Son los restos que quedan en el mar. Restos de embarcaciones abandonadas en cualquier punto de las costas de Ceuta que terminan constituyendo un peligro para navegantes y bañistas. Así ha ocurrido en la Playa del Trampolín, en donde desde hace días permanecía una patera semihundida, sin motor, en el mar. No se había podido retirar del lugar debido a las dificultades para acceder hasta la zona. Este viernes, varios jóvenes que estaban en la playa, con presencia de la Policía Nacional, han procedido a acercar la patera hacia el arenal, desde donde deberá ser retirada.
No es una imagen casual y no es la primera vez que sucede un caso así: el hallazgo de embarcaciones sin titular conocido que terminan siendo desvalijadas después de haber sido robadas o empleadas para la comisión de delitos. Les retiran los motores y terminan despiezadas, sometidas a un abandono que se erige en un daño medioambiental, además de que, perdidas en el mar, pueden causar serios problemas a otras embarcaciones y generar accidentes.
El trasiego de pateras de este tipo a las que se acoplan motores o de semirrígidas de grandes dimensiones es constante en el Estrecho y afecta, también, a las costas de Ceuta. Las persecuciones están a la orden del día, igual que los decomisos llevados a cabo por los componentes del Instituto Armado.
Los bañistas y usuarios de la zona han dado aviso de la presencia de estos restos para su retirada, ya que de seguir en la playa los restos volverán al mar, generando de nuevo problemas. Cada servicio, cada historia que tiene que ver con una embarcación como la que protagoniza esta crónica tiene otras vertientes, otros datos que pueden ser tenidos en cuenta, otros asuntos en los que, al final, son los propios ceutíes los que se implican para atender un problema de retirada de restos de embarcaciones en donde los protocolos no están ni definidos ni son lo ágiles que debieran ser.