Envoltorios, colillas, latas y hasta restos de muebles. Son ejemplos de los residuos que han encontrado los más de cien voluntarios que han participado en la colecta convocada por Ceuta sin plástico este domingo en la playa Alfau.
Pequeñas piezas que se acumulan en la arena y que, en esta ocasión, han generado una montaña de basura de 367 kilos. La Guardia Civil ha formado parte de esta actividad. Mientras los ciudadanos se han encargado de limpiar el arenal, un equipo de los GEAS se ha dedicado a rescatar del agua distintos objetos.
Numerosas familias se han animado a ser parte de una sociedad que pide un cambio a favor del planeta. Este acto es tan solo una de las acciones que desde la entidad impulsan para concienciar sobre la importancia de cuidar los entornos naturales de la ciudad.
Al finalizar la actividad, representantes del CECAM junto a un agente de la Benemérita han liberado a dos tortugas jóvenes tras permanecer cuatro semanas en las instalaciones de la entidad.
La inquietud de Cristian León ha movilizado a otras personas a unirse a su causa en los últimos años. Él es el fundador de la organización que tiene a sus espaldas un largo recorrido de actos similares al de este domingo.
Lo que comenzó como una recogida en solitario con su mascota se ha convertido en la actualidad en reuniones multitudinarias para sensibilizar a la población ceutí sobre el problema que acarrean los plásticos para la biodiversidad.
Las localizaciones de las recolectas se avisan poco antes de los encuentros ya que, desde esta asociación, quieren evitar la posibilidad de que los servicios de limpieza se encarguen de forma previa de quitar los residuos. El objetivo no es otro que el de tratar de visibilizar los efectos de la contaminación y el resultado del incivismo a través de la gente de a pie.
A pesar de que tanto León como el resto de miembros asumen que su contribución es una gota dentro de un océano no tiran la toalla. “Al principio muchos me decían que dentro de dos semanas estaría igual. No les faltaba razón, pero nosotros no nos rendimos ante esta situación porque, lejos de ser menos, cada vez somos más”, ha explicado. “Llevamos unos cinco años y ya hemos recopilado 15 toneladas y más de 70 recogidas”, ha indicado.
El hecho de la numerosa asistencia es prueba de que se dan pasos que miran hacia un futuro mejor. Sin embargo, el fundador de Ceuta sin plástico ha hecho hincapié en que aún no es suficiente. “Si todos estuvieran concienciados, no existiríamos porque no haríamos falta. Es una mala noticia que estemos aquí porque significa que es preciso limpiar el entorno”, ha comentado. Le entidad ha experimentado un notable aumento de integrantes desde que surgió. “De repente, veía que éramos cinco, luego diez y, más tarde cincuenta u ochenta”, ha mencionado León.
Los hallazgos en las playas responden fundamentalmente a envoltorios de productos alimenticios que son, por lo general, recientes. “Los que más, envases. Ya sean botellas o latas. Son, sobre todo, de quienes comen. No son de hace diez años”, ha trasladado.
La organización también lleva a cabo estas acciones en el Monte Hacho donde puede llegar a verse una imagen distinta. “Hace dos semanas encontramos allí restos de los años 50 y 70”, ha señalado.
Una vez apiladas todas las bolsas de basura, los participantes han observado cómo dos tortugas regresan a su medio natural. Todos se han congregado para despedirlas tras cuatro semanas en las instalaciones del CECAM. Ambas fueron ingresadas en el centro a raíz de una ingesta de plásticos que les provocó problemas de flotabilidad. Esta situación les impedía cazar e incluso dormir.
Los técnicos de la entidad han velado por ellas y, al comprobar que han eliminado estos residuos de su organismo, las han devuelto al mar. Sospechan por su tamaño que ambas son hembras jóvenes de no más de unos 20 años.
Actualmente hay seis especímenes bajo cuidados por distintas razones. Otros llegan a las puertas del CECAM mutiladas o con daños físicos a causa de choques con las embarcaciones o por cortes con las redes, especialmente si vienen desde Marruecos, donde todavía se utilizan elementos de pesca que son perjudiciales.
Tres de ellas van a ser equipadas con un chip localizador. Fundamentalmente son halladas gracias a los avisos de buzos y suelen aparecer en la bahía sur, un área común de descanso para ellas en su proceso migratorio.
“Las hemos tenido dos o tres días en agua dulce para que el tracto digestivo empezara a moverse. Así comenzaron a soltar el plástico. Cuando ya expulsaron bastante y ya comían bien, las cambiamos a salada”, ha explicado Manuela Yagüe, voluntaria del centro.
Una vez dados todos los pasos pertinentes y comprobado su estado han sido finalmente liberadas para volver a donde realmente pertenecen.
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