Cuando llegamos a Sarria era veinticinco de julio, el día de Santiago.Tras descansar un poco, salimos a dar un paseo en dirección siempre hacia el bullicio que oíamos a lo lejos.Desosos de conocer el ambiente de aquella ciudad en fiestas, seguíamos el ruido festivo con tanta curiosidad que parecíamos dos ratoncillos siguiendo el olor del queso. Al cruzar el puente que salva el pequeño río que da nombre a la ciudad, nos encontramos con que el público abarrotaba terrazas, aceras, y calzadas. Mientras, unos músicos interpretaban canciones de inspiración celta que envolvían el lugar con cierto aire nostálgic0. La música, desde un principio, nos atrajo de tal forma que poco a poco nos fuimos acercando hasta colocarnos al pie de la tarima musical. Entonces , la gaita y la pandereta compaginaban perfectamente con instrumentos como el acordeón, la flauta, la guitarra eléctrica…La batería moderna sustituía al tamboril y al bombo gallego. Como cada músico alternaba varios de ellos la versatilidad del grupo enriquecía constantemente el resultado consiguiendo de esa forma mantener viva la atención de un público que no parecía dispuesto a querer abandonar el lugar, al tiempo que nosotros buscábamos inútilmente quien nos pudiese vender alguna grabación con aquellas melodías para llevárnosla de recuerdo.
Ya tarde, cuando estábamos cenando, casualmente a nuestro lado tomaron asiento los componentes del grupo que tanto nos había agradado. Al finalizar la pitanza nos dirigimos hacia ellos y tras presentarnos, les expresamos lo mucho que nos había gustado su actuación, al tiempo que les mostrábamos nuestro interés por adquirir algo de lo interpretado. No fue posible porque según nos confesaron, no eran sino simples aficionados que actuaban esporádicamente y que por ello no tenían material que facilitarnos, pero …”miren ustedes, deseamos complacerles, vamos a grabarles algo y con mucho gusto se le enviaremos a su domicilio”.
Y como donde hay categoría, se nota, a los pocos días de nuestra llegada a Ceuta recibimos un pequeño paquete con un CD. De vez en cuando me gusta oírla porque entre otras cosas, me relaja y me hace revivir aquellos momentos de peregrinaje.