La situación que se repite a diario en el puerto no deja de ser esperpéntica. Inmigrantes, en su mayoría menores, que se suben a los techos y que llevan a cabo actos vandálicos de todo tipo. Agentes de la autoridad que tienen prohibido subir para interceptarlos. La situación ya la conocen ustedes a la perfección porque se la contamos día tras día.
Este conjunto de episodios ha terminado por dar forma a una situación grotesca, demasiado. Nadie le pone soluciones y las que se han difundido hasta la fecha son meras falacias, a no ser que se esté fraguando la reforma de la ley del menor o se estén pensando en salidas que ya en su día fueron objeto de reprimenda judicial. Estando la situación como está, con una frontera demasiado permeable, la entrada de menores se ha convertido en algo común. A nadie nos sorprende que haya niños que cruzan el paso fronterizo de cualquier manera o que lo hacen incluso acompañados por sus propios padres, que son los que los abandonan en Ceuta. Historias tenemos para dar y regalar, historias que terminan tomando como escenario un puerto que no es ni por asomo el que era.
A las prácticas delincuenciales cometidas por menores y no menores se añade el consumo de drogas ante las miradas de todos. La ley que dice proteger al menor no permite que ese niño esté en un centro pero sí que se esté drogando o tomando alcohol hasta perder el control delante de todos. Es, cuando menos, incongruente. A eso añadan los peligros a los que se ven expuestos quienes terminan siendo carne de cañón para todo lo que se puedan imaginar. Y aquí, en Ceuta, ya hemos tenido varios escándalos que han afectado de lleno a estos niños.
Tenemos un problema reconocido por todos, soportado por el ciudadano, que está machacando a los comerciantes... pero no sabemos cómo ponerle solución porque parece que hemos creado las normas para censurarnos a nosotros mismos. Es como si quisiéramos empecinarnos en no aportar soluciones y, para ello, ideamos leyes absurdas que no protegen sino que más bien empeoran la situación que vivimos.
A mí no me parece normal lo que está pasando en el puerto, las imágenes que publicamos casi a diario, el reportaje que hoy ofrecemos en FAROTV. Ni menos que haya menores o no menores que utilicen los techos de la estación para tener su propio cobijo mientras agentes de la autoridad se quedan mirando, soportando insultos, escupitajos, lanzamiento de piedras... No sé dónde nos perdimos, en serio. En qué momento decidimos volvernos todos contra nosotros mismos.