Nunca agradeceré lo suficiente el progreso de la técnica hasta dar con el principio activo de la clozapina.
Gracias a esta molécula, la secuencia de pensamientos se estabiliza y desoye las voces del delirio. La clozapina es un estabilizador químico de la función mental, no puedo estar sin ella, pero a cambio se impone la insatisfacción del silencio, y un frío recorre las sensaciones que algún día fueron placenteras.
Es tanto el dolor que proviene del interior, que muchos de nosotros se conforman con el estímulo de la química, con atesorar instantes de tranquilidad; renunciamos a la plenitud existencial y aceptamos que la mente es un juego de conexiones neuronales.
Es aquí donde aconsejo trascender el mundo de la química y adentrarse en el órgano que es la mente, como un espacio que responde a la lógica de las palabras.
El estabilizador verbal que son las palabras complementa el efecto de la química, ya que solo desde las palabras podremos apropiarnos de la realidad sensitiva en nuestro beneficio, y enriquecer con belleza el vacío que dejaron las medicinas y el olvido.
La relación que rige en la salud mental cuando dibujamos palabras es: a más orden, más salud. El caos es semejante a la postración.
El orden es el fin que perseguimos cuando recurrimos a las palabras como estabilizadoras de la mente.
En la medida de que seamos capaces de construir una narrativa con nuestra experiencia sensorial, estaremos dando un centro al espacio interior, antes disperso por la aparición de un problema de salud mental.
Cuando estamos centrados, las palabras constituyen una estructura donde tienen arraigo las emociones y sentimientos, y el peligro de la incoherencia desaparece.
Por tanto, debemos descubrir los vínculos que unen la química con las palabras, como realidades complementarias, si es que queremos establecer un modelo de recuperación verdaderamente rehabilitador.
No hay tiempo para distracciones. Hay que subir el peso de las terapias habladas en las unidades de salud mental, y confiar en que las buenas palabras germinen, y despierten la conciencia de una mente sana.
Mi testimonio es que las razones que ocasionan el malestar psíquico son reflejas, y no responden a motivo vivencial. Por el contrario, las palabras usadas de forma consciente servirán como elemento estabilizador de nuestra mente.