Opinión

España, lo único importante

Aquellos que tenemos la maldita costumbre de escribir y reflexionar cada día, sin que el sol haya roto aún la línea del horizonte, necesitamos alguna, noticia o preocupación para emborronar la primera cuartilla de la mañana. Sin embargo, algunas veces la inspiración no viene de recóndito lugares, ni de lejanas montañas como dijera el engreído político de marras acerca de los responsables intelectuales del 11-M; sino de dentro de las propias páginas del Faro, donde los colaboradores dejan los artículos del día.

Y, fuera que al pasar unas páginas nos encontramos -ya de manera repetitiva por segunda vez- el artículo de un antiguo contertulio de nuestra ya antigua tertulia de la Cafetería del Puente Almina, donde hace una larga reflexión de un partido político, que como el caballero de la triste figura, prefiero no acordarme de su nombre, y así nadie podrá decir que lo cito, aunque todos mis lectores sabrán -dada la proverbial astucia de sus mentes- a quién nombro sin tan siquiera nombrarlo.

Y, la verdad, algo perplejo sí que nos hemos quedado, porque siempre en nuestra tertulia, dicho contertulio siempre tuvo una apreciable lucidez y sentido democrático, como para decir lo que ahora dice de este bisoño partido donde al parecer son los únicos que aman a España, y tienen patente de corso para designar quienes tienen la fortuna de ser verdaderos patriotas y quienes no lo son ni se les espera...

Y, avanzando en la reflexión, no acierto bien a comprender como puede haber ciudadanos que avalen a este grupo salido de las catacumbas de la noche obscura del alma más negra del aciago, tenebroso y trasnochado «franquismo», que tuvo a bien quebrar la libertad del pueblo español por un largo periodo de 40 años; algo así, si no equivoco en la cifra, como el pueblo de Israel que anduvo por el desierto del Sinaí los mismos años, antes de entrar en la Tierra Prometida... Pero aquel castigo bíblico, fue Dios quien lo dispuso, y ya sabemos qué lo que disponen los dioses a los humanos, no queda sino resignarse, si no deseas que el castigo aumente, pero, en el caso que nos ocupa, no fue Dios quien hurto la libertad; sino un general miserable donde los haya, que mediante un golpe de Estado -eso sí que fue un golpe violento que costó 1.000.000 de muertos, y no el que dicen que han pretendido dar contra el Estado español los independentistas catalanes- contra el orden constitucional, logró con la fuerza de las armas derribar la República que el pueblo había votado en las urnas hacía sólo unos años antes...

Y, como más arriba hemos apuntado a este susodicho partido -por designarlo de alguna manera-, se apropia de manera indebida y espuria de auto-llamarse «patriotas» y únicos y auténtico valedores del «amor patrio y de la unidad de España», así como sagaces «centinelas» de Europa y el mundo mundial contra el comunismo y sus secuaces... Pareciera por la verborrea y la parafernalia de sus discursos que volvieran al viento desplegadas las empolvadas banderas de los tradicionalistas de «Dios, patria y rey», de rojas y gualdas con el aguilucho dando revoloteos de balcón en balcón, con el consiguiente equilibrio para no desplumarse en una certera caída a los suelos...

Pero, ¿quiénes son esto patriotas de pacotilla de pan y pescao? ¿Y, quienes les ha «dao» la autoridad moral para arengar a los españoles de a pie para volver de nuevo con ese discurso franquista de la noche de tiempos pretéritos? ¿Acaso no se dan cuenta que nos encontramos ya avanzado el siglo XXI, y que hace más de 80 años de aquella asonada militar del 17 de julio del 36? ¿Acaso no saben, que en Europa los fascistas y los dictadores fueron barridos por sus mismos pueblos en el año 45, y sus miembros ajusticiados en los Juicios de Núremberg? ¿Acaso no entienden que no podemos ir por las instituciones de la Unión Europea haciendo más el ridículo...?

Sean serios y ajustados al derecho y a la historia sin teatralizar lo hechos acaecidos en Catalunya; y, no vayan más por las esquinas del país diciendo que los catalanes han dado un golpe de Estado; porque una mentira dicha mil veces -como dijera Goebbels, ministro de propaganda nazi- no siempre se convierte en una verdad. Porque para que haya un golpe de Estado, es primordial y evidente que se dé una desobediencia violenta y un asalto al poder como lo dieron los militares en el 36. Y, en Catalunya no se dio nada de eso, sino la entrega de unos votos en unas urnas, que como consecuencia de no estar refrendadas por la ley, ya salen desautorizadas y nulas de pleno derecho, sin ningún valor jurídico.

