Está resultando complicado comprender los sucesos que acaecen desde la Sentencia del Tribunal Supremo y la condena a los presos sediciosos de Cataluña y, especialmente, por la alucinante reacción de los revolucionarios habitantes afines al separatismo catalán, cuando ya se cumple cerca de una semana de esta incomprensible reacción vandálica que, sin solución de continuidad, están protagonizando estos hijos de la ira. Como si del libro escrito por Dámaso Alonso se tratara “Hijos de la ira”, la vileza de los manifestantes, aunque en menor dimensión y relativamente pero casi calcadamente, a la famosa “kale borroca”, que durante muchos años ejerció sus poderes en las Vascongadas. Eran los años de plomo y que tanto daño hizo a los ciudadanos españoles en general y a Guardias Civiles, Policías Nacionales, Políticos, Periodistas, Funcionarios de Prisiones, personas sin vinculación política, mujeres, niños, etc... Hoy, por una sentencia que hay que acatar pero que beneficia a los presos alteradores e independentistas, porque la mayoría de la gente de bien pensó desde que se produjeron los hechos que, también habría Rebelión, los CDR y con el apoyo de un Presidente de la Generalidad que les apoya y les dice “Apreteu, Apreteu”, y que es proclive a una nueva alteración de los Derechos Fundamentales y la Constitución Española, observamos atónitos que ésta alteración del orden no tiene respuesta por parte del Gobierno en funciones y que se limita a esperar la reacción de estos activistas para atacar, sin mucha convicción, hasta el momento que aquellos destrocen y quemen contenedores, vehículos, señales de tráfico, tiendas de moda y utensilios urbanos de una importancia reseñable para la ciudadanía. Es el caos de unas ciudades para nuestra querida España.
Lamentable ha sido que el presidente en funciones se haya reunido con los líderes políticos de formaciones con representación pero que no tienen credibilidad, no obteniendo una respuesta que succione el fundamentalismo de unos portadores de la miseria y de la cobardía, impidiendo que el Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil entre en acción. No voy a hablar de Ejército ni de, por supuesto, de la Legión, pero, ¡ya me gustaría!.
En espera de saber cómo queda este maremagnum de atrocidades, sólo existe en España un partido capaz de solucionar este desagravio demencial y éste no es más que VOX, un partido nuevo, con ideas nuevas, con personas que quieren lo mejor para España y para los españoles. Para ello cuenta con más de cien medidas que serían puestas en práctica, que ya conocen muchas personas que les votarán en las próximas elecciones. Santiago Abascal y su equipo se convirtieron en la acusación particular para que los catalanes sediciosos fuesen juzgados y condenados. Eso es lo que quieren los españoles, que la justicia impere, separación de poderes, que no haya privilegios para los farsantes y que sea la España que se siente, la España que madruga, del respeto a las instituciones, que su Majestad el Rey maneje los tiempos de una España con futuro, con ambición, con sentido de la responsabilidad, con el amor al prójimo y que un trozo de tierra no sea motivo de disputa.
Lo manifesté ayer, lo hago hoy y espero poder hacerlo mañana. VOX en estos momentos es la salvación de un Estado en decadencia, que no busca otros intereses que los primeros en cruzar la línea sean los Españoles, que el extranjero o inmigrante que trabaje será bienvenido, que el MENA que estudie aquí tendrá su casa. En definitiva, yo votaré Vox, porque Vox es España, es nuestra nación y yo la quiero. Si el que me lee, quiere lo mismo, “VOTA VOX”.