Que Ceuta sea pobre o no lo sea, depende del prisma desde el que se le mire. Si atendemos a lo que dice Europa, evidentemente somos ricos.
Por esto ya no somos objetivo número 1 a los efectos de Fondos de Desarrollo. Si analizamos lo que dice el Gobierno de la nación, también lo somos. La prueba está en el caso que nos hacen en lo referente a la Educación o la Sanidad. Pero si simplemente escuchamos a la mayoría de la población, nuestra pobreza se ve a diario en las calles. Aunque siempre tengamos a los cuatro estómagos agradecidos que nos digan que los “bares están llenos”. De forma más rigurosa, European Anti Poverty Network, en su cuarto informe sobre el Estado de la Pobreza en España nos indica que nuestro país, no sólo no ha avanzado en la reducción de la pobreza y la exclusión social, sino que la misma ha aumentado enormemente. Concretamente, un 27,3% de la población (12.866.000 personas) ha incrementado su pobreza. Asimismo nos indican que, en general, en el norte se soportan tasas menores que en el sur. Los extremos los ocupan Navarra, País Vasco y Aragón, con tasas inferiores al 20%; y Canarias, Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía, con tasas entre el 35% y el 39%. Pero citan de forma especial a Ceuta, con un 47% de su población en riesgo de pobreza y/o exclusión social, y una tasa de Privación Material Severa del 15,3%. En estudios realizados con anterioridad sobre Ceuta, por parte de grupos de investigadores de la Universidad de Granada, se resaltaban algunas diferencias de nuestra economía respecto a la del resto del país. Por ejemplo, ya se detectaba que en la primera década de este siglo, el crecimiento de la economía ceutí estaba condicionado por las diferencias en la dotación de factores productivos. Concretamente, la dotación de capital en relación a la población se alejaba mucho del promedio nacional. Asimismo, en lo referente al sector manufacturero también se tenían grandes desventajas. Nuestras ramas dominantes eran las de productos alimenticios, bebidas y tabaco, con una baja intensidad en I+D y reducida capacidad competitiva. También se vislumbraba entonces un creciente deterioro del comercio exterior. Sin embargo, las estadísticas indicaban que la renta per cápita en Ceuta había experimentado una evolución muy positiva, lo que implicaba unas altas tasas de convergencia real con España (90%) y con la Unión Europea (95,3%). Esta situación contrasta severamente con el dato que damos al principio de este artículo, de que casi la mitad de la población ceutí esté en riesgo de pobreza. De la misma forma, también es contradictorio con que seamos la segunda región con la tasa más alta de paro (30,46 % frente a una media nacional del 22,39 %) y con que tengamos la más alta tasa de fracaso escolar del país. ¿Cuál puede ser la razón? Posiblemente estemos ante un efecto estadístico de dos hechos diferentes. Por un lado, el alto porcentaje de nuestro sector servicios (90% de la economía) y dentro de este, del sector de la administración pública (50%). Por otro lado, aunque relacionado con el anterior, por el efecto del plus de residencia (25% para el sector privado y 33% para el sector público), combinado con el de las bonificaciones en el IRPF y en el Impuesto de Sociedades. En un estudio que se hizo para el extinto Consejo Económico y Social de Ceuta, sobre el impacto que causaría a la economía ceutí el incremento del plus de residencia desde el 25% al 33% para todo el sector privado, se manejaron datos combinados de la Agencia Tributaria y de la Seguridad Social. Los resultados fueron estos. La Renta Interior Bruta de Ceuta era en 2009 1.832,8 millones de euros. La población activa era de 31.500 personas. Los trabajadores declarantes al fisco fueron 18.039 personas, con un importe de 237 millones de euros. Las personas inscritas a la Seguridad Social eran 16.051, de los que unos 3.151 eran trabajadores de las Administraciones Públicas y 451 de Educación. El salario base medio calculado para el total de la población ascendía al 70% del total de rentas. Si sobre esta cuantía aplicamos el porcentaje del plus de residencia, el impacto sobre el PIB local ascendería a casi el 1%. Si a esto sumamos los efectos del resto de bonificaciones sobre nuestra renta per cápita, rápidamente llegamos a la conclusión de que la misma no es tan alta como nos la pintan. Si además pensamos que más allá del 30% del total de funcionarios públicos hay un alto porcentaje de la población con salarios muy bajos, tendremos la explicación de por qué casi la mitad de nuestra población está en riesgo de pobreza. Por esta razón, la iniciativa de Caballas, integrada en la coalición Primavera Europea, de llevar a la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo la propuesta de que se revise nuestra posición estadística en Europa, a efectos de ayudas, a la luz de las anteriores consideraciones, es muy pertinente, además de oportuna. Lo que debemos esperar es que, por fin, se den cuenta de nuestra situación real.
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