Opinión

Enfrentamiento religioso-militar en Ceuta en 1816

Hoy me ocupo como tema principal del enfrentamiento de un obispo y un general, ambos en Ceuta, que también guarda relación colateral con Extremadura, con Mirandilla (mi pueblo), con Málaga y con la localidad de Vélez-Málaga, cabecera de la fértil comarca de la Axarquía malagueña, donde en 1777 nació quien luego sería célebre obispo de Ceuta, Manuel José Anguita Téllez, aunque como fraile capuchino adoptó el sobrenombre religioso de “Rafael de Vélez”, y que, junto con el Gobernador militar de Ceuta, Fernando Gómez de Butrón, en 1817 protagonizaron un polémico enfrentamiento religioso-militar, en el que tuvieron que intervenir las Cortes de Cádiz, el rey Fernando VII, Gobierno y el papa Pío VII.

Para quienes no conozcan la historia de Ceuta, aclaro que en ella, desde que en 1415 fuera conquistada por Portugal, que la dominó hasta que por el Tratado de Lisboa de 1668 los portugueses la entregaron a España por haberlo querido así sus compatriotas que entonces la ocupaban, que prefirieron ser españoles y España les otorgó la nacionalidad española, pues siempre Ceuta fue una ciudad de profundas raíces cristianas, cuyos habitantes europeos profesaron la religión católica. Y Clero y Ejército han mantenido en Ceuta unas excelentes relaciones de mutua colaboración y convivencia, que todavía hoy persisten.

Sin embargo, hubo una excepción, cuando estuvo regida por el obispo Vélez en lo religioso y por el general Butrón en lo cívico-militar. El primero, hizo su solemne entrada en la Catedral ceutí el 22-07-1817. Anteriormente había ejercido su ministerio sacerdotal en Cádiz desde 1810, lo que le permitió hacer un estrecho seguimiento a la discusión y aprobación de la Constitución de 1812. La línea religiosa de Vélez fue muy conservadora y hasta reaccionaria, al entender que aquella Constitución acogía las doctrinas liberales e ilustradas de la Revolución Francesa, reducía los diezmos de la Iglesia, y los liberales la descristianizaban y la perseguían. Publicó varias obras en defensa de la religión católica, como “Preservativo”, protector de dicha religión y sus principios; Apología del Altar (Tomo I) y Apología del Trono (Tomo II), en favor de la religión y de la monarquía absoluta del rey Fernando VII, criticando muy severamente al Gobierno implantado en el Trienio liberal (1820-1823) por creerlo anticlerical.

En Ceuta, Vélez se encontró con que, desde el 1-12-1813, el mariscal de campo Butrón había sido nombrado Comandante General, con el que el obispo chocó frontalmente por estimar que el militar era tenaz defensor del régimen liberal. Ceuta tenía entonces unos 10.000 habitantes (hoy tiene unos 84.000), de los que unos 8000 eran militares y los otros 2.000 civiles. Butrón no tenía, en principio, conferidas las amplias facultades de los Gobernadores Civiles, porque la ciudad dependía administrativamente de Cádiz; aunque sí ejercía responsabilidad sobre el Ayuntamiento, y tenía como doble Secretario, local y militar, a Francisco Isnardi, nacido en Cádiz, aunque otros lo tenían por italiano, hasta que la investigadora Marisa Vanini recientemente descubrió que lo confundían con otro Francisco Isnardi, nacido en Turín (Italia).

Isnardi, era médico cirujano. Marchó a la América hispana entrando en política. En Venezuela firmó el Acta de declaración de su independencia, motivo por el que lo encarcelaron en cárceles venezolanas, luego en Cádiz, terminado en el Presidio ceutí del Hacho. Al estallar el golpe liberal de Riego en 1820, fue puesto en libertad y, como era político liberal con excelente preparación y solvencia política, pues Butrón lo nombró su doble secretario, civil y militar, convirtiéndose en su mano derecha y hombre de su plena confianza, pero igualmente en enemigo acérrimo del obispo. Viendo Butrón e Isnardi la radicalidad religiosa y la afinidad absolutista de Vélez con el rey Fernando VII y que el prelado denunció sin cesar la situación de pobreza y penuria que entonces Ceuta padecía, con duras críticas hacia el Ayuntamiento y al Ejército, pues ahí surgió la animadversión entre obispo y general.

Butrón e Isnardi buscaron desacreditar públicamente a Vélez, incoándole un expediente gubernativo, elevando informes al Gobierno y las Cortes, debido a lo desestabilizadoras que eran sus pastorales y homilías, casi incendiarias. General y secretario tenían el problema de que estaban limitados por pertenecer a distintas jurisdicción del obispo y porque Ceuta entonces dependía administrativamente de Cádiz y su Gobernador Civil. Pero ambos se las ingeniaron de la forma que he podido desvelar por las Acta de las Cortes de Cádiz. En sesión del 8-03-1818, folio 5, se mandó pasar a la Comisión de legislación una solicitud del Gobernador Militar de Ceuta, en que refiriendo los inconvenientes que resultaban a esta ciudad de estar sujeta al Juzgado de Primera Instancia de Algeciras, pedía se le erigiese en provincia separada de Cádiz, con el nombre de “provincia de Mauritania”.

Aprovecho para volver a poner aquí de manifiesto, como antes ya hice en varios artículos, lo interesante y valioso que sería que los antiguos archivos jurídicos de Ceuta de aquella época, que se encuentran en Algeciras desde cuando Ceuta dependía de Cádiz, y que tan importantes serían por los fondos bibliográficos histórico-judiciales que contienen, que reflejan la vida judicial de entonces. Sería muy útil que esos archivos pasaran a depender de Ceuta, dado que a Algeciras le son de escaso interés, mientras que sobre Ceuta contienen abundante información fehaciente, sobre todo, de litigios civiles a los que se aplicaba el llamado Fuero del Baylío, que rigió en Ceuta y que tengo acreditado en mi libro “Cauta, pasado y presente”, que está todavía vigente, aunque haya caído en desuso, al igual que también fue aplicado en parte de Extremadura; máxime cuando ahora Ceuta no depende de Cádiz, sino que es una Ciudad Autónoma, totalmente independiente de la Comunidad de Andalucía. Ahí queda sugerido de nuevo.

Continuando con la polémica obispo Vélez-general Butrón, en la Sesión de Cortes de 13-03-1822 ,folio 13, se recoge, entre otras cosas: “Quedó aprobado el dictamen de la Comisión Especial encargada de informar sobre el expediente relativo al reverendo obispo de Ceuta, que decía: La Comisión Especial encargada de ver y dar dictamen a la exposición del jefe político de la misma de 16 de febrero último, en que insertó la pastoral que acababa de publicar dicho obispo el 5 de enero último desde el Convento de Capuchinos de Casares, denunciada por subversiva, quejándose por este y otros motivos de la conducta anterior de aquel prelado a quien llama incorregible, ha pedido al Gobierno cuantos antecedentes diesen obrar en él relativos a este negocio desagradable.

A los que ha contestado el Sr. Secretario de Gobernación de la Península con fecha 8 de que se rige, que deseando S.M. proceder en el asunto con la madurez y tino correspondientes, mandó pasar los referidos antecedentes al Consejo de Estado para que le consulte en el particular lo conveniente a resulta de la suspensión del cumplimiento de su real orden de enero último; en virtud de lo cual paran en el Consejo: Que si las Cortes sin embargo juzgaren tal la urgencia de la resolución de aquello en lo que sobre este asunto está entendiendo que no permita ninguna dilación, se pedirán y remitirán inmediatamente. La Comisión reputa este asunto de la mayor gravedad y urgencia; y, puesto que está pendiente de una consulta solicitada al Consejo, y enseguida se remitirán a las Cortes todos los motivados antecedentes para la acertada y pronta resolución que corresponda”.

En sesión del 16-08-1820, folio 85, se dice: “Asimismo, se conformaron con lo siguiente: Las Comisiones de Guerra y de Legislación reunidas para examinar la duda que manifiesta el Gobierno, acerca del modo como se ha de extender el nombramiento del actual Gobernador de la plaza de Ceuta, el que solicita se le una el mando político al militar, sobre cuyo asunto, oído el Consejo de Estado, remite el Ministro de la Guerra el expediente a las Cortes para su decisión. Después de un detenido examen, son del parecer: Que respecto a la extraordinaria circunstancia en la enunciada plaza, enteramente separada de la Península, cuyos habitantes gozan todos del fuero militar, y a la que puede considerarse en continuo estado de guerra con los moros, de quien es frontera, debe ser considerada en el caso prevenido en el artículo 5º del Reglamento de Jefes políticos, que dice:

El cargo de jefe político estará por regla general separado de la Comandancia de las armas: en cada provincia; pero en las plazas que se hallaren amenazadas del enemigo, o en cualquier caso en que la conservación o restablecimiento del orden público, y de la tranquilidad y seguridad general así lo exigieran, podrá el Gobierno, a quien está encargada por la Constitución la seguridad interior y exterior del Estado, reunir temporalmente el mando político al militar, dando cuenta a las Cortes de los motivos que para ello haya tenido, por cuyas razones las Comisiones reunidas opinan que el actual Gobernador de Ceuta debe reunir (por ahora) los dos mandos político y militar”.

El litigio Vélez-Butrón pasó por una serie de peripecias que es imposible resumirlas en este artículo. Por eso, finalizo el asunto limitándome a informar que, como casi siempre sucede cuando se dirime una cuestión entre personalidades relevantes, la solución quedó en tablas. A Vélez, por un lado, lo desterraron el 7-12-1821 al Convento de Casares, próximo a Estepona (Málaga), aunque por otro lado, lo ascendieron eclesiásticamente a Obispo de Burgos, donde ni siquiera llegó a tomar posesión porque al poco tiempo lo volvieron a promocionar a arzobispo de Santiago de Compostela, el 30-05-1824, donde falleció. Y con el general Butrón, pues sucedió algo parecido, porque lo trasladaron a Barcelona, pero como capitán general de Cataluña, y varios años después, en 1837 lo nombraron capitán general de Extremadura.

Pues más de tres siglos antes de la anterior polémica entre Vélez y Butrón, en esa localidad de Vélez-Málaga, pueblo del aquel obispo, en 1483 se libró una sangrienta batalla en sus abruptas montañas, que de forma colateral estuvo relacionada con Ceuta, Extremadura y Málaga, de la forma siguiente: Los Reyes Católicos, antes de dar su definitivo asalto al entonces reino nazarí de Granada, quisieron reconquistar Málaga, también entonces en poder árabe, para despejar el camino granadino y también poder frenar la ayuda que los árabes malagueños enviaban a Granada con armas, hombres, víveres y pertrechos de guerra que recibían por mar desde Marruecos, principalmente de los que en 1415 fueron expulsados de Ceuta por Portugal y que se refugiaron en Tetuán, Rabat, Tánger y otras ciudades marroquíes.

Así, los cristianos cercaron Málaga en 1483, y la avanzadilla del cerco por la parte oriental de Málaga hacia Granada llegaba hasta Vélez-Málaga. A esa avanzadilla montañosa y sus alrededores fueron por entonces destinadas tropas extremeñas mandadas por el Maestre de la Orden de Santiago en Mérida, Alonso de Cárdenas, con 1500 infantes y 2.500 jinetes reclutados en la comarca de Mérida, entre los que también participó gente de mi pueblo, Mirandilla. Éstos fueron desplegados por las laderas de las montañas de la Axarquía, en los términos de Banamargosa, Cútar, Almarchar y Moclinejo; mientras que los árabes de la comarca se refugiaron en las alturas montañosas.

El 21-03-1483, entre Málaga, Vélez-Málaga y sus montañas, se libró de noche una sangrienta batalla hispano-árabe, en las que las tropas extremeñas del Maestre Cárdenas que iban en vanguardia sufrieron una mortal emboscada desde las alturas. Lucharon cuerpo a cuerpo dejando el campo regado de cadáveres, recogiéndose 800 españoles y unos 200 árabes muertos, más 1500 españoles hechos prisioneros, en la luego llamada “Cuesta de la matanza”. El propio Maestre de Mérida fue herido matándole su caballo, cayendo al suelo. Su ayudante corrió en su auxilio llevándole otro caballo, pero él exclamó: “¡Muramos haciendo camino con el corazón, pues no lo podemos hacer con la armas; subamos esta sierra como hombres y no estemos abarrancados esperando la muerte y viendo asesinar a nuestra gente como vil rebaño!”. Los que pudieron se replegaron hasta Antequera, donde se rearmaron y luego en el segundo asalto contra Málaga de todas las fuerzas conjuntas que operaban los cristianos ganaron Málaga en 1487.

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