En respuesta a Julio Basurco

No son pocos los artículos de otros partidos o ciudadanos a los que hemos contestado, pero creo que ninguno perseguía un ánimo tan ofensivo como el que el miércoles firmaba en las páginas de este diario Julio Basurco. Aseveraciones como “odio vuestra puta Marca España” o “me dais asco”, calificativos como “verdugos del pueblo” y “oportunistas sin moral” o eso de “desprender soberbia e idiotez”, precisamente, no cargan de razón a quien lo suscribe. Y ya decía hace 2.400 años el filósofo Diógenes de Sínope que “el insulto deshonra a quien lo infiere y no a quien lo recibe”.
A tenor del fondo y la forma de su artículo desterramos la posibilidad de hacerle cambiar un ápice su opinión. Y tampoco lo pretendemos. Pero nosotros, sí le respetamos a usted y a todo aquel que pueda compartir su visión y sus ideas.
Ni el Partido Popular ni ninguna otra formación política, sea del signo que sea, se presentan a unas elecciones con los objetivos de rebajar sueldos, subir impuestos o recortar servicios. Y menos si fuera verdad, como usted dice, que lo único que pretendemos es llegar al poder, y por tanto, mantenerlo. Porque no hace falta ser politólogo para convenir que, de entrada, esa no es la mejor estrategia ni la mejor tarjeta de presentación para pedir el voto a los ciudadanos.
Pero la única tarjeta de presentación que quiere mostrar el Partido Popular es la de la responsabilidad. El PP no tiene la culpa de haber relevado en el Gobierno a un partido irresponsable que abandonó el poder dejando el déficit público en 91.344 millones de euros, equivalente al 8,51% del valor de nuestra economía (PIB), o lo que es lo mismo, un 41% por encima del objetivo comprometido ante Bruselas (26.500 millones más). ¡Y cada del PIB en el que se tenga que rebajar la deuda equivale a rebajar el gasto en 10.000 millones de euros! Tampoco tiene la culpa el PP de que la Seguridad Social estuviera en números rojos ni de que hubiera 5,2 millones de parados. Ni es responsable el PP de que España deba captar el próximo año 207.000 millones de euros en deuda para pagar 159.153 millones de euros en vencimientos y para financiar un fondo de liquidez autonómico que como mínimo ascenderá a 23.000 millones. Y de esos fangos vienen estos lodos.
De lo que sí es responsable el PP es de hacer todo lo posible para que España salga de la crisis. Somos perfectamente conscientes de las dificultades por la que atraviesan muchos ciudadanos, del mismo modo que sabemos que es difícil que un ciudadano comprenda que no se puede dejar caer un banco, que es necesario subir los impuestos o que hay que rebajar prestaciones. Pero no hay otra manera de hacerlo. Que cada uno piense en las cuentas de su casa. Imagínense que nuestro salario se ve reducido (como han caído la recaudación del Estado), de modo que llega el momento en el que no podemos gastar lo mismo, porque ya no tenemos dinero para hacer frente a todos nuestros gastos: las facturas de luz, agua, teléfono, comunidad… (pensiones, prestaciones por desempleo, ayudas sociales…), la hipoteca (emisión de deuda y vencimientos de pago), el coche (servicios públicos)… y menos cuando encima nos han subido algunas de esas facturas (más pagos prestaciones por desempleo por el aumento del paro y en pensiones). La salida a esa situación solo se logra por un doble camino: conseguir un salario mayor y renunciar algunos de los servicios de los que disfrutamos, es decir y en término de la economía del Estado, aumentar los ingresos (impuestos) y reducir el gasto y las políticas públicas. No hay otra solución posible. Porque del mismo modo que unos padres no quieren dejar a sus hijos sin clases de inglés, sin llevarles alguna vez al cine o a comer fuera, sin darles la paga, sin comprarles juguetes… un presidente del Gobierno no tiene como misión ni como sueño subir impuestos ni recortar sueldos y políticas públicas.
Pero eso no es lo único que ha hecho el Partido Popular. El Gobierno de Mariano Rajoy ha reducido en casi un 20% de las estructuras orgánicas de la administración, ha rebajado en un 20% las subvenciones a los partidos (no solo a los sindicatos), ha aprobado una pionera Ley de Transparencia, Acceso a la Información y Buen Gobierno, ha limitado los sueldos e indemnizaciones en las entidades bancarias intervenidas (las únicas en las que puede hacerlo), ha reformando el sistema financiero para que vuelva a fluir el crédito entre pymes y autónomos, ha aprobado una reforma laboral para evitar despidos e impulsar la creación de empleo (los contratos indefinidos han crecido un 34,4% en octubre, respecto al mismo mes del año pasado), ha inyectado 27.000 millones de euros a pymes y autónomos con el Plan de Pago a Proveedores, ha sido el primer Gobierno de la historia en poner condiciones a los desahucios, ha reformado el sistema educativo para rebajar un fracaso escolar que llega al 30%, ha pagado 12.110 millones de euros que dejó el PSOE en facturas pendientes en el ámbito de la sanidad y en 2013 dedicará a gasto social 6 de cada 10 euros de los Presupuestos Generales del Estado.
Son solo algunas de las medidas más importantes que ha adoptado el PP en el año que lleva en el Gobierno, que tiene como gran meta sacar a España de la crisis y volver a crear empleo.
Ese el único leitmotiv que tiene el Partido Popular, pero si todas las medidas que se han adoptado no van en esa dirección no es porque, como usted dice, hayamos decidido convertirnos en los “verdugos del pueblo”, sino simplemente, y volviendo al símil, porque esa familia ya no tiene dinero para pagar todas sus facturas.
Y, como se decía anteriormente, somos conscientes de que es difícil asumir estos ajustes, de la misma manera que no es sencillo hacerle entender a tu hijo que ya no podrá tener o hacer las cosas de antes. Pero es lo único que se puede hacer si queremos que ese niño pueda volver a recuperar lo que ha perdido; es lo único que podemos hacer si queremos que España salga adelante y vuelva a recuperar la senda del crecimiento, de la creación de empleo y del progreso. Esa es nuestra certeza, nuestro compromiso y nuestro objetivo. Y que nadie dude de que vamos a cumplirlo. Nuestro sacrificio de hoy será nuestro futuro mañana. Y ese “mañana” está cada vez más cerca.