“Estoy sorprendida de lo que veo en Ceuta, pensaba que era muy diferente”

Maya Mihindou vive entre dos mundos. Nació en Gabón hace 26 años y vive en París, aunque viaja cada cierto tiempo a su país de origen para visitar a su familia y también a Camerún donde reside su padre.

Europa y el África negra, dos mundos diferentes pero enlazados por siglos de interacciones mutuas. Después de cursar Etnología Social, decidió trabajar como ilustradora, sobre todo en temáticas infantiles. Invirtió tres años en ‘Sabine’, un libro personal, y en 2008 inició el proyecto de auto-edición ‘Les Grans Arbres’. Tras exponer en Francia, Roma y Tokyo, estuvo esta semana en Ceuta recopilando ideas para un libro sobre fronteras.
–¿Qué le trae por Ceuta?
–En primer lugar vine a Ceuta porque quería conocerla, ver cómo es la ciudad realmente. En Francia había escuchado muchas veces los nombres de Ceuta y Melilla relacionados con problemas derivados del fenómeno de la inmigración, pero no sabía exactamente lo que me iba a encontrar. Estoy muy sorprendida de lo que he visto al llegar a Ceuta, es muy diferente de lo que yo pensaba.
–Se dispone a realizar un libro sobre las fronteras, ¿en qué consistirá exactamente?
–El proyecto no está aún definido, tengo que clarificar las ideas. Quiero hacer algo sobre las fronteras y el fenómeno de la inmigración, dispongo de muchísima información y tengo que ver cuáles serán los temas que trate. Me interesan muchas cuestiones de esta zona: Ceuta y Castillejos, incluso Tetuán y Tánger, como ciudades fronterizas; la relación de la gente del norte de Marruecos con Ceuta; la relación entre europeos y marroquíes, es muy especial; los inmigrantes de raza negra; la historia de Ceuta; el papel de la ciudad como puerta de Europa en África. Hay muchas cuestiones diferentes de gran interés.
–Ha visitado el CETI, ¿qué impresión le ha causado?
–Primero me recibió el psicólogo, quien me ayudó a comprender el lugar. Me enseñó las instalaciones, me explicó la forma en que trabajan y como se gestiona la convivencia. Las condiciones son decentes: comida, techo, tienen actividades, pero no tienen posibilidades de trabajo ni de viajar fuera de Ceuta. Por ello, para los inmigrantes del CETI su estancia es una etapa en su viaje hacia Europa, una etapa en la que reciben ayuda, pero sólo una etapa. Después estuve conversando con los inmigrantes allí alojados, fue muy interesante porque pude conocer las dos visiones.
–¿Qué le contaron los inmigrantes cuando conversó con ellos?
–No quieren estar más tiempo en el CETI, les gusta la gente pero ansían la libertad. Tienen comida, cama y amigos, pero no disfrutan de trabajo y libertad. El CETI está abierto, no es una cárcel. Yo no lo sabía antes de visitarlo, creía que era una prisión. Los inmigrantes pueden salir, pero sólo por Ceuta. Esta ciudad es una pequeña parte de Europa, pero no tiene la oportunidad de desplazarse a territorio continental. Por ello no disfrutan de libertad.
–Usted nació en Gabón y vive en Francia, supongo que verá la inmigración africana hacia Europa como una cuestión personal.
–Tengo las dos nacionalidades, pero con mi pasaporte de Gabón no puedo entrar en casi ningún sitio. En cambio, con mi documentación francesa puedo viajar a donde quiera. Visito Gabón, gran parte de mi familia está allí, pero no muy a menudo, la última vez en 2007. También he estado en Camerún muchas veces para visitar a mi padre. Cuando fui al CETI recordé imágenes que me eran familiares. Cuando yo era niña algunos miembros de mi familia estaban sin papeles en Francia. Su situación ya está regularizada, pero eran los mismos problemas, las mismas imágenes que viví cuando era niña.
–Desde su experiencia vital, ¿cuál es su opinión sobre la inmigración hacia Europa?
–Aún no tengo una opinión muy clara. Estoy aquí para aprender, es una cuestión que tengo que intentar entender. La inmigración no es un problema, es un fenómeno natural. Todas las culturas a lo largo de la historia han tenido migraciones. Conociendo otras culturas puedes comprender mejor a otras personas. Las relaciones entre Europa y el África negra vienen de muchos siglos atrás. Por otro lado, Europa necesita inmigración pero cierra las puertas. Es un asunto muy complicado. Pero también es normal que controlen la inmigración, no creo en absoluto que haya que quitar las fronteras. Cada cultura necesita fronteras. El escritor francés Regis Debray dice que las fronteras protegen a las culturas como la piel al ser humano, esa imagen me gusta.
–Ahora mismo la cuestión es muy polémica en Francia.
–Vivimos un momento duro porque el Gobierno francés hace leyes que afectan a los inmigrantes. Es muy complicado. Hay gente que llegó a Francia hace muchos años. También hay personas de origen marroquí, argelino o del África negra que han nacido en Francia. Todo esto provoca situaciones complejas. ¿Cómo explicar en los colegios la llegada de los franceses a África? Manejar estas cuestiones resulta muy complejo. Pero de todas maneras no es algo nuevo, son situaciones que se dan en Francia desde hace mucho tiempo. El choque de civilizaciones no es cierto, desde hace muchos años gentes diferentes han podido vivir juntas.
–Y, además del CETI y el fenómeno inmigratorio, ¿qué impresión se lleva de la ciudad de Ceuta?
–Cuando llegué a Ceuta desde la frontera mi primera impresión fue decir: “He vuelto a Europa”. Viniendo de Marruecos se ve claro el contraste con el orden europeo. Después encontré una ciudad con una historia larga e interesante con muchas etapas históricas reflejadas en su arquitectura. España en África, es muy interesante. Después en la ciudad vi que la gente vive junta, cristianos y musulmanes. Es cierto que en barrios diferentes, pero viven juntos aquí en Ceuta. Tengo la impresión de que la gente aquí vive como si estuvieran en una isla, aunque geográficamente no lo sea. Europa tras el mar y detrás África.