La idea de revisar los cuentos clásicos infantiles, cuya exclusiva parecía tener Disney hasta ahora, resulta tan refrescante como plausible, si no fuera por el irritante hecho de que como a alguien le dé por “innovar”, todo el mundo se apunta al carro y la palabra “original” se transforma en “plaga” en menos de lo que una niña inconsciente muerde una manzana envenenada.
El director indio Tarsem Singh (La celda, The fall, Inmortals) abre camino cinematográfico pidiéndose estrenar/golpear primero (si exceptuamos la irregular Caperucita roja interpretada por Amanda Seyfried estrenada el año pasado), inspirado, eso sí, en exitosos proyectos como la fantástica serie de cómics Fábulas o las televisivas Grimm o Érase una vez, que están marcando una tendencia clara. El sobrenombre de Blancanieves en España, en lugar de Espejito, espejito, como en realidad debería haberse llamado de manera mucho más acertada, pretende claramente delimitar territorio y ganarle la carrera taquillera a Blancanieves y la leyenda del cazador, con Charlize Theron como bruja mala y de próximo estreno.
La apuesta que concentra hoy nuestra atención es la de una historia preciosista en su puesta en escena, con personajes estereotípicos y humor blanco que roza lo bobalicón (abanderado por las participaciones de los enanos y el ridículo príncipe) para aglutinar a grandes y pequeños por igual en las salas de cine. Respetable y efectivo, aunque tenga que declararme fiel simpatizante de un enfoque más oscuro e incluso siniestro, más excluyente pero también ingenioso y atractivo.
La propuesta arriesgada pero interesante del realizador es la de enfundar a Julia Roberts en el traje de reina malvada y egocéntrica que le tiene ojeriza (por ser elegantes) a Blancanieves (Lily Collins, jovencita con cierto aire a Audrey Hepburn pero con las cejas más pobladas que queda a la perfección en su papel), renunciando, con excepción de la preciosa introducción, a su marca de estilo personal, hasta ahora marca de la casa; eso sí, pretende compensar la decoración de su manufactura con un numerito sicodélico al final de la cinta con coreografía bollywoodiense que no pega ni con pegamento extrafuerte.
Ya se prefiera algo cercano a todos que te haga sonreír y te solvente un plan con los niños en Semana Santa o mire uno de soslayo la intención populista aguardando el momento más oscuro del cuento, la naranja está recién abierta y promete mucho zumo con próximos estrenos en la gran pantalla o de nuevas temporadas en la pequeña. Esto sólo acaba de comenzar…
Puntuación: 5
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