Volvería al lugar donde nacen las verdades, aunque solo fuese para recordar la naturaleza esencial.
No es indigno sentirse imprescindible, así que proclamamos nuestra vocación de permanencia en estos momentos de incertidumbre.
Ahora más que nunca, asociaciones como Acefep Salud Mental Ceuta, hemos convertido nuestros recursos en una red de seguridad a la que confiarse. Hemos extendido una red de apoyos insustituible, que han ayudado a las personas más vulnerables a sobrepasar los límites de la dificultad.
Con nuestro patrimonio, basado en la riqueza que te dan el conocimiento y la experiencia, y con unos recursos ajustados al detalle, hemos dignificado el confinamiento de nuestros conciudadanos, y hemos llegado pronto allí donde las administraciones se quedan cortas. Y esto no es orgullo, pero sí la constatación de que cumplimos con el compromiso adquirido. Somos el complemento vitamínico necesario para que la salud mental tenga una imagen rehabilitadora.
Piénsese, que la operatividad de nuestra organización para la salud mental está dirigida por personas voluntarias, que como yo mismo, encontramos en la lucha por el ideal de justicia una forma de completar nuestro espíritu.
Pero no hay tiempo para la complacencia, sino que es hora de preparar las alforjas para emprender el camino de la reconstrucción. La tempestad ha borrado los márgenes, y ahora hemos de adentrarnos en tierra desconocida.
Allí estará Acefep, recordando la importancia universal de la salud mental, y para dar respuestas con la seguridad de quien dice saber. En nuestra parte, estamos calentando nuestra musculatura, para medirnos a una realidad que se presenta compleja.
La mente es quizá el órgano más sensible a circunstancias incompatibles con la normalidad, ya que en alta medida somos seres societarios.
Tan solo pretendo establecer el juicio de que en Acefep solo atendemos a criterios de auto exigencia, generosidad, y profesionalidad, y que nuestra mayor recompensa es el reconocimiento.
Volvería al lugar donde nacen las verdades, tan solo para marcar en la conciencia que, como todos los seres de la existencia, necesitamos el aliento de la vida.
Aprovecho también para reconocer el trabajo por la discapacidad que están librando las asociaciones hermanas del CERMI.