Hemos asistido con perplejidad a una sesión del Congreso de los Diputados de España, un tanto bochornosa. Se votaba la convalidación del Decreto de la Reforma Laboral. “El hecho más trascendente de los últimos años”, como lo han calificado los agentes sociales. Un pacto ejemplar hecho entre sindicatos, patronal y gobierno. Negociado de forma leal, en el que todos han cedido algo, buscando el bien común y la mejora de las relaciones laborales. También intentando ayudar a que su país siga adelante y supere definitivamente la crisis originada por la pandemia. Una de las características principales del “vodevil” es provocar el asombro del espectador mediante situaciones burlescas. Según el diccionario, significaría “frivolidad” y “ligereza”, basadas en la intriga y el equívoco, aspectos en que algunos se empeñan en insertarnos hasta con calzador. Resulta inaudito el desconcierto de ayer en el Congreso con versiones de “errores”, “pucherazo”, “cacicada” “acusaciones mutuas” etc. circulando por las distintas bancadas, cuando la presidenta anunciaba por error, posteriormente corregido, que la Reforma Laboral quedaba derogada, no concibiéndose que una presidenta de un Congreso no disponga de toda la información ni tampoco de la asistencia puntual precisa en su labor. Lo de votar en conciencia, supondrá de aquí en adelante una especie de espada de Damocles ante expectativas de votaciones apretadas, así como pactos o decisiones desconocidas, contándose con el ejemplo de dos diputados navarros, que pueden suponer parte de la punta de lanza a un año vista de unas próximas elecciones del hartazgo del pueblo español ante una política descarriada de un Parlamento de conveniencias partidistas. Muchos “juguetes rotos” permanecerán desde estos momentos hasta el final de legislatura entre “todos” los asientos del Congreso, ante la injustificable política y bochornoso gobierno al que asistimos. Según nuestras fuentes la actual coalición de gobierno queda con muchas vías de agua, nula confianza y frustraciones ante colaboraciones futuras, ya que las formaciones dan por amortizados los objetivos conseguidos, quedando, salvo excepción política inesperada, congelada cualquier expectativa. Tristeza, la de entre ellos, la Comunidad de Madrid, y para el resto de España, también, los cuales recordarán nuevamente los tristes episodios de dicha Comunidad, a través del “Tamayazo de 2.003”. Y es que, distinguidos lectores, según Cicerón: “el que sufre tiene memoria” y los españoles, llevamos décadas recordando a alguna especie de Mesías, en forma política que inspire regeneración, pero debe encontrarse a años luz.