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"En los primeros meses logramos que más de cien militares escritores se inscribieran"

El militar y escritor Enrique Domínguez Martínez-Campos, protagonista del nacimiento de la Asociación Española de Militares Escritores (AEME) y de la Asociación Academia de las Ciencias y las Artes Militares (ACAMI), habla con El Faro de Ceuta de estos encomiables logros que han venido a normalizar y presentar a la sociedad el trabajo de los numerosos intelectuales e ilustrados militares que han formado y forman parte del Ejército Español.

–¿Cómo surge la idea de poner en marcha estas instituciones? ¿De cuándo estamos hablando? La Academia de las Ciencias y las Artes Militares (ACAMI) es reciente pero la Asociación Española de Escritores Militares (AEME) tiene ya un cierto recorrido…

–Vayamos por partes. AEME surgió por el desconocimiento que en el ámbito militar existía sobre infinidad de militares que se habían dedicado al noble arte de escribir. Habían sido miles a lo largo de los últimos siglos. Si eso ocurría en al ámbito militar, imagínese el desconocimiento en el ámbito civil.

En el año 2005 yo ya había escrito cuatro libros y casi un centenar de artículos. A mediados del año 2006, un buen amigo, capitán de Infantería y excelente escritor, comentó conmigo ese desconocimiento que, en definitiva, causaba daño a la Cultura de Defensa. Y ello, a pesar de existir varios organismos militares que desde hacía muchos años cultivaban la cultura militar, así como la existencia de bastantes revistas, libros y artículos editados por militares, muchos de ellos académicos de varias Reales Academias.

Aquella conversación me hizo reflexionar e hice una prueba muy sencilla. Pregunté a varios compañeros que me dieran el nombre de un solo militar escritor que hubiera escrito en décadas anteriores. Les resultaba muy difícil responderme. En general, no se acordaban de ninguno. Por eso creí conveniente hacer algo para tratar de evitar esa enorme laguna en nuestros conocimientos.

"Había un desconocimiento que causaba daño a la Cultura de Defensa a pesar de los organismos existentes"

Pensé que lo mejor sería agrupar a los militares escritores españoles de cualquier procedencia y graduación que escribieran en cualquier género literario, en una organización que les ofreciera la posibilidad de ser conocidos, así como su obra literaria, en cualquier ámbito.

Sabía que en la década de los años sesenta del siglo pasado, cuando había unos 3.000 militares que habían publicado sus obras, se había intentado crear una organización parecida a la que yo ya me imaginaba. Pero aquel intento no llegó a hacerse realidad.

Por eso, a mediados de 2006 me puse en contacto con quienes podían ayudarme a crear una Asociación específica con los fines antes mencionados.

–Entonces ¿se puede deducir que la Asociación Española de Militares Escritores nace en el año 2007?

–Así fue. Redacté un proyecto de estatutos de una asociación que se llamaría Asociación Española de Militares Escritores (ASEME) e invité a unos cincuenta de ellos a reunirse para crear la Asociación, y si aprobaban los Estatutos, presentarlos en el organismo oficial correspondiente para legalizar nuestra organización. Aquella reunión se celebró el 11 de junio del 2007 en el Centro Cultural de los Ejércitos (Casino Militar) de Madrid.

"En los años 60 del siglo XX se sabía que había al menos 3.000 militares que habían publicado sus obras literarias"

Se aprobaron los Estatutos, firmamos el Acta Fundacional de la Asociación y se nombró una primera Junta Directiva provisional. Fue elegido presidente el general de brigada Miguel Alonso Baquer. Y como me imaginé, fui designado secretario de la Asociación.

–¿Cuáles fueron los primeros pasos de la Asociación?

–En primer lugar, dar cuenta a los altos mandos militares de la constitución de la Asociación. También, a las organizaciones militares dedicadas a la Cultura de Defensa, como los Institutos de Historia y Cultura Militar de los Ejércitos, CESEDEN, etc.

Simultáneamente, presentar toda la documentación requerida en el Registro Nacional de Asociaciones y comenzar las reuniones periódicas de la Junta Directiva de la Asociación.

