Hay cosas que nadie discute, una de ellas, que la Guardia Civil es el Cuerpo de Seguridad más valorado. Esto nos enorgullece a los que somos o fuimos guardias civiles, porque todos somos partícipes de los éxitos de la Guardia Civil. Ser guardia civil es un sentimiento, un sinónimo de honradez, de trato correcto al ciudadano, de compromiso con la sociedad. El reglamento lo define como “un pronóstico feliz para el afligido”, es decir, donde hay un guardia civil hay una persona dispuesta a socorrer y ayudar.
El nacimiento del movimiento asociativo y la legalización de las Asociaciones Profesionales en la Guardia Civil desencadenó en una constante conquista de derechos que ya disfrutaban los Cuerpos de Seguridad. Derechos que van desde una nueva ley disciplinaria más garantista, pasando por la nueva jornada laboral, hasta una nueva orden general sobre vacaciones y permisos idéntica a los funcionarios. Estas batallas de las organizaciones representativas han acabado con carencias históricas de derechos y ha permitido visualizar una realidad distinta a la oficialista más conservadora. Sin embargo, las Asociaciones Profesionales no pueden caer en el error de creer que todo lo antiguo es arcaico, malo y desacertado, porque hay valores que los guardias civiles no podemos permitir que se pierdan y, mucho menos, que las organizaciones profesionales se esfuercen en dinamitar lo bueno que hemos heredado, en lugar de trabajar y luchar para conseguir lo que realmente interesa a los guardias civiles.
La Guardia Civil ha tenido y tiene presencia en todo el país y los ciudadanos saben que el sacrificio y la exigencia a los guardias civiles ha sido superior a otros cuerpos policiales. Más horas de servicio, destinos en pueblos pequeños, donde difícilmente podían estudiar nuestros hijos, una rígida disciplina y unos servicios más exigentes. Esta realidad incuestionable no pasó inadvertida para la clase política española, aunque ese reconocimiento no se reflejó en las nóminas de los guardias civiles, todo lo contrario, porque fuimos y somos los que menos cobramos.
Durante los muchos años que -llevo y llevamos- en esta lucha por hacer justicia con los guardias civiles he tenido la posibilidad de hablar de este tema con políticos de primera línea de derecha, centro e izquierda, todos coinciden en lo mismo. Todos respondían lo mismo “esa desigualdad es intolerable, injusta y la vamos a corregir”, sin embargo, nunca se ha llegado a corregir. Sólo decir que un sargento de Policía Local a cargo de veinticinco hombres puede cobrar más que un capitán de la Guardia Civil a cargo de 350 guardias civiles y, en esa línea, el resto de los empleos. Puntualizar, para evitar malos entendidos, que no es injusto que los policías locales, autónomos o nacionales cobren más; es injusto, que los guardias civiles cobremos menos.
La aprobación de la moción presentada en el Congreso de los Diputados por Ciudadanos para mejorar el sueldo de los guardias civiles y eliminar las desigualdades retributivas con el Cuerpo Nacional de Policía ha sido muy bien recibida por los guardias civiles. Además pone en evidencia dos cuestiones fundamentales, la primera, que somos los que menos cobramos, porque no se hubiera debatido esta cuestión en el Congreso; la segunda, que la clase política y nuestros diputados saben y sabían de estas desigualdades.
El resultado de la votación es incuestionable, 327 de los 340 diputados han votado a favor de mejorar nuestros salarios y nuestras condiciones laborales y, por tanto, acabar con estos agravios. Un reconocimiento que debemos agradecer los que formamos parte de la Institución, pero esta votación no significa que empezaremos a cobrar más, sólo que existe esa posibilidad y que nuestros diputados saben que estas diferencias existen y deben corregirse. Tampoco sabemos cuándo empezará a materializarse el sentir de nuestros diputados, pero somos conscientes que existe el compromiso de remover los obstáculos que impiden esta desigualdad retributiva.
Un reconocimiento que se une al del flamante director general de la Guardia Civil, José Manuel Holgado Merino, que en el último Consejo de la Guardia Civil se comprometió en acabar con estas desigualdades y lo hizo de forma sincera, sin intentar levantar falsas expectativas. Más tarde, en una conversación privada, volvió a reiterarme ese compromiso, entre otras muchas cuestiones. Un director que conoce a la Guardia Civil, al ejercer como magistrado en la Audiencia Provincial de Sevilla, entre otros destinos, es la mejor carta de presentación para defender esta justa reivindicación.
Hasta ahora, todo va por buen camino, pero no deben olvidar las Asociaciones Profesionales de Guardias Civiles, que el compromiso arrancado en el Congreso de los Diputados y al director general de la Guardia Civil, es equiparar nuestras retribuciones con el Cuerpo Nacional de Policía, no en equipararnos con las Policías Autónomas y Locales. Sin duda es un paso importante, pero nos quedaremos muy lejos que de estas fuerzas de seguridad. Este es el camino que debemos recorrer, pero SINTIÉNDONOS ORGULLOSOS DE SER GUARDIAS CIVILES, sintiéndonos orgullosos en vestir el verde oliva.