Las convulsiones (crisis) causan cambios en el movimiento, el comportamiento, la sensación o la conciencia, incluida la pérdida de conciencia o las convulsiones propiamente dichas y más conocidas. Duran desde unos pocos segundos hasta unos pocos minutos en la mayoría de las personas. Las crisis epilépticas pueden ocurrir en niños y adultos.
Es muy importante dejar claro que la epilepsia no es una forma de enfermedad mental o disfunción intelectual.
La mayoría de las personas equiparan la epilepsia con convulsiones (movimientos bruscos de todas las extremidades y emisión de espuma por la boca). Pero las crisis epilépticas pueden producir muchos síntomas diferentes. Los grandes grupos de ataques se denominan parciales (actualmente llamados focales) y generalizados. Los síntomas pueden variar desde convulsiones en todo el cuerpo hasta simplemente mirar al espacio y contracciones musculares apenas perceptibles. Cada tipo de crisis tiene un conjunto distinto de síntomas.
Ataques de ausencia Las crisis de ausencia producen síntomas de desconexión de los estímulos circundantes; el paciente parece "ausente de su cuerpo" y mira fijamente durante unos segundos y luego parece normal, no recordando el incidente. Estos tipos de crisis pueden comenzar entre los 4 y los 14 años. Algunas personas pueden experimentar muchas a lo largo del día. No es infrecuente que niños y adultos puedan tener crisis de ausencia durante años antes de ser diagnosticados porque duran tan poco tiempo que los cuidadores o familiares pueden no notarlas.
Convulsiones tónico-clónicas generalizadas A diferencia de las crisis de ausencia, las crisis clónicas tónicas generalizadas se reconocen fácilmente. Estas convulsiones generalmente comienzan con el endurecimiento de los brazos y las piernas, seguido de movimientos bruscos de las extremidades. Muchas personas pueden caer de una posición de pie cuando ocurre la convulsión, con el consiguiente peligro. Se puede perder el control de la vejiga o el intestino y puede morderse la lengua o las mejillas. Estas crisis pueden durar hasta unos tres minutos, después de lo cual la persona puede sentirse débil y confundida. Las convulsiones tónico-clónicas que duran más de cinco minutos constituyen una emergencia médica y debe llamarse al 112.
Crisis parciales Mientras que las convulsiones tónicas clónicas generalmente involucran a todo el cerebro, las convulsiones o crisis parciales involucran solo a un lado del cerebro. Las crisis parciales pueden clasificarse como simples o complejas.
Las simples generalmente involucran una sola parte del cerebro, como el área motora, el área sensorial u otras. Los síntomas estarán relacionados con el área afectada; por ejemplo, el área motora provocará un cambio en la actividad motora, como movimientos bruscos de los dedos o las manos, o si se encuentra en el área sensorial, oye sonidos u olores que no están presentes. Las complejas ocurren en el lóbulo frontal o temporal del cerebro y a menudo involucran otras áreas del cerebro que afectan al estado de alerta y la conciencia. Estas convulsiones provocan estados de ensueño y, a veces, implican actividades inusuales, como levantar los brazos como si hubiera algo delante, repetir palabras o frases, reír u otras actividades.
Causa de la epilepsia Según la OMS, se desconoce la causa específica de la epilepsia en aproximadamente la mitad de todos los pacientes epilépticos. Sin embargo, hay una serie de afecciones que pueden provocar epilepsia, como son los defectos de nacimiento, la privación de oxígeno al cerebro, ictus, lesiones graves en la cabeza (traumatismos craneoencefálicos), infecciones cerebrales (meningitis, encefalitis, abscesos), alteración del tejido cerebral (por ejemplo, enfermedad de Alzheimer), toma de determinados fármacos, falta de sueño, hipoglucemia, ingesta de alcohol...entre otras.
Epilepsia en niños Algunos niños que desarrollan epilepsia pueden superar la condición en unos pocos años. Sin embargo, muchos niños, al igual que los adultos, previenen las convulsiones tomando medicamentos con regularidad. Aproximadamente del 70 al 80% de los niños pueden controlar completamente su condición. Si su hijo tiene convulsiones que todavía ocurren esporádicamente con medicamentos, es conveniente comunicar su situación con el personal de la escuela para que su hijo pueda continuar con seguridad la mayoría de las actividades en el aula.
Diagnóstico El diagnóstico de la epilepsia comienza con un historial médico y un examen físico del neurólogo junto con un historial detallado que describe las convulsiones individuales. Se utilizan también otras pruebas, como un EEG (electroencefalograma) que registra la actividad eléctrica del cerebro, una tomografía computarizada (TAC/escáner) o resonancia magnética del cerebro, y análisis de sangre para descartar enfermedades o alteraciones metabólicas que puedan ser el origen de las crisis
Las imágenes de las tomografías computarizadas o resonancias magnéticas, así como el EEG, son útiles porque ayudan al médico a identificar ciertos tipos y causas de convulsiones, como tumores o coágulos sanguíneos, o pueden sugerir otras causas responsables de dichas crisis. La mayoría de los médicos consideran que estas pruebas son esenciales para ayudar a planificar cómo tratar al paciente de forma individualizada.
Complicaciones de la epilepsia Aunque la mayoría de las personas con epilepsia hacen una vida normal y rara vez sufre lesiones por convulsiones, hay algunos pacientes, especialmente aquellos con convulsiones tónico-clónicas o generalizadas que pueden necesitar tomar precauciones especiales, como usar un casco para proteger la cabeza durante las caídas o evitar nadar, o tomar un baño sin alguien presente para intervenir (evitar ahogamientos), si ocurre una convulsión. Otras precauciones durante actividades como conducir, cuidar niños, ir a la piscina, caminar cerca de alturas, bordes de andenes, bordillos, cerca de la carretera, excursiones al monte, y participar en deportes deberían ser supervisadas por otras personas, evitando que tanto el paciente como los que le rodean, puedan sufrir algún daño ante una pérdida brusca de conciencia con o sin convulsiones.