Las cifras parecen mejorar. Apretemos los labios y los corazones y ojalá que los datos, que en este caso son personas, se estabilicen y no crezcan los contagios en Ceuta. A poco que colaboremos entre todos el objetivo se alcanzará, pero la pandemia habrá dejado a Ceuta más débil que nunca.
Tras el agravio de Marruecos, evidenciando su deslealtad para con España, nada nueva por otra parte, la economía de Ceuta entró en pánico y, como si nadie hubiese previsto que una dependencia económica tan frágil por serlo de un país tan hostil, podría poner a toda la ciudad frente a la realidad en un santiamén, todo el mundo corrió en busca de alternativas y soluciones mejor o peor pensadas y cuando el debate parecía serenarse y se vislumbraba un sendero de acuerdo entre muchas partes, aterrizó en Ceuta algo inesperado que desbarató ( no sabemos por cuanto tiempo ) todos los planes. El fomento del turismo nacional, el abaratamiento del transporte, las ayudas al comercio, la redefinición de la imposición indirecta, la si o la no entrada en la unión aduanera o la relectura de la validez actual del acuerdo de Shengen y unas cuantas cosas más, pasaron al cajón de lo no urgente. Había que ocuparse de lo importante: la salud de los ceutíes, así como de las ayudas a los miles de azotados por las consecuencias de la pandemia desde el punto de vista económico y social.
En España y en Ceuta, en todas partes, nos cogió a todos la llegada del virus con el pie cambiado, sin ninguna preparación ni sanitaria ni económica y con ambos gobiernos, el de España y el de Ceuta con poco rodaje y con dificultades para gobernar de modo estable al no contar con mayorías parlamentarias claras. Los dos presidentes, Sánchez y Vivas, de partidos e idearios distintos están hablando constantemente y también se sienten compelidos a buscar alianzas con otras formaciones, por lejanas ideológicamente que parezcan estar, para sacar adelante las iniciativas que estiman necesarias para combatir el covid-19 y las consecuencias de su abrupta irrupción en nuestras vidas. Y si lo de Madrid se ve negro, vista la actitud de Abascal que ni le coge el teléfono a Sánchez o la de Casado que sí se lo coge quejándose de lo poco que el presidente le llama, pero que ya ha adelantado que de pactos de la Moncloa ni hablar, en Ceuta no anda la cosa tampoco para tirar cohetes, aunque se observan algunos síntomas de responsabilidad y de búsqueda de una unión que se antoja esencial en estos dramáticos momentos. El psoe pide a Vivas mucho más, la lideresa de mdyc denuncia gastos en el ICD en pagos de sentencias judiciales (como si eso no hubiese que hacerlo) y los de vox andan en su guerra particular, aunque de lo importante dicen poco, pero no dejan de afilar sus armas frente a sus “enemigos”, especialmente algunos medios de comunicación, o sea, que siguen en sus cosas.
El presidente Vivas, que cuando tiene oportunidad llama la atención del gobierno de España con solvencia, plantea una batería de medidas que suponen un giro total a la política presupuestaria prevista antes del golpe del coronavirus. Lo ha hecho en poco tiempo y eso se llama saber estar en lo que hay que estar, dejando lo accesorio para los que sólo pueden dedicarse al chinchorreo y que conste que la política de verdad se puede hacer incluso desde el no ejercicio de una responsabilidad pública, pero dan para lo que dan. Y esto pasa en todas partes. Fíjense en este detalle: Ahora que el bravucón de Rufián había dicho que estos no eran momentos para hablar de independencia o de mesas bilaterales entre Cataluña y España, va y sale una señora que parece mandar más que él en esquerra y suelta aquello de que para Sánchez ya no hay más comprensión, que lo suyo no es estar en ningún pacto en la Moncloa, sino definir la independencia de Cataluña. ¿Lo ven? Unos supuestamente por España y otros, a lo mejor, por Cataluña, pero cada cual en lo suyo, ojo y o sea: que no en lo nuestro, lo de todos.
Tal vez, y así lo deseamos todos los ceutíes que, en nuestra ciudad, no pase lo mismo y seamos capaces de dar ejemplo, una vez más de muchas, al conjunto del país, con acuerdos transversales donde todo el mundo, empezando por el gobierno en minoría, se supedite al interés general. El de todos, no el de unos pocos amigos, no, no el de quienes nos alaban, no, el de todos.