“En el primer mundo podemos llegar a ser algo ‘sensibleros’”

El anestesista José Manuel López observa la repercusión de las dolencias crónicas en el sistema

No era su turno de exponer –lo fue el día anterior, el de la jornada inaugural– sino de atender y, si se presentaba la ocasión, participar, preguntar y propiciar el debate. Así procedió ayer José Manuel López Millán, jefe del servicio de Anestesiología y Reanimación y de la unidad de estudio del tratamiento del dolor en el hospital Virgen Macarena de Sevilla. A la salida de la ponencia de Jesús García, López Millán atendió a este periódico para exponer las claves de los límites entre el dolor y el sufrimiento, dos conceptos que no tienen por qué relacionarse con la proximidad con la que lo hacen en nuestra sociedades. “En los países llamados del segundo y tercer mundo –explicó López Millán– los ciudadanos no son tan sensibles, sensibleros, como lo somos en el primer mundo. Y con eso no quiero decir que tengamos que ser masoquistas, sino actuar con nuestra salud y el sistema de un modo más consciente”.

El dolor está presente en la sociedad. Se estima que tres de cada diez españoles sufren algún tipo de dolor crónico, cuyas consecuencias no repercuten exclusivamente en la salud de los pacientes sino en el sistema sanitario y económico. “Nos encontramos ante un problema que precisa de un importante esfuerzo tecnológico, farmacológico y humano para satisfacer las necesidades reales de la población. En este contexto podemos situar a las técnicas de neuroestimulación como un recurso decisivo para el tratamiento de aquellas situaciones que cursan con dolor crónico refractario a otras terapias”, declaró López Millán al referirse a las novedades en el tratamiento del dolor neuropático crónico –migrañas o la culebrina, entre otros–.

López Millán se refirió a la antropología del dolor para concretar los particulares del sufrimiento. No es igual estar dolorido que padecer sufrimiento, una cuestión más global y en donde están implicados factores más complejos que el simple aspecto física encargado de percibir el estímulo doloroso. A este respecto, el anestesiólogo del hospital sevillano señaló al os pacientes como responsables de la curación. “El enfermo es parte del tratamiento”, aseveró sin pestañear, indicando sobre todo la curación para enfermos de dolencias crónicas.

Las líneas futuras de trabajo en el sector del dolor, explicó López Millán, habrán de estar centradas precisamente en delimitar con precisión los dos particulares del dolor y el sufrimiento, contemplando siempre la prevención mediante acciones que actúen también en el ámbito psicológico.

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