La presentación oficial de ASEME la hicimos en noviembre de 2007 en el Casino Militar. En aquellas fechas calculamos que había en España unos mil militares que escribían con asiduidad.

–¿Por qué el cambio de nombre de ASEME a AEME?

–Porque el acrónimo ASEME ya había sido asignado por el Registro Nacional de Asociaciones a otra organización. Por tanto, el nuestro lo redujimos a AEME a partir del 16 de julio de 2008, cuando fuimos reconocidos legal y oficialmente como tal Asociación por el ministerio del Interior.

–¿Cómo fueron los primeros años de la Asociación?

–No, no fueron fáciles, pero sí productivos e ilusionantes. Mi casa y mi teléfono particular se convirtieron en la Secretaría de la Asociación. Gracias al apoyo del Jefe del Estado Mayor del Ejército logré que nos cedieran unos pequeños despachos en la calle Modesto Lafuente de Madrid. Para mí y mi familia aquello fue un gran alivio.

"Hubo miles de militares a lo largo de la historia que acumularon en sus escritos muchos conocimientos"

En los primeros meses logramos que más de cien militares escritores se inscribieran en la Asociación.

Cuando cesó en la presidencia de la Asociación el general Alonso Baquer se hizo cargo de la misma de forma provisional el teniente general Ángel Lobo García. En el 2011 le sustituyó el general de división Felipe Quero Rodiles. A estas alturas ya éramos casi doscientos asociados. Por una serie de circunstancias que no vienen al caso, en abril de 2015 la Asamblea General decidió por unanimidad que fuera yo quien ocupara la presidencia de la Asociación. La responsabilidad que asumía era grande; pero tenía cuatro años por delante para consolidar el trabajo realizado hasta entonces.

–¿Qué hechos significativos caracterizaron su presidencia de la Asociación?

–Propuse a la Junta Directiva un plan para lograr una serie de objetivos. En primer lugar, aumentar el número de nuestros asociados, tarea complicada porque no es fácil convencer a los escritores de que su nombre y su obra sean conocidos en el ámbito militar y también en el civil, fin primordial de la existencia de AEME. Pero había que intentarlo.

Era también necesario iniciar el reconocimiento de personas que tuvieran los méritos exigidos para ser nombrados Asociados de Honor. Lo hicimos en dos ocasiones durante mi presidencia, con el apoyo del Jefe del Estado Mayor del Ejército, primero, y después con el del Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire.

En tercer lugar había que traducir en hechos los Convenios de Colaboración suscritos con otras entidades y organizaciones afines. E iniciamos así un trabajo fructífero.

Debíamos romper el maleficio por el que la Asociación no había podido editar un solo libro. Lo logramos con el apoyo del Secretario Técnico del ministerio de Defensa con la edición de nuestro primer libro colectivo sobre “Aspectos inéditos de la Guerra de la Independencia”.

Como quinto objetivo, debíamos lograr que la presencia de público en nuestras conferencias y seminarios fuera lo más numerosa posible, sobre todo de jóvenes. Creo que lo conseguimos en la mayoría de las convocatorias. Y debo resaltar aquí el éxito conseguido en el Seminario celebrado en la Universidad de Zaragoza, donde unimos la presencia de universitarios, caballeros cadetes de la Academia General Militar y empresarios.

"Fue tarea complicada convencer a los escritores de que su obra y nombre fueran conocidos en el ámbito militar y en el civil"

Para fomentar la actividad de los asociados, instituimos unos premios literarios para aquellos que presentasen sus propias obras inéditas a concurso. El premio gordo era editar al ganador su obra literaria.

Conseguimos algunas cosas más, pero para mí la existencia de la Asociación no colmaba lo que creía que era necesario y de justicia que lograran las Fuerzas Armadas Españolas junto con el Cuerpo militar de la Guardia Civil. Repito, MILITAR.

El Ejército, en España, era junto con la Corona y la Iglesia la segunda o tercera institución más antigua de nuestra nación. Había habido miles y miles de militares a lo largo de nuestra extraordinaria Historia que no sólo habían dado días de gloria a nuestras armas, sino que habían promovido a través de sus escritos y conocimientos una inmensa acumulación de capacidades intelectuales, técnicas y artísticas. Por eso me preguntaba: ¿cómo es posible que nuestros Ejércitos no contaran con una Academia propia de la milicia que, en su día, llegara a ser Real Academia como había ocurrido en otras naciones?