Por tanto en Cataluña se produjo una desobediencia civil, que los tribunales juzgaran, pero nunca en ningún caso un golpe de Estado, que es algo verdaderamente terrible, que dado la desolación y el holocausto que produjo el del «Alzamiento Nacional», hemos de esperar que jamás se repita; de tal manera, que no se puede andar por ahí, entre mitin y mitin, entre plató y plató de televisión y radio, y en esta y aquella red social hablando de golpes de Estado, porque, pongamos: los alzamientos, los pronunciamientos, los levantamientos, las rebeliones, los amotinamientos, las sublevaciones, las asonadas, los golpes militares pueden jugar al juego fratricida de poner sobre la mesa las cartas de un millón de muertos; y, se da la circunstancia, que en Catalunya no se conoce a día de hoy ningún muerto provocado desde la parte independentista; sin embargo, algunos lesionados sí que hubo en aquellos que quisieron votar, aunque fuera un referéndum desautorizado, y los responsables o están en la cárcel siendo actualmente juzgados en los tribunales, o están huidos en Europa...

Pero, ¿qué clase de políticos son estos...? ¿Qué forma de entender la política tienen que nos quieren llevar a la barbarie propias de época pretéritas de tan negro y nefastos recuerdos? Cuando un grupo político revisa y retuerce la realidad a sus propios intereses bastardos, sólo está llevando a la política al «esperpento*» -tan propio de Ramón María del Valle-Inclán-, de tal modo que queda tocado bajo la línea de flotación del buque -empleando un símil náutico- que hará que su naufragio y la falta de credibilidad sea sólo cuestión de tiempo.

Llegado a este punto del artículo, hemos de apuntar que mi intención era sólo discutir, tertuliar, razonar, debatir, deliberar, controvertir, reflexionar, cambiar impresiones con mi antiguo tertuliano de la Cafetería del Puente Almina, acerca de sus opiniones favoreciendo a este nuevo partido de la extrema derecha española al que a algunos parecieran que hubieran experimentado una aparición mariana del Caudillo, en la que hubiera revelado el nuevo nombre del partido al que hubiesen que votar; sin embargo, la anunciación ya ha tenido lugar, y el nuevo nombre va de boca en boca como un sortilegio de imposible renuncia... Algunos, aunque lo adivinamos, no deseamos pronunciar su nombre, y menos acabando ya el artículo sin pronunciarlo...

Quede con Dios mi antiguo tertuliano y colaborador de este periódico tan nuestro, con su partido de extrema derecha, salido de las noches de los tiempos del fascismo; porque además, Dios -si acaso existiera- nunca revela nada en contrario de lo que pensamos, al menos públicamente, que ya tendremos otro rato para continuar con esta amena conversación, saboreando una buena taza de café... Que nunca catalogo a mis colegas -por eso de tener la misma afición de escribir- de enemigos, sino solamente de adversarios en el mundo de las ideas....

* EL ESPERPENTO: Aunque el uso del término esperpento no es exclusivo de Ramón María del Valle-Inclán, se identifica con su producción literaria escrita a partir de 1920, tanto en el teatro como en la novela. Tal como aparece reflejado en los diccionarios, su uso es anterior, y su etimología es de origen incierto. Luego, como en muchas ocasiones se refiere, no es un término que pasara de los círculos literarios a los ambientes populares, antes el proceso se ha realizado a la inversa: ha sido un creador literario quien ha extraído un término del acervo común para conceptualizar su obra literaria, proponiendo para ella una denominación específica y particular, primero aceptada y generalizada por la crítica literaria, luego popularizada entre los lectores de sus novelas y los espectadores de sus obras teatrales, y al fin adoptada para muchos otros usos sociales, evocando siempre a la obra literaria de este autor. El término esperpento aparece por primera vez en la 14ª edición del Diccionario de la lengua española (DRAE) de 1914, en el que trae las acepciones primera y tercera señaladas a continuación. La segunda acepción aparece por primera vez en el suplemento de la 19ª edición del DRAE, de 1970: «Género literario creado por Ramón del Valle-Inclán en el que se deforma sistemáticamente la realidad, recargando sus rasgos grotescos y absurdos, a la vez que se degradan los valores literarios consagrados; para ello se dignifica artísticamente un lenguaje coloquial y desgarrado, en el que abundan expresiones cínicas y jergales», definición que se mantiene hasta la última edición del DRAE, en el que desaparece la alusión a los «valores literarios consagrados»

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