¡Queremos parar el tiempo
y no queda más consuelo
que recordar los momentos
que nos ha regalado el cielo!
Esta historia comienza con 750 años de menos, ¡qué barbaridad!, cuanto tiempo ha pasado, ese tiempo que pasa inexorablemente y hace que la vida sea un día, unos 70, otros 80, otros 90, los más privilegiados, pero la verdad es que todo es mentira, que vivimos inmersos en una gran mentira, que nos preocupamos por si la Roja pasa o no a cuartos, pero nos olvidamos del paro, de la generación ni ni, de nuestros hijos que lo tienen todo y se van a quedar sin nada...
...en otro tiempo, que Dios no tenía cuerpo ni figura, no podía de ningún modo ser representado por una imagen. Pero desde que se hizo ver en la carne y en su sangre y ha vivido entre los hombres, se puede recrear una imagen de lo que se ha visto de Dios. ¡Con el rostro descubierto contemplamos la Gloria del Señor!, como le ocurriera a Pedro en el Tabor o a Juan en el Jordán, hoy lo vemos en las calles pasando ante la mirada preocupada de unos, la curiosa de otros y la indiferente de muchos...
Hace 18 días, como 18 es el día en que se conmemora la espera, esa espera verde como sus ojos y su manto, esa espera que hace que no caigamos en la desesperanza y que sigamos pensando y sintiendo que la Lucha por la Verdad es una Larga Paciencia. Hace 3 jueves, recordaba que hace no muchos años podíamos decir todavía aquello de: “Hay tres jueves en el año que relucen más que el sol...”. Desgraciada o afortunadamente, nos queda el Jueves Santo, por ahora, y el jueves de mayo o junio, en que se echa a la calle esa Hermandad de Gloria que nació caballa. Esto da para mucho, pero, comenzaré esbozando mi sentir y mi inquietud, normal por otra parte a mis 45 años de calentamientos de cabeza, de luchar con la ciencia y la conciencia, en negras y largas noches de insomnio en la que la Luna se pone a sus plantas, cuando no estoy hablando con ella, doce estrellas la coronan y el Sol que viene de lo alto la hace lucir, como lucían los jueves de antaño, como luce el Domingo cuando mi Dulce lo trae entre las manos a lomos de Triburcia, como luce cuando en la atardecida de un Martes, parece que todo vuelve a estar consumado y se refleja en tu cara, luchando con las sombras oscuras por colarse entre tus bambalinas, tejiendo lindos encajes para dejarnos ver , más pura si cabe, Tu Soberana Estampa, Tus Finas Hechuras y Tu Elegancia Entronizada bajo la Gloria del Padre en forma de palio sencillo y funcional de recortes de tisú y terciopelos de dudosa calidad...
...En esta mañana de Junio en que Dios a cuerpo se echará a la calle en unas horas, en esta tibia mañana que huele a juncia y romero, en este día esperado por El en cada sagrario para salir al encuentro de los suyos, yo, como casi siempre, no puedo estar ahí, pero cuando las campanas de la Santa Iglesia Catedral repiquen a gloria, mi alma henchida volará llena de gozo y se teletransportará a una esquina de esa plaza bautizada con el nombre de Su Madre, a pesar de los pesares, para poder arrodillarse ante el Rey de todo lo creado, para poder recrearme en las espiguillas y los racimos de uvas, para deleitarme con el olor a incienso y salitre mezclados que preparan el sentío´ para sentirte más cerca, para que nos llegues hasta el tuétano de los huesos y nos impregnes con Tu Sabiduría, Con Tu inteligencia, con Tu Consejo, con Tu Fortaleza, con Tu Ciencia, con Tu Piedad, con Tu Temor, y me ilumines la ciencia y la conciencia, a ver si me voy enterando de algo, que creo que ya va siendo hora, ¿no crees?, ¡Señor de los espacios infinitos!...
...Creo que fue en tierras belgas, en 1197, en Lieja, la pequeña e indefensa huérfana Juliana de Cornillón, de 5 años de edad, era confiada al cuidado de unas sencillas religiosas, en un convento-leprosería cisterciense de la ciudad. Tuvo que ser allí, donde una monja de nombre Sabiduría le habló del amor de Dios, con tanta pasión y coherencia con su vida entregada a todos los demás, que la pequeña Juliana decidió venerar día y noche a su Amado que, en el tabernáculo daba vida al mundo. No tuvo que esperar mucho, a sus 16 años, tuvo la primera de una serie de visiones místicas que se irían repitiendo durante varios años. Creo que fueron 20 años los que guardo para sus adentros sus visiones, hasta que , se decidió, se las confió a un sacerdote, a su obispo, y a Giacomo Pantaleón, archidiácono de la catedral que por aquel entonces ya tenía fama de santo. Tras el devenir de los años, en 1246, por Decreto del obispo, en mitad de una gran reverencia popular, las calles de Lieja, engalanadas, con sus comercios cerrados, dando día libre a los siervos, se celebró, por primera vez la procesión del Corpus Christi. En 1261, Giacomo Pantaleón, se convertía en Urbano IV, tres años después promulgaba la Bula Transiturus de hoc mundo, hace ahora 750 años, evocando las palabras del final del evangelio de San Mateo: “Y sabed que Yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el final del mundo”, estableciendo en el orbe cristiano la fiesta del Corpus Christi. A tan ingente efeméride se le sumó el ilustre teólogo, Tomás de Aquino, componiendo el himno eucarístico Pange Ligua...
...Y el Señor, el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin, el Bravo León de Judá, ese Terremoto de Pasiones vivo en la eucaristía, nos recuerda a cada uno de nosotros, todos y cada uno de los días, sin cerrar por descanso del personal ni un solo segundo, que sigue estando con nosotros hasta el final del mundo...
...Ya lo dijo San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, Ay, hijos míos por un pecado que tal vez durará un solo momento, la Soberbia, un castigo que durará toda la eternidad. Lo más terrible de ese pecado es que cuanto más domina al hombre, menos culpable se ve este del mismo: en efecto, jamás el orgulloso querrá convencerse de que lo es, y jamás reconocerá de que no anda bien, todo cuanto hace y todo cuanto habla está bien hecho y bien dicho. En efecto, aunque tuviésemos todas las virtudes, si nos faltase la humildad, nada tendríamos. Podemos abandonar toda nuestra fortuna a los pobres, llorar los pecados durante toda nuestra vida, someternos a todas las penitencias que nuestro cuerpo puede soportar, pasar los años de nuestra existencia en el desierto, pero sino tenemos humildad habremos de condenarnos...
Queridos hermanos seguid a ese Dios vivo que anda por las calles de Ceuta sobre los cuellos de sus hijos, aceptad el camino de confianza y sencillez que abre, aprended de El la realización y el cumplimiento. No desesperéis nunca, porque siempre hay un Dios que espera. No sirváis a quienes no son dignos de ser servidos, mirad que cada uno es esclavo de quien triunfó en el. Dejad que sea Cristo quien triunfe en vosotros, porque la dignidad de la persona deriva de aquello a que sirve, de aquel a quien ama y para quien vive.
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