“España y Marruecos tienen muchas razones para ser hermanos de verdad”

El Premio Planeta de 2012, Lorenzo Silva, visita mañana la ciudad para ofrecer una ponencia en   el Casino Militar con motivo de la publicación de su nuevo libro, que narra la Ceuta del Protectorado Acaba de bajar del tren y pone el pie en Atocha, camina unos metros en búsqueda de una cobertura que permita la comunicación vía telefónica y, cuando ésta da luz verde, atiende a El Faro. Derrocha educación, habla con ritmo y reflexión y aboga por el diálogo permanente y la cultura para que las sociedades crezcan, la de Marruecos, la de España, todas. Bajo el pretexto de su nuevo libro, Siete ciudades en África. Historias del Marruecos español, el Premio Planeta de 2012, Lorenzo Silva, visita mañana nuestra ciudad para ofrecer una conferencia en el Casino Militar, a partir de las 20:00 horas.
–Ya con sucesora en el podio del Premio Planeta, ¿se siente huérfano?
–Tenía que llegar el momento. No he podido leer las dos novelas pues no las tengo aún pero las leeré.
–¿En qué momento encuentra la literatura española?
–No es un mal momento, hay mucha diversidad. Hay gente de varias generaciones, con planteamientos, intereses, inquietudes y ambiciones muy diferentes. Veo muy buenos escritores. La literatura española, en general, goza de buena salud. En las partes donde yo me muevo, en las novelas negras, en las historias juveniles, en las narraciones históricas u otras partes, como los ensayos, creo que hay un buen momento, sobre todo desde el punto de vista creativo. Todos los años salen obras destacables.
–¿Cómo ve el mundo editorial?
–La situación es de crisis brutal, casi una tormenta perfecta. Hay una caída del consumo enorme a nivel general pero en el caso de la cultura la bajada es aún mayor y sobre todo en un país como España donde se añade un nuevo impacto, un fenómeno muy generalizado entre nosotros, que se sufre en muy pocos países más, y es el hecho de tener asimilada como regla el surtirse de cultura de manera gratuita, aprovecharse de fuentes que no son legítimas y esto al mundo editorial le hace un daño tremendo. No sé qué pasará, en otro lugares no es así pues surgió un nuevo espacio digital que la gente asumió mediante un pago. En esos enclaves, lo que se va perdiendo en el papel, se va ganando con el digital pero en España lo que se pierde por el papel, no se gana con el digital. Esto es un hecho. O cambiamos o nos quedamos sin industria; igual es que tenemos razón nosotros y los alemanes, franceses, norteamericanos son los que están equivocados...
–¿Cónoce usted Ceuta?
–He ido bastantes veces pero por uno u otro motivo, hace tiempo que no voy, cosa de siete años, más tiempo del que a mí me gustaría. La conozco bien de todas formas y brindo que el libro me posibilite volver.
–Un libro cuya trama es de sumo interés para los ceutíes.
–Así es, pues la historia que se narra tiene como caparazón el período que va desde la implantación del Protectorado español sobre Marruecos hasta la pacificación. No he querido que fuera una simple historia bélica ni de este fenómeno en concreto sino que fuera en realidad una trama en la que a través de siete ciudades se reflejaran los vínculos de las dos orillas, uniones que van mucho más allá pues se tratan de ciudades muy antiguas que permiten rastrear el trasiego de gentes, ideas o culturas, una constante a lo largo de siglos y de milenios, si tomamos como referencia Melilla o Larache, que tienen antecedentes fenicios. Las ciudades me permiten contar la historia de cada una de ellas y articular el relato como siete estaciones.
–Entre las siete ciudades, Ceuta.
–Ceuta es la primera del libro y no por casualidad. Ceuta ha sido siempre la plaza norteafricana más próxima a la península, es el punto de partida, la cabeza de puente. Lo fue en la Guerra del 59, lo fue en el año 12 para el Protectorado también, y siempre fue con esa base estratégica del Estrecho y que hace de vigía y a la vez de punto de partida. Ceuta ofreció un soporte en momentos muy duros y delicados. Desde Ceuta no sólo se conquistó Tetuán la primera vez que se conquistó sino que también se mantuvo el control del territorio y hasta de Ceuta salieron los socorros hacia Melilla cuando ésta estuvo a punto de caer en el año 21.
–¿Es un libro concebido con rigor científico o más bien con aires de novela?
–He intentado hacer una narración amena pero también he procurado que todo lo que se cuenta tenga un poso histórico y sea riguroso, sobre todo porque el libro tiene un carácter divulgativo y esto exige rigor.
–Si un profesor en una escuela de Marruecos enseña a los alumnos la historia del Protectorado, ¿debería mostrarse rencoroso o con gratitud hacia España?
–La implantación del Protectorado, ni nos engañemos ni lo olvidemos, fue la imposición a un pueblo que no quería ser protegido por una tutela extranjera. Además se hizo a la fuerza, con armas y prueba de ello es que hubo muertos, españoles y marroquíes. Esto tiene una vertiente negativa y odiosa, ahora bien ¿todo lo que se hizo en el Protectorado fue expolio y abuso militar? No. Se hicieron muchas cosas de buena fe, de buena voluntad y hubo gente española, no poca además, que quiso contribuir al avance de Marruecos y esta huella positiva se puede ver aún. Como decía Melville en Moby Dick "es una historia entremezclada", como todas.
