor medida, pero lo que parece evidente es que para conseguir este objetivo la única posibilidad es ofrecer productos especializados, singulares y con gran calidad. Estamos convencidos de que en las cabezas de algunos gestores de la ciudad deberán rondar estas ideas o parecidas, pero desde luego en ningún caso pueden coincidir con la actual política de intervenciones en el litoral que se desarrolla en Ceuta. Las banderas negras de todos los años ejemplifican nuestros criterios al respecto, al que este año sumamos la de la Playa del Desnarigado tras la desafortunada intervención desde la institución estatal. Actualmente estamos asistiendo pasmados a una intervención en el frente litoral de la explanada de Juan XXIII con una incierta finalidad, que parece responder a la creación de una zona de baño. Sea este el resultado que se persigue o cualquier otro queda claro la falta de sensibilidad para con las especies marinas y sus hábitats en la línea de lo que comentábamos al principio de este artículo. Desde luego, esta intervención se podría ejecutar sin causar los impactos que se están produciendo en estos momentos, ya que los movimientos de tierra están provocando aplastamientos de hábitats y plumas de turbidez que terminarán afectando sobre todo a las zonas someras, que son las más frágiles. En definitiva se está produciendo otra alteración ya no solo de determinadas especies y ambientes sino también del sistema biológico en general, además se trata de una zona con presencia de tres especies protegidas por el CEEA. Por cierto, que estamos convencidos de que el comité sobre la estrategia española para la protección de P. ferruginea tendrá algo que decir al respecto de esta nueva agresión.
Si la idea es ofrecer servicio al ciudadano esto se puede realizar sin perpetrar este tipo de daños y, por supuesto, realizando una vigilancia ambiental, la cual ofrecemos desde nuestra organización de manera gratuita, como en otras ocasiones, en beneficio de nuestro patrimonio natural marino. Pero si alguien piensa desde las administraciones públicas de la ciudad que este tipo de intervenciones (encargar al parque móvil una obra, sin un proyecto redactado ni la vigilancia ambiental correspondiente, en nuestro litoral) en un ámbito tan sensible es compatible con la buena conservación de nuestro medio marino y con la atracción de un turismo de calidad en relación a las actividades náuticas se está equivocando profundamente. La contradicción debemos ponerla encima de la mesa volviendo a suscitar un debate sobre el modelo de litoral que ni la ciudad ni la administración general del estado desean abordar. Nuestro desarrollo turístico no debe copiar al de la costa del sol sino ofrecer justo lo que esta no tiene ni tendrá dentro de un clima ciudadano amable y un litoral saneado y libre de catetadas e intervenciones groseras. En este punto, las dos cabezas visibles de las administraciones públicas en Ceuta tienen un pacto tácito y se ayudan mutuamente para realizar intervenciones improvisadas y profundamente inapropiadas en contra de nuestras costas y medio marino.