¿La enseñanza obligatoria hasta los 18 años?

Como suele pasar a principios de año comienzan a darse noticias relevantes, proyectos, subidas y bajadas de precio, pensiones y negociaciones pendientes.

No es que la vida cambie mucho o tal vez nada. Sumidos en la neblina de invierno y los buenos deseos de la Navidad, al salir de ella vemos que estamos más gordos, que no nos tocó la lotería, que no aprendimos inglés, y que los que fuman no han dejado de fumar abandonando sus promesas. Agua de borrajas, deseos escritos mientras suenan las campanas del 31 de diciembre.

Suelo leer y devorar la prensa para recordar lo que ha pasado en estos 365 días. Sin novedades en el frente, la vida sigue igual que siempre y como dicen los más ancianos: “Los mismos perros con distintos collares”.

Como me dedico a la docencia vuelvo a mi redil ya que la cabra tira al monte.

Leo que hay un proyecto de ampliar la educación hasta los 18 años como enseñanza obligatoria; ahora la ley considera que La ESO (Enseñanza Secundaria Obligatoria) es hasta los 16 años. No estamos en el mejor de los mundos posibles y sabemos que “la realidad añade dolor”.

Lo que pasa en los centros lo saben los profesores. ¿Qué sucedería si sometiéramos a votación esta propuesta a los profesionales de la educación?

"Sé que las leyes no son buenas ni malas y que en el “espíritu del legislador” está la disposición de mejorar lo anterior"

Encontrarse en el aula alumnos de 16 años con más de 30 asignaturas suspendidas, promocionados por ley, disruptivos, con familias desestructuradas, con todos los apoyos que la ley permite; con todo ello nos enfrentamos a diario, es más verdad que dos por dos son cuatro.

Los chicos se sienten presos y nosotros somos los carceleros contra los que descargan su violencia, si ira y su frustración. Me estoy refiriendo a discentes que renuncian por activa o por pasiva a permanecer en un centro; retenidos, apresados, en una guerra constante con cualquier tipo de autoridad académica o programa diseñado para ellos.

El fracaso anunciado y el conflicto constante y desmedido hace que otros alumnos pierdan oportunidades de seguir las clases en condiciones.

Obligar a una persona con 18 años supone un auténtico dislate para toda la comunidad educativa.

Sé que las leyes no son buenas ni malas y que en el “espíritu del legislador” está la disposición de mejorar lo anterior.

Becas, ayudas, Formación Profesional, más profesores, más medios, todas las oportunidades habidas y por haber es lo que realmente necesitamos. Reducción de ratios, eliminación de una burocracia absurda y asumir que no podemos gastar nuestro tiempo ni dinero en educar sino en ENSEÑAR. No ensuciar, respetar, saber estar, no ponerse a dormir, llegar tarde, destrozar el material, hacer lo que a uno le dé la gana en cualquier momento. Esos deberes se hacen en casa. La escuela es para otros menesteres.

El máximo castigo con el que puede ser sancionado un alumno es el cambio de centro. Así se entiende lo que es la enseñanza obligatoria.

El Estado protegerá a los que quieren destruir lo que construimos entre todos. El paripé y la hipocresía tendrán derecho a ocupar un pupitre hasta los 18 años.

Por favor, señores políticos, hablen con los maestros y profesores, vengan a las aulas, pisen tierra y cambien lo que haya de ser cambiado. (Mutatis mutandis). Dejen de herir la enseñanza pública porque no tendremos con qué defenderla.