–¿España y Marruecos son hermanos forzosos o con fundamento para serlos?
–Tenemos muchas razones para ser hermanos. La primera y fundamental, la proximidad geográfica. Hemos estado siempre mezclados, revueltos. Muchos marroquíes se sienten españoles, hay muchas huellas de la cultura norteafricana en España. Hemos sufrido influencias diferentes, a ellos les prevaleció la influencia oriental, a nosotros la occidental pero ni ellos están exentos del influjo de occidente ni nosotros del oriente. Si fuéramos imaginativos, solidarios, leales y si se tuviera más cooperación,veríamos que el vínculo de estas dos orillas no tiene dos protagonistas con más argumentos que España y Marruecos para ser verdaderos hermanos.
–¿Es el español racista respecto al marroquí?
–Sí, sí, todos somos racistas. Los españoles, los finlandeses..., el racismo es consustancial a la condición humana, el rechazo al diferente, esa pretensión de superioridad, más o menos fundada, es algo bastante natural. Lo que ocurre es que con la cultura y el conocimiento se desprenden estos automatismos, se aprende de los individuos y se ve las posibilidades que todos ofrecen. Yo tengo amigos marroquíes que son enormemente cultos y que tienen una visión del mundo mucho más abierta que muchos compatriotas míos, y que tienen un conocimiento de la cultura española superior al que muchos españoles puedan tener de la cultura marroquí e incluso de su propia cultura. El racismo de partida siempre está ahí es algo contra lo que hay que trabajar para eliminar la irracionalidad de este sentimiento y para descubrir que otro ser humano no por su religión, su lugar de nacimiento o su rasgos es peor a tí.
–¿Comprende que haya marroquíes que reivindiquen Ceuta y Melilla como suyas?
–Tenemos que asumir que eso siempre va a estar ahí, como una disputa. Ceuta y Melilla están donde están, es normal que los territorios circundantes sientan que eso es más parte de Marruecos que de España. Pero lo más relevante es que Ceuta y Melilla tienen 150.000 españoles, una realidad que los marroquíes no pueden ignorar, como tampoco podemos los españoles ignorar que hay 30.000 gibraltareños donde están. La historia está ahí, no se puede negar pero tampoco se puede ignorar que Marruecos tenga unas pretensiones que caigan en el vacío. A mí me gusta recordar eso que dicen de que Ceuta ha sido española siempre, cuando fue portuguesa 600 años, y hay gente que dice "bueno, eso es mucho antes de que existiera el Reino de Marruecos" y yo creo que ésta es una visión muy particular del Reino de Marruecos pues si le preguntas a un marroquí te dirá que existe desde Mulay Idrís. La historia siempre da argumentos para unos y para otros pero ahora hay una realidad que no tiene una solución sencilla pues ni Marruecos puede pretender que se borre de repente seis siglos de historia en el caso de Ceuta ni tampoco nosotros podemos aspirar a mantener permanentemente aislados de su territorio natural a este enclave o a Melilla. A mí me gustaría en todo caso que llegara el día en que pudiéramos visualizar un escenario en el que no hicieran faltas vallas.
–Lejos de esto, cada año preocupa más el creciente auge del terrorismo yihadista.
–La amenaza no es un asunto exclusivo de Ceuta, es un problema que se da en la periferia de París, por ejemplo. Habría que indagar y estudiar las razones por las que determinados fundamentalismos islamistas han sido muy potenciados en los últimos años. Pongamos por caso el Magreb, donde no existía, y que a raíz del dinero que han aportado países que son socios privilegiados de occidente, ahora hay núcleos terroristas.
–¿Cuales son los símbolos del Protectorado?
–Del lado español: el general Silvestre, el general Berenguer y el general Primo de Rivera. Del lado marroquí: Rogui, El Raisuni y Abdelkrim.
–¿No considera que acerca del Protectorado se ha filmado, se ha retratado, se ha escrito, se ha cantado poco on nada?
–Totalmente de acuerdo, es una historia poco conocida. De películas no hay ninguna; el libro más completo de ficción sigue siendo la segunda parte de La fuerza de un rebelde, de Arturo Barea, que se llama La ruta.

 

Las siete ciudades de un periodo para la Historia
Ceuta, Larache, Tetuán, Xauen, Melilla, Nador y Alhucemas. Siete ciudades en África, siete enclaves singulares en la franja noroeste del continente del que todos venimos. Siete urbes asomadas al estrecho y a Europa, al norte con el que siempre fue su interlocutor, en la paz o por la fuerza. Hoy dos de estas ciudades son españolas y las otras cinco marroquíes, pero en todas ellas hay rastros intensos de los oriundos de la península Ibérica, que a lo largo de la Historia alimentaron su censo y trazaron sus calles. Este libro es un viaje a los años en que se produjo la última reunión de las siete, entre la segunda y la tercera década del siglo pasado, con la conquista y pacificación del Protectorado español sobre Marruecos.

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