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Eloy Velasco: “Estoy haciendo cosas más tranquilas y ganando lo mismo”

Desde la el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional ha investigado casos que han protagonizado las aperturas de los periódicos e informativos de todos los medios de comunicación. Sin embargo, la falta de medios y de incentivos hizo que Eloy Velasco dejara la instrucción para dedicarse a la apelación. Ahora, desde la Sala de Apelación, confiesa trabajar mucho más tranquilo “cobrando lo mismo” y viendo desde la barrera toda la vorágine que se cuece alrededor de los grandes casos de este país.

Ayer participó en las IX Jornadas Jurídicas de Ceuta con una ponencia que abarcó las afectaciones que han generado las diferentes reformas a la hora de proteger los derechos fundamentales en las instrucciones y el uso de la tecnología en los delitos a investigar.

–Hay muchos cambios que abogan por la protección de los derechos fundamentales, ¿cómo se compagina eso con la instrucción de un caso, a la hora de acceder a ciertas pruebas?

–Garantizamos cosas nuevas, como son todas las de privacidad a través de las tecnologías. Y ahora está de moda porque entra en fuerza, ya estaba en vigor, pero entra en fuerza con sanciones el Reglamento Europeo de Protección de Datos, además es este mes de mayo y por lo tanto, es una cuestión más que hay que tener en cuenta a la vez que se van haciendo las investigaciones, de manera que los jueces debemos de descubrir a los autores con garantías y otra garantía nueva que tenemos que cumplir es hacerlo sin vulnerar la protección del dato de las personas afectadas. Especialmente hay que tener mucha sensibilidad con las víctimas, que no se desvelen datos de las víctimas en los sumarios, porque hay que garantizar al abogado de la defensa quién es la víctima para que la sepa interrogar correctamente y aflore la verdad. Pero también hay que evitar que se filtre información de las víctimas para que haya otra gente que haga campañas como las que hemos vivido últimamente.

–¿Cómo van a afectar estas nuevas disposiciones a los plazos, a la agilidad de los procesos?

–Yo siempre he estado en contra del artículo 324 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, yo siempre decía que es como si le dices a un médico que la gripe se tiene que curar en dos días. Mire, la gripe se cura el tiempo que le dé la gana al virus. Las investigaciones no se pueden constreñir a que se acaben en seis meses, porque hay investigaciones muy complejas. No tenemos tantos medios como nos gustaría y por lo tanto, intentar contar al pueblo, al ciudadano, que los jueces somos lentos es una distorsión. Las investigaciones tienen que durar lo que deban durar y si cada vez pedimos más garantías a la vez que instruimos, pues alarga la duración de los pleitos. Si queremos un proceso justo y correcto con arreglo a los derechos, deberíamos de suprimir los plazos.

–Hay quejas constantes de que la Justicia no cuenta con suficientes medios, que las leyes cambian y se exige más a las investigaciones. ¿Cómo están ahora?

–Los jueces lo que queremos explicar a los ciudadanos es que nosotros no ponemos los medios que tenemos, tanto de personal como material, para poder cortar las duraciones de las investigaciones. Sin embargo, los ciudadanos como van al juzgado y sólo ven jueces, no saben que él que paga la maquina, el ordenador, el medio, el edificio, las citaciones, las indemnizaciones, las periciales… No es el propio juez y nos echa un poco la culpa. Nosotros nos encargamos de hablar de derecho y ahí sí que nos puede usted echar la culpa, si nos equivocamos, pero no hablamos de ver máquinas, agilidad, citaciones rápidas, un canal eficiente, peritos y por lo tanto eso es culpa de quien dota, que son políticos, si es que eso no está bien.

–Usted acusó que la falta de medios le empujaba a dejar el Juzgado de Instrucción.

–Y me fui de la instrucción y ahora estoy en una sala de apelación, haciendo cosas más tranquilas y ganando lo mismo. No estamos incentivados. Los jueces no tenemos carrera. Yo entré con 24 años y ya con 28 años ya era magistrado y no he vuelto a ascender a nada. Por lo tanto, desde los 28 años no tengo alicientes, nada más que los laborales y porque mi trabajo me encanta, como a todo el mundo y nada más. Llega un momento que tocan casos difíciles, todo el mundo te critica. Es más fácil irte a otros sitios