Opinión

Los enemigos de la realidad

Ceuta siempre ha sido por su posición estratégica en el Estrecho de Gibraltar un territorio muy ansiado a lo largo de su dilatada historia. Pero además de su ubicación atractiva desde el punto de vista político y militar, su riqueza cultural y su clima privilegiado, esta ciudad africana siempre ha destacado por su variado y original comercio. Aprovechando la reapertura de la frontera con Marruecos, haremos una síntesis de la evolución del comercio hasta el momento actual y como éste siempre ha sabido adaptarse a las circunstancias en cada momento.
El comercio se podría considerar como el acto más civilizado que existe, independientemente de su modalidad, siempre que esté regido por la voluntad de las partes. Es uno de los principales pilares de los mayores avances de la sociedad y uno de los más claros ejemplos de cooperación. Es lo que nos hizo dejar de ser seres primitivos y violentos, para convertirnos en seres sociales y civilizados. Se trata de un acto en el que ambas partes satisfacen sus intereses consiguiendo un beneficio mutuo.
Ya en época de los fenicios se practicaba el comercio en la ciudad norteafricana que mantenía vinculaciones con otras poblaciones, como se puede concluir de los yacimientos, siendo ya Ceuta parte de lo que se conocía como el Círculo del Estrecho. Las ánforas y demás hallazgos subacuáticos, que muchos se pueden apreciar en el museo de la Basílica Tardoromana y otros, también indician un tráfico marítimo y comercio abundante durante la época romana y mauritana, incluso anterior a Cristo. Por otro lado, las cerámicas en menor medida y la gran factoría de salazones en mayor medida, terminan de confirmar la trascendencia de Ceuta como foco mercantil y actor destacado del citado Círculo del Estrecho durante la época del Imperio Alto, exportando sus productos por todo el citado imperio y cuya práctica se extendió hasta la época bizantina.
Durante la época islámica, aparecen con los hammudíes las primeras monedas y en la época almorávide el puerto de Ceuta adquirirá una especial relevancia, convirtiéndose en un puerto comercial de gran importancia. Con los almohades, además de su puerto comercial, Ceuta pasa a ser una especie de aduana encargada de controlar el tráfico de mercancías entre Europa y África, lo que atrajo a la ciudad mercaderes de todo el mundo, siendo Ceuta un foco de contactos diplomáticos. Tanto es así, que serán los propios comerciantes quienes inicien una revuelta para conseguir una independencia por el descontento general. Desde los intercambios comerciales con la corona de Aragón, hasta la toma de Marrakech por los marinies, el territorio tingitano será clave por sus características singulares.

"Tras el cierre de la frontera el cual se ha prolongado durante algo más de dos años debido a las tensiones entre ambos países y el Covid-19 y la supresión de ese comercio transfronterizo, Ceuta ha tenido que reinventarse, atrayendo la inversión de empresas online como las casas de juego o trabajadores con modalidad de teletrabajo, gracias a sus incentivos fiscales, los cuales son completamente compatibles con estos modelos de negocio, aunque no realizan inversiones en infraestructuras como las cadenas comerciales existentes"

Durante la época portuguesa, debido a las epidemias de peste y a los continuos conflictos, el comercio sufre una recesión. Pero hay que destacar la creación del ceitil, moneda ceutí que hasta el día de hoy sigue siendo un icono para la ciudad.
Con la incorporación de Ceuta a la corona española y hasta la independencia de Marruecos en los cincuenta, la actividad económica se basaba en la pesca y el comercio con el protectorado, época en la que Ceuta sufre un boom de población y de infraestructura, llegando a contar con línea ferrocarril con Tetuán, casinos, teatros e incluso plaza de toros.
Durante la transición, Ceuta al ser un puerto franco gozaba de unas ventajas fiscales muy atractivas para los consumidores de la península (mientras los aranceles en la península ascendían hasta un 90%, los de Ceuta no sobrepasaban el 10%), lo que se traducía en un auge en el comercio. La gente iba a comprar a Ceuta comestibles, ropa, electrodomésticos, alcohol, tabaco, artículos de lujo, vehículos, etc. Sobre todo, los habitantes del sur de la península cruzaban casi a diario el Estrecho de Gibraltar por el ahorro, la variedad y la exclusividad de los productos. Es lo que se conoce como la época dorada de Ceuta, que tuvo lugar en la década de los 70 y los 80 en las que los bazares y demás pequeños negocios hacían posible esta actividad, que provocaba un enriquecimiento general en la ciudad. Todo esto cambió con la entrada de España en la Unión Europea y por tanto en la Unión Aduanera, quedando Ceuta excluida de esta última.
Tras este suceso, el comercio con Marruecos cobró protagonismo, un comercio atípico, a decir verdad, en el que a diario cruzaban la frontera una media de 2.500 personas para comprar los productos ceutíes, entre otras cosas. Ceuta siempre ha tenido una relación especial con el país vecino, un ejemplo de ello es la excepción del tratado Schengen, por el cual los residentes de Tetuán podías cruzar la frontera sin necesidad de visado. Así, era común la practica del transporte de mercancías a pie, a través de los famosos porteadores, algo tan curioso como primitivo y es que la norma alauita permitía cruzar toda mercancía siempre que esta se llevase en peso, ya que era considerado como equipaje. Esta actividad podía suponer alrededor de un 70% de la actividad comercial de la ciudad.
Tras el cierre de la frontera el cual se ha prolongado durante algo más de dos años debido a las tensiones entre ambos países y el Covid-19 y la supresión de ese comercio transfronterizo, Ceuta ha tenido que reinventarse, atrayendo la inversión de empresas online como las casas de juego o trabajadores con modalidad de teletrabajo, gracias a sus incentivos fiscales, los cuales son completamente compatibles con estos modelos de negocio, aunque no realizan inversiones en infraestructuras como las cadenas comerciales existentes. En Ceuta casi todas las obligaciones fiscales se rebajan como mínimo un 50%. Siendo más específico, el IRPF reduce al 60% la cuota a pagar para los rendimientos obtenidos en Ceuta, en el Impuesto sobre Sociedades se bonifica el 50% y en el Impuesto sobre el Patrimonio la bonificación es del 75% y así en la mayoría de las bonificaciones tributarias. Tampoco hay IVA en Ceuta y en su lugar existe el IPSI, cuyo porcentaje máximo asciende al 10%. Todo esto hace de Ceuta el destino perfecto para empresas online, youtubers, influencers, freelancers y demás modalidades laborales compatibles, con unas ventajas fiscales que compiten con las de Andorra, solo que con mejor clima y sin salir de España.
La reciente apertura de la frontera llega junto a una promesa, la creación de una Aduana comercial regulada, aunque no hay nada firmado, ni se le ve venir. Ya han sido muchos los negocios que han tenido que bajar la persiana con motivo del cierre de la frontera y el Covid-19. Además, otros serán los que se tengan que buscar alternativas, porque lo que está claro es que las prácticas atípicas desde el punto de vista marroquí que favorecían a personas de uno y otro lado, no van a volver.
Quedan una serie de cuestiones en el aire, como: ¿cuándo va a entrar en vigor la regulación de la aduana comercial?, ¿serán estas políticas beneficiosas para la Ciudad Autónoma?, ¿tendrán los comerciantes de Ceuta que reinventarse otra vez? La respuesta es incierta y parece que lo seguirá siendo durante un periodo no corto. La asfixia y contención que está sufriendo el comercio de las ciudades autónomas parece no dar votos, ni repercutir de ninguna manera a las grandes esferas y por el momento este tema seguirá estancado. Si a esto se le suma que el parlamento marroquí, crecido por los recientes apoyos norteamericanos en la soberanía del Sáhara, considera a Ceuta como lugar ocupado y parece que no está dispuesto a facilitarle la situación, solo empeora las previsiones. Y es que equivocadamente, el hecho de crear una aduana comercial se interpreta por algunos en Marruecos como un paso atrás en la reivindicación sobre Ceuta, ignorando el caso de Gibraltar, donde España tiene una Aduana Comercial y ello no supone abandono de la reivindicación española sobre el Peñón.
La situación no es sencilla, se comienzan a notar las consecuencias del cierre de la frontera y se palpa cansancio general a ambos lados de la valla. Como hemos podido comprobar, Ceuta siempre ha vivido del comercio, que ha supuesto un pilar fundamental en su actividad económica, pero este no se puede practicar en libertad por motivos políticos-internacionales. Citando a Antonio Escohotado, “los enemigos del comercio son los enemigos de la realidad” y mientras no se dé una solución pronto con un régimen de viajeros adecuado y una Aduana comercial, no será extraño comenzar a ver artimañas mercantiles como las pasadas. Mientras tanto, solo queda esperar y ver como se resolverá esta incertidumbre.

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