A veces se siente la angustia de la depresión, de la negación a la vida, de la abstracción de la mente, de ese abandono de uno mismo en la oscuridad de los pensamientos, que ni siquiera llegan a crecer sino que se quedan en la pequeñez de la nada. A veces se siente esa oscuridad en el alma que impide ver esos principios de luz que intentan abrirse paso para que puedas ver la realidad de la vida, de la que debes tener constancia porque eres un ser con vida, un ser llamado a la acción, a la participación en la vida de los demás y hasta es posible que estés llamado a acompañar a alguien en el camino de la vida. Deja entrar en tu alma esos brotes de luz para que la negación a la vida que te estaba dominando desaparezca, barrida por esa luz que volverá a inundar tu alma con la alegría del amor hacia el que sufre por algo.
Una palabra tuya, llena de cariño, se convierte en luz que da vida a quien está sumido en la oscuridad de la mente. Si te paras a pensar; aunque sólo sea un poco, te darás cuenta de la inmensa falta de luz en la que está inmersa muchísima gente y que lo está pasando mal porque se siente desasistida, sin un punto de apoyo, sin una palabra que le ayude a caminar con seguridad. Tú puedes hacerlo; tú puedes poner tu corazón - lleno de amor y de afán de servicio - junto al de esas personas que no acaban de encontrar la felicidad de alcanzar a ver y entender lo que hay en su alma. Te necesitan y tú puedes hacer que sus vidas cambien, al tiempo que la tuya se va enriqueciendo con esa luz de amor y de entrega que inunda tu alma, cada vez más, cada vez con más fuerza, cada vez con más brillo a la par que te habla de humildad.
Necesitas esa humildad para reconocer tus deficiencias, tus errores, tus pasos en falso y también tus abandonos ante cualquier dificultad que consideras insalvable y que oprime tu ánimo. Tu también necesitas - como cualquier otra persona - volver los ojos de tu alma a la luz de la verdad, para no vivir engañado aunque sólo sea por unos instantes. ¡Es tan fácil equivocarse, tan fácil cerrar los ojos a la luz de la verdad! que no se debe bajar la guardia nunca, en ningún momento ni por ninguna causa, por mucho que nos la alaben; nos perderíamos en la oscuridad y dejaríamos sin ayuda a mucha gente. Ayer por la tarde, en la Misa de la festividad de San Josemaría Escrivá - Fundador del Opus Dei - celebrada en la Catedral, vi a mucha gente joven; gente que en su alma tenían la luz del amor a los demás.
Vivimos en un tiempo en el que es muy necesaria, en el alma de cada cual, la luz de la Verdad. Estamos dominados por las circunstancias que, desde luego, no son las más favorables para quienes han de ganarse un sueldo cada día. Son muchas las desventuras que hay entre la gente de nuestro país y muchas, también, las dificultades para encontrar las soluciones adecuadas a esas graves circunstancias. Siempre hay que preocuparse por los demás, pero ahora es mucho más necesaria esa luz que inunda el alma, que la llena de amor y que la hace abandonar ese clima de abandono de uno mismo. Hay que estar muy cerca de los demás - de los que más sufren, sobre todo - para llevarles el calor del amor, de la comprensión y del aumento de su ánimo para seguir luchando. con fe. por un futuro mejor.
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