–¿Ese es, entonces, el origen de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares?

–En efecto, y tras estudiar en profundidad los intentos producidos a lo largo del siglo XIX en el mismo sentido: Santiago María Pascual en 1834 con el “Proyecto sobre el establecimiento de una Academia Científica Militar”, rechazado; en 1861 Francisco Villamartín Ruiz de la Peña; en 1886 su continuador Eduardo Mier y Miura, etc…, en diciembre de 2016 lancé la propuesta de creación de la Academia a los miembros de la Junta Directiva de AEME.

–¿Podría extenderse un poco en los detalles de su propuesta?

–Verá. En el Orden del Día de la última Junta de AEME en diciembre de 2016, se planteó un tema que era el de la estrategia a seguir para hacer más asociados.

Cuando todos los miembros de la Junta dieron su opinión, tomé la palabra para explicarles lo que yo pensaba: la creación de aquella Academia. En mi opinión podía ser un acicate para que ingresaran en AEME más militares escritores que, en su día, podían optar a ser miembros de la Academia. Esto podía ser un gran atractivo para ellos. El caso es que mi propuesta fue aprobada por la Junta Directiva.

–¿Cuáles fueron los primeros pasos una vez aprobada su iniciativa por la Asociación?

-Sabía que mi iniciativa podía chocar con muchos obstáculos. Pero empecé a trabajar. Había que crear una asociación con el nombre de Academia siguiendo los mismos pasos que para crear AEME. Antes de que empezaran las Navidades de 2016 había redactado los primeros Estatutos de la Asociación/Academia.

Los revisó la Junta Directiva de AEME y en abril de 2017 los presenté en la Asamblea General. Esta nombró una Ponencia específica para estudiar los Estatutos y viabilidad del proyecto presidida por el teniente general Antonio Ramos-Izquierdo Zamorano. Aquello era un proyecto de gran envergadura.

En el mes de septiembre reuní a la Ponencia para escuchar su parecer. Antes, hablé con dos asociados de AEME para que colaboraran conmigo para tratar de sacar el proyecto adelante. Eran el Tesorero de AEME, teniente coronel Interventor en excedencia y entonces Interventor del Estado, Justo Huerta Barajas, y Leandro Martínez-Cardós Ruiz, antiguo capitán jurídico del Ejército del Aire y en esas fechas Letrado del Consejo de Estado.


Pues bien, el teniente general Ramos-Izquierdo me entregó los Estatutos revisados, advirtiéndome que iba a encontrar muchos obstáculos para que la nueva Asociación saliera adelante. Dio por terminada la misión de la Ponencia y esta quedó disuelta.

Por tanto, cinco meses después de recibir el mandato de la Asamblea General de AEME, me quedé solo para sacar el proyecto de la Academia adelante, con el único apoyo de los dos asociados antes citados. Entregué los Estatutos a Martínez-Cardós para que los revisara.

–Difícil comienzo por lo que usted cuenta.

-Más que difícil, complicado. Había que actuar con mucha cautela para que ningún otro organismo militar pudiera pensar que se le perjudicaba con la creación de la Asociación Academia. Ya que la Academia debía recoger el pasado, presente y futuro de todo lo relativo a lo militar para contituirse en el eje central de la Cultura de Defensa.

Antes de mediados de octubre de 2017, Martínez-Cardós me entregó los Estatutos revisados. Los acortó y, por tanto, debía redactarse un Reglamento que los desarrollara.

Ahora se planteaba para mí el tema más delicado y difícil: la elección de un militar de prestigio para presidir la Asociación/Academia. Acababa de cesar como Jefe del Estado Mayor del Ejército el general de ejército don Jaime Domínguez Buj. Y recordé su gran apoyo a AEME cuando se lo pedí como presidente de la Asociación. Por otro lado, él estaba pendiente de ser nombrado Gran Canciller de las Órdenes Militares de San Fernando y San Hermenegildo. Así y todo, me puse en contacto con él.

Nos reunimos a mediados de octubre. Le expliqué cuál era mi intención y todo el proceso iniciado en diciembre de 2016. Dada la complejidad del tema, me pidió tiempo para darme una contestación.

Llegó el 17 de noviembre. Aquella tarde nos volvimos a reunir. Me dijo que había planteado el proyecto al JEMAD, a los tres Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos y a la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Los cinco le habían dado una previa aprobación. Por tanto, aceptaba ser el presidente de la nueva Asociación con el nombre de Academia de las Ciencias y las Artes Militares.

Todo el esfuerzo y el trabajo realizado hasta entonces había merecido la pena. La satisfacción que yo sentía era enorme. La idea inicial que había concebido se podía hacer realidad.

El 15 de diciembre de 2017 firmamos el Acta Fundacional de la Asociación de la Academia solo cuatro personas: General de Ejército, Jaime Domínguez Buj; Coronel de Infantería DEM (R), Enrique Domínguez Martínez- Campos; Teniente coronel Interventor en excedencia, Interventor del Estado, Justo Huerta Barajas; Capitán jurídico (R), Letrado del Consejo de Estado, Leandro Martínez-Cardós Ruiz.

A continuación, entregamos la documentación necesaria para legalizar la Asociación en el Ministerio del Interior.

-¿Cuándo fue legalizada en el ministerio del Interior y cuáles fueron sus primeros pasos a partir del 2018?

-La Asociación en su intensa actividad, está actuando aplicando las formas y procedimientos propios de una Academia, aunque aún no ha llegado a serlo. Esperamos que pueda alcanzar ese título este mismo año.

El año 2018 lo dedicamos a completar la Junta Directiva de la Asociación, de una parte, y de otra a planificar todo el trabajo y organización de la Asociación para conseguir una estructura que fuera similar a la de cualquier Academia.

El 10 de abril de 2018 recibimos en nuestra sede social provisional el reconocimiento oficial de la Asociación por parte del ministerio del Interior.

Y el 5 de junio de ese año presentamos oficialmente la Asociación/Academia en el CESEDEN, con la presencia de altos mandos militares, representantes de las Reales Academias, directivos de numerosas empresas y público en general. Simultáneamente se presentó también la Fundación de las Ciencias y las Artes Militares como apoyo de la Asociación/Academia en sus actividades y proyectos.

-Estará usted muy satisfecho con lo conseguido por iniciativa propia. ¿Cómo no hubo nadie antes, desde mediados del siglo pasado, por ejemplo, que se le ocurriera crear esa gran Academia que se merecen las Fuerzas Armadas?

-Naturalmente que lo estoy. Además, la creación de la Asociación Española de Militares Escritores (AEME) me sirvió de enseñanza para, después, crear la Asociación Academia de las Ciencias y las Artes Militares.

La primera ya tiene 15 años de rodaje y experiencia. Es una excelente Asociación que hoy preside un gran amigo y también compañero, el general de división Jesús Argumosa Pila, muy reclamado hoy en los medios por la invasión rusa de Ucrania.

En cuanto a la Asociación/Academia tiene usted razón. No hubo nadie, que yo sepa, que se atreviera a dar ese paso ni que, posiblemente, se le pasara por la mente crear algo así a partir del siglo XX. Y mire usted por donde, todos los que hoy pertenecen a ella están orgullosos de ser miembros de la misma, incluso algunos presumen de ello. Con lo que se demuestra que fue un éxito la iniciativa que adopté. A pesar de las dificultades que se hayan presentado en estos primeros años de rodaje, al igual que sucedió en AEME.

Usted sabe que en toda organización humana pueden existir diferencias de criterio en determinados aspectos en los propios órganos de dirección. Pero siempre la institución está por encima de esas diferencias e incluso de intereses personales.

Lo que deseo es que mi sueño se haga realidad antes de que mi vida acabe. Que la Asociación se convierta en Academia y, poco después, en Real Academia. Es lo menos que se merecen nuestras Fuerzas Armadas y Guardia Civil.

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