{jaimage crop="TC" /}Aunque aún no es oficial, nadie en la Policía Local duda ya de que, presumiblemente después de Semana Santa, el de Ángel Gómez será uno de los tres nombres que incluya el Gobierno local en su anunciado recorte de directores generales, subdirectores y personal eventual. Con la amortización de la Dirección General de Protección Civil que ha ocupado desde julio de 2010, el superintendente recuperará el timón del Cuerpo que ha manejado durante los últimos 20 meses José Antonio Sorroche.
El todavía jefe accidental de la Local, al que la rumorología coloca desde hace meses en el disparadero pese a los reiterados desmentidos de relevo de su consejera, Yolanda Bel, parece haber dado por perdida la batalla por su supervivencia en el cargo. A finales del año pasado aún tocó teclas, hasta en la oposición, para no verse descabalgado por Don Ángel. Ahora, algunos de quienes le conocen desde hace años, cuando simpatizaba a brazo partido con CSI.F, le comparan gráficamente con un animal herido “borrado del mapa”.
Su llegada al frente de la Policía fue recibida por parte del Cuerpo como un “necesario soplo de aire fresco” tras décadas bajo el mando de Gómez.
Tras algo más de un año y medio gobernando una de las áreas más complicadas del sector público local, Sorroche ha defraudado, sobre todo, a quienes le dieron su confianza. Cuentan en la Policía que de él se esperaba que acabase con ciertas prebendas, con algunas arbitrariedades...
En ciertos ámbitos lo hizo. Acabó con gestos de mano izquierda, con esa “otra forma” de hacer las cosas que se atribuye a su predecesor y alguna autoridad lo comprobó en primera persona cuando fue a pedirle un cable para no eludir el pago de una sanción.
De puertas para adentro, los más críticos censuran que aplicó su rígido criterio con distintas varas de medir. Dicen que el jefe accidental se hizo con su propia guardia pretoriana y quiso imponer mano de hierro “sin dar ejemplo”. Se le critica, por ejemplo, que haya sido extremadamente escrupuloso con los cumplimientos horarios, con el cobro de suplementos, con los requisitos administrativos “que muchas veces no entienden de la realidad del trabajo policial”, pero sobre todo que no se midiese a sí mismo con la misma regla, “que perpetuase ventajas laborales y salariales discrecionales para quienes considera los suyos y para sí mismo”.
A finales de enero, el vaso desbordó y los tres sindicatos más representativos (UGT, central mayoritaria que al principio le brindó su apoyo y ha acabado medio escaldada por hacerlo; CCOO, siempre más cerca de Gómez; y CSI.F) condensaron por escrito a Bel el descontento creciente con una carta en la que, aunque siguen negando haberlo hecho explícitamente, venían a urgir a la consejera a relevar a Sorroche, contra el que braman la mayoría de efectivos de unidades tan numerosas como la de Tráfico.
La tensión se disparó hace quince días, cuando después de excluirles en principio de sus recortes retributivos, el Gobierno incluyó “por criterios no profesionales” a medio centenar de agentes entre los damnificados de la supresión de complementos por turnicidad y nocturnidad y se filtró un informe confidencial de los ugetistas que abogaba por la salida de puestos de oficina, entre otras sugerencias, de los agentes que ocupan puestos ‘cómodos’ y bien podrían estar en las calles.
Finalmente, “la inmensa mayoría” de los afectados se librarán de los ajustes tras constatar la Administración que, por Reglamento, sus condiciones de trabajo no pueden asimilarse a la del resto de funcionarios.
Superada la crisis de las jornadas, en la Policía se especula ahora con si Don Ángel tomará alguna medida con quienes pueda entender que le han “traicionado” desde julio de 2010 y se aguarda con impaciencia la “reorganización” del Cuerpo, que sobre el papel prevé dejar en casi la mitad de efectivos la unidad de Seguridad Ciudadana para engrosar la nueva Policía de Distrito y el servicio de Violencia de Género, entre otros cambios como la obligatoriedad de que al menos un inspector esté siempre al frente de los agentes de servicio (hasta ahora sólo tienen que estar ‘disponibles’).
Al final de la legislatura, que casi coincidirá con la edad de jubilación de Ángel Gómez, llegará el momento de nuevos cambios.