A plena luz del día, buscando el despiste, vestidos con ropa de calle… En cualquier momento adultos y menores se echan al mar para llegar a Ceuta. Es el objetivo.
La Guardia Civil mantiene al Servicio Marítimo prácticamente fijo controlando a los nadadores, sin poder separarse ni tres millas de Ceuta ya que la encomienda principal es salvar vidas.
La ralentización en la respuesta que da Marruecos, que en niebla ni siquiera saca a sus unidades marítimas, lleva a esta unidad del Instituto Armado a hacer continuas incursiones en el lado marroquí evitando, literalmente, que la gente se ahogue.
La embarcación se adentra, intercepta a los jóvenes en el mar y en ocasiones los agentes a pie de playa fronteriza sacan su embarcación para recogerlos.
Mientras la Guardia Civil realiza estos quehaceres, teniendo el servicio de vigilancia del espigón como algo permanente, una patrullera marroquí se mantiene en la zona, a lo lejos, de forma presencial.
Es el día a día en esta ruta en la que, por ejemplo, la pasada madrugada de niebla intentaron cruzar decenas de personas en una jornada más de presión de la que no da cuenta el Ministerio del Interior. Fueron interceptados varios menores y un grupo de argelinos que pasa a ocupar el Centro de Estancia Temporal del Jaral (CETI).
Las unidades españolas se adentran en Marruecos ante los constantes intentos de cruce de nadadores que ponen en riesgo sus vidas, y lo hacen precisamente para evitar auténticas tragedias.
En el país vecino se ha intentado evitar el acercamiento de bañistas a las playas fronterizas argumentando motivos de seguridad que, no obstante, han obtenido el rechazo y las protestas sociales.
Los aspirantes a ese cruce buscan de cualquier forma mezclarse entre bañistas para seguir la ruta a nado hasta Ceuta o bordear la línea fronteriza. Son incursiones constantes, sin horas ni parón.
La caradura de pasar porque a ellos les sale de los mismísimos...
Total suma y sigue