Categorías: Opinión

Entre la desolación y la impotencia

El momento es dramático. Arde la calle. Sindicatos y partidos de la oposición, lejos de arrimar el hombro ante la gravísima situación económica, optan por el acoso y derribo al gobierno. Es incomprensible que PP y PSOE no sean capaces de entenderse, mientras CIU y PNV, como ya no hay pastel que repartir, opten por su particular guerra, cuando no, como Artur Mas, incitando a la revolución de las CC. AA. Europa y los mercados nos miran con recelo. Lógico. Con una deuda de 970.000 millones de euros, un déficit público de 90.000, los cien mil millones de más que precisa nuestro sistema financiero, la prima de riesgo por encima de los 600 puntos, la bolsa con una pérdida del 27 por ciento en lo que va de año y la impotencia para hacer posible un gran pacto de Estado que ponga freno al derroche y a la insostenible estructura económica del estado de las autonomías, el panorama, ciertamente, es desolador.
Los sacrificios impuestos a la ciudadanía han llegado a sus niveles máximos y la paciencia ha terminado por estallar  en la calle. Rajoy está contra las cuerdas. Con las arcas vacías y las exigencias de nuestros socios, ni éste ni cualquier otro gobierno puede hacer milagros. Llevábamos tres años de retraso en adoptar medidas que otros países como Alemania, Francia, Holanda e incluso Italia hicieron en su momento, mientras el anterior ejecutivo miraba para otro lado o nos salía con la fábula de los brotes verdes.
Las administraciones públicas zozobran. Se reducen las inversiones, las ayudas al desarrollo y tantísimas otras partidas de los presupuestos por falta de financiación. España habrá de pagar este año 30.000 millones por los intereses de la deuda y 38.000 el próximo. Nos financiamos a un interés que hace imposible el desarrollo de las políticas sociales o que permita atender los servicios públicos. A todo esto, IU habla de fraude democrático, de incumplimiento del programa del gobierno como si éste, antes de llegar al poder, hubiera podido adivinar tan desoladora situación. Y ya, en el colmo del disparate, los de Cayo Lara y CC.OO. exigiendo un referéndum ante las medidas adoptadas, como en Suiza, país en el que, por cierto, no se subvenciona a los sindicatos, como si la democrática legitimidad de las urnas no sirviera para nada.
Podremos ser más o menos razonables con los sacrificios que venimos soportando, pero ya está bien de que todo el peso de la crisis recaiga sobre la sufrida ciudadanía. Aplíquense fuertes recortes sobre los gastos suntuosos de tantos políticos. Suprimamos el Senado. Vayamos hacia un gran pacto para que las autonomías reduzcan cargos e instituciones innecesarias que duplican las del Estado. Comunidades que, en gran medida, son también culpables del aumento y desbordamiento del déficit público. ¿Cómo sostener su sofisticada estructura, tan parecida a la de 17 pequeños estados, cuando la viabilidad económica del país está por los suelos? Acaso una nada deseada intervención podría hacer posible lo que aquí somos incapaces de acometer.
Muy razonable la reducción del 20 por ciento de las asignaciones de sindicatos y partidos políticos, ahora que se nos exigen esfuerzos cada vez más traumáticos. Partidos, sindicatos o la propia patronal deberían subvencionarse con sus propios recursos, no sólo ante la actual situación sino para garantizar su total independencia del gobierno de turno. Como el propio tijeretazo de los 6.000 liberados sindicales que retornarán a sus puestos en las tres administraciones, lo que, según Hacienda, supondrá un ahorro de 50 millones de euros en la estatal, casi 150 en la autonómica y 43 en el caso de los ayuntamientos. Cuestiones y situaciones con las que podríamos seguir y que tanto nos escuecen en estos críticos momentos, como que un lendakari se vaya a su casa cobrando 97.000 euros para el resto de su vida.
En medio de esta vorágine en la que hablar de economía es el pan nuestro de cada día, quién nos lo iba a decir, uno se aferra a pensar en positivo, sensación que los políticos no son capaces de transmitirnos. España es líder en ingeniería civil lo que le hace estar presente en las principales obras del mundo, en los AVEs de La Meca, o en la construcción de desaladoras. Somos referencia internacional en biomédica, en agroindustria o en la industria textil con firmas como Inditex o Mango. Hemos sido capaces de salir de otras situaciones muy difíciles, nuestras exportaciones han aumentado en un 6 por ciento y podemos y debemos aspirar a ser receptores de un turismo de primera calidad. De momento y con la esperanza también de que el BCE reaccione y ponga coto a la prima de riesgo, habrá que tratar de seguir en pie hasta 2014 año en el que, según el informe del Banco de Santander, quien resista tendrá unos mejores horizontes.

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