Las redes suciales son el cobijo de la nueva cobardía. Las lengua suelta de pueblo que antes se sentaban a la fresca para hablar de todo lo que sabían y dejaban de saber, ahora se despachan con sus comentarios de Facebook y lo hacen cargando esos mensajes no solo de una mayor viscelaridad sino encontrando la amplitud debida. Con las llegadas, casi a diario, de inmigrantes marroquíes, las hienas con distintos perfiles empiezan a hablarnos de la invasión, a machacarnos tanto que el público común no solo interioriza los conceptos sino que se los cree, comparte y engrandece. La huida en embarcaciones o a nado de jóvenes que nada tienen es entendido como la invasión orquestada y manipulada para cargarse Ceuta, provocando no solo el miedo sino el odio hacia quien llega, teñido ahora por el recelo común que a todos nos causa el coronavirus. Como números, como meras estadísticas, los propios medios de comunicación, de manera indirecta, favorecemos ese sentimiento cuando ni tan siquiera se da el paso para contar quien es quien o, al menos, intentarlo. El despreciar el conocimiento de las historias de quienes dejan todo y se arrojan al Estrecho en un kayak, en una toy de playa, o en un neumático, ayuda a fomentar ese sentimiento de plan estratégico para cargarse Ceuta y Melilla, con el añadido del miedo colectivo porque la invasión no ha hecho más que comenzar.
Siempre ha habido poderes interesados en que el concepto machacado hasta el hartazgo, ahora, en redes sociales cobre su protagonismo en determinados partidos políticos que no ven más allá de la inmigración, Marruecos y las guerras maquiavélicas para seguir recogiendo votos.
A Ceuta han llegado jóvenes que se han decidido a cruzar porque era la única manera de mantener a sus familias, otros que carecían de cualquier futuro para subsistir y demasiados que han tenido que escapar de una tierra que no les ofrece nada. Lo que interesa es dibujar esos cruces como los desarrollados por delincuentes o pasadores de droga, no los obligados por una de las peores sangrías económicas que vive la zona norte de un país cuyo monarca centra sus esfuerzos en sus nuevas posesiones y deja que su juventud muera, huya o malviva.
Curioso: cuando dejo un comentario, en general acido lo confieso, o no se publica o se publica para el dia siguiente, cuando persona lo leera. No soy adepto a las tesis conspiracionistas pero en este caso...