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Errare humanum est, perseverare diabolicum

Mles de personas intentaron concentrarse el viernes ante el Parlamento de Rabat para mostrar su repulsa por la amnistía acordada a un pedófilo de origen iraquí y nacionalidad española. Interpelado de pleno en mi fibra ciudadana yo fui de los que acudió a la cita. Acudí como vecino de la capital de Marruecos y como español, doblemente requerido por la gracia al violador. Acudí como padre, horrorizado por las fechorías del "monstruo de Kenitra", infamias que las que éste incluso se jactaba, haciendo públicas instantáneas en las que se le ve en pleno devaneo con sus jóvenes víctimas, ¡algunas de ellas de apenas cuatro años de edad! Y acudí impelido por una gran curiosidad, sorprendido por la fulgurante expansión de la ola de indignación, a través de portales de información y redes sociales. Impresionado de como en unas pocas horas más de 20.000 personas dijeron "basta", unánimes y solidarias en su repugnancia por lo acaecido, exigiendo explicaciones y la restitución de su dignidad herida, y se organizaban para salir a la calle.
Policía y fuerzas auxiliares habían tomado la parte central del Boulevar Mohamed V y la acera aledaña a la sede parlamentaria. Imposible acceder, atravesar el cerco. La gente se arremolinaba ante el perímetro bloqueado, a la expectativa, a la espera de un gesto de las autoridades, o incluso de una muestra de debilidad de los cuerpos del orden, para cumplir con su propósito. Era una movilización sin banderas. Ni partidos políticos, ni asociaciones de derechos humanos, ni el tan mitificado Movimiento del 20 de Febrero o el recién llegado Tamarod, ni tan siquiera las hordas islamistas, se atribuyeron el mérito de la protesta. Indignado en su fuero interno, cada individuo allí presente respondía por él mismo. Gente de toda clase y extracción: jóvenes y menos jóvenes, militantes y no tan militantes, modestos trabajadores, profesores universitarios, funcionarios gubernamentales, cuadros del sector privado, empresarios, muchos llegados de otras localidades. Para muchos era la primera vez que participaban en una manifestación.
Las proclamas arrecian. Las iras de se dirigen contra los responsables de la liberación del criminal. Se escuchan proclamas y aparecen pancartas con eslóganes como "vergüenza internacional", "ni derechos ni libertades", "¿dónde está la justicia?" o "el estado protege la violación de niños marroquíes". Sin mencionarlo, el jefe de estado estaba en la mente de los presentes. Demasiado para las fuerzas del orden. Los efectivos de seguridad desatan su fuera contra los manifestantes. Decenas de personas, incluidos periodistas y fotógrafos, resultan heridas. "Una represión desproporcionada", coincidieron en señalar los medios, perplejos ante un tal despropósito para contrarrestar una "lógica reacción ciudadana". Manifestaciones similares habían sido dispersadas a lo largo de la tarde en Tánger y Tetuán. "No quieren que la gente se percate de que el rey también comete errores", me dijo un conocido periodista marroquí mientras tratábamos de esquivar la enésima carga policial.

Una de espías
Daniel Galvan, de 65 años de edad, fue arrestado en Kenitra, 30 kilómetros al norte de Rabat, en 2011. Tras ser juzgado es condenado a 30 años de cárcel y a indemnizar con 50.000 dirhams (unos 4.400 euros) a seis de sus víctimas. La sentencia es confirmada en apelación en septiembre de 2012, siendo hasta la fecha es la más dura pronunciada por un delito de pederastia en Marruecos. Aún así Galván forma parte de un grupo de 48 reos españoles indultados por el rey Mohamed VI con motivo de la Fiesta del Trono. Fuentes próximas al gabinete real marroquí han insinuado que la medida había sido adoptada en respuesta a una petición Don Juan Carlos durante su reciente visita. Fuentes de la Casa Real española aseguran que el rey únicamente habría intercedido en favor de un preso encarcelado en Tánger por cuestiones de narcotráfico, de avanzada edad, pidiendo su traslado a una cárcel española para poder ser atendido de una grave enfermedad. En ausencia de una explicación oficial, Daniel Galván, a quien se le prohibe volver a poner los pies en Marruecos, es puesto en libertad y, a través de Ceuta, abandona el país.
“El pedófilo fue indultado a instancias de los servicios secretos españoles”, tituló portal  de informaciones Lakome, el primero en revelar que entre los beneficiarios de la gracia real figuraba el pederasta. “Se trata de un acuerdo entre la Dirección General de Estudios y Documentación (el servicio secreto marroquí) y su equivalente español”, el Centro Nacional de Inteligencia, señaló Lakome. La puerta a rumores y especulaciones estaba abierta, en un mundo, el árabe, donde historias de complots y espionaje seducen aún a demasiada gente. El abogado de Galván, Mohamed Benjedou, confiesa - ahora - que el pedófilo, oriundo de Basora, en Irak, le dijo había sido un oficial del ejército iraquí que colaboró en la caída de Saddam Hussein. Y al terminar su misión en Irak el CNI le ofreció una identidad falsa, convirtiéndolo en un catedrático universitario jubilado que se instala en Kenitra. La trama está servida. Por mi parte, siempre he creído que si se les llama "servicios de inteligencia" será por algo y que a nadie interesa que estalle una bomba de semejante magnitud en la sociedad marroquí. Por otra parte, más allá de la foto que Aznar se hizo en su momento en las Azores, dudo que los servicios españoles hayan sido determinantes en la secuencia de hechos en Irak...
¿No hubiera sido más fácil emitir un comunicado explicando lo ocurrido? ¿Asumiendo el error que ha supuesto la liberación de Galván? Los marroquíes lo hubieran comprendido. Nadie puede creer que Mohamed VI ha acordado de forma consciente su gracia al violador de once niños. Y reconocer que la lista fue establecida en el último momento, sin pasar por la preceptiva comisión que se reúne antes de promulgar una amnistía, en la que participan el titular de justicia, el director de amnistías y asuntos penales, así como funcionarios de interior y de la administración penitenciaria. ¿Por qué no aceptar que ha sido un exceso de celo por consideraciones de índole diplomática, para estrechar aún más los lazos entre Madrid y Rabat tras la visita de Juan Carlos? ¿Por qué no proclamar la apertura de una investigación para dirimir responsabilidades? Y asumido el error, ¿por qué no dar instrucciones al ministerio de justicia para dar marcha atrás a la puesta en libertad del criminal? Ahora el mal ya está hecho. El pederasta está libre, sin posibilidad de volver a juzgarlo. A falta de una explicación oficial, se suceden los argumentos oficiosos, sobre espías, guerras de clanes en el seno del gabinete de Mohamed VI, injerencias francesas para envenenar las relaciones hispano-marroquíes... Lo peor es que el pueblo está dolido y exige justicia. Errare humanum est, perseverare diabolicum.

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