Esperando al jefe

{jaimage crop="MR" /}La historia se repite. Como la mediática pesadilla del día de la marmota, los protagonistas aparecen, esta vez dos años después, en Ceuta. Son los aún nombrados cameruneses que, a cartonazos, quisieron hacer temblar los protocolos para ordenar la política de salidas a la península. No lo lograron. Salvo algunos que escaparon en camiones como el caso del general, aquel belicoso camerunés que cojeaba su herida de guerra y dominaba a todo el bloque, la gran mayoría terminó ocupando plaza en un centro de internamiento hasta su retorno a Camerún.
¿Se terminó lo que se daba? El tiempo verifica que no. Si en diciembre de 2011 la Policía detectó el regreso a Ceuta de algunos cameruneses ahora ha vuelto a suceder. En el famoso grupo de 91 subsaharianos que cruzó el espigón del Tarajal el pasado 17 de septiembre, había hombres que ya conocían perfectamente la zona. Sabían de ese mismo espigón, así como de las instalaciones del CETI que ahora ocupan. Y es que entre esa ristra de nombres, apellidos y nacionalidades se ha comprobado que hay algunos cameruneses del ‘cartonazo’ que, tras dos años de aquel plante, han regresado a la ciudad. La expulsión y el gasto económico que lleva implícito la política de retorno carece de sentido alguno ya que el CETI registra entradas de sin papeles que llevan a sus espaldas dos y hasta tres expulsiones. Aun así vuelven a intentarlo.
En el caso de los cameruneses que vuelven a ocupar el centro del Jaral donde antaño llegaron a organizar motines, lo característico es que parte del grupo sigue cohesionado. Su jefe espera al otro lado. No tienen reparo en reconocerlo, esperan que tarde o temprano pase a Ceuta junto a otros compatriotas.
De uno a otro lado de la valla, tras la línea física e imaginaria que separa ambos mundos, las comunicaciones vía teléfono móvil garantizan el canal de información que se hace necesario. Por eso los cameruneses del CETI saben que su jefe (uno de los tres que tenían en 2010) espera al otro lado la entrada. Puede que formara parte del amplio grupo de casi 500 subsaharianos cuyo pase fue vetado por la Policía marroquí. Eso tiene una complicada comprobación.
En el Centro de Estancia Temporal, los trabajadores más antiguos reconocen ya los rostros de quienes han pasado por las instalaciones y han dejado su huella particular. Ellos fueron los primeros en darse cuenta del retorno de parte del grupo que mayor número de portadas ocupó dentro del fenómeno migratorio que, de forma sangrante, afectó a Ceuta en 2010 y 2011.
Fichados por la Policía, su retorno a Camerún es más sencillo, siempre y cuando haya espacio y disponibilidad para organizar esos traslados. Mientras, permanecen en el centro del Jaral, en donde ya se conocen sus encuentros y sus reuniones.
Las fuerzas de seguridad refuerzan mientras sus  sistemas de control fronterizos después de lo sucedido el pasado jueves y tras comprobar el procedimiento de entrada por tres vías distintas que siguieron los subsaharianos liderados por cabecillas que, en su amplia mayoría, terminaron detenidos.
En el caso de la Guardia Civil, se mantienen los agentes del Grupo Rural de Seguridad (GRS) hasta nueva orden.