El arte de la simulación no es lo mejor para el ser humano; se vive - hay que vivir - haciendo realidad todas y cada una de las aspiraciones y sentimientos nobles de las mujeres y hombres.
Todo lo que no sea así es fracaso, tanto de las ilusiones - a veces alocadas - como de cualquier proyecto de vida al que no se le dedica todo la atención y el esfuerzo que precisan. Las fantasías están bien para entretener a los pequeños mientras los mayores hacen sus trabajos, pero nada más.
Alimentar la mente de personas mayores con aventuras de muñecos, u otras cosas por el estilo, es una insensatez; es definir la vida como una ligereza de la que no hay que preocuparse porque siempre tiene un final feliz.
Hay quienes parece que no se dan cuenta de la realidad de la vida, o que tal vez prefieren no preocuparse de ello; esta insensatez no conduce al bienestar de la gente, incluso parece que en algunos aspectos les produce satisfacción. Ignorar los sentimientos religiosos de la gente y atacarlos no pocas veces es una insensatez y desprecio de los mismos.
¿Cómo se puede aspirar a ser una persona consciente al actuar de esa manera?.¿Cómo se puede decir, una y otra vez, por quien así se comporta, que sus juicios son razonables? No lo son; en absoluto, y es necesario que corrija esa forma de exponer sus planas.
No se puede - por ejemplo - hablar de una mejora de vida si el precio del barril de crudo no aumente, sino de las medidas que se toman ya pensando que lo más probable que ese precio aumentará. Plantear la excusas y no los planes de acción es mostrar que no se sabe lo que hay que hacer.
La vida de la persona, como la de cualquier Nación, hay que fundamentarla en acciones concretas teniendo en cuenta todo aquello que pueda ser perjudicial. Las excusas no son la mejor actitud personal en la vida y tampoco lo es en la acción de cualquier gobernante o persona que tenga conferida una determinada responsabilidad de dirección o de mando, por pequeño que éste lo sea.
Más aún en situaciones difíciles y complejas, en las que la urgencia se impone como condición básica. Es esas ocasiones más que palabras son necesarias acciones bien orientadas, con fundamento sólido y sin cabos sueltos.
Cuando se habla con serenidad y conocimiento de causa, sin excluir los peligros y las dificultades que entrañen las decisiones a tomar, se logra la confianza de quienes han de llevarlas adelante con su trabajo y toda clase de esfuerzos, incluidos los sacrificios correspondientes, por duros que puedan llegar a ser.
Hay mucha gente agraviada en nuestro país por decisiones tomadas de forma caprichosa, sin valoración objetiva y sin atender las razones que han expuesto y siguen exponiendo acerca de los daños que sufren.
¿Por qué ese empeño en ignorar a esa gente que no trata de derrumbar nada, sino de que sean tenidos en cuenta como seres humanos con derechos y deberes personales?
Es necesario algo más concreto y justo en nuestro país; no acciones absurdas que hacen daño, que dividen a la gente, que la desconcierta en su totalidad, que no pueden entender que hoy se niegue a unos lo que mañana se concede a otros.
La vida es mucho más seria y noble. No se la debe tratar caprichosamente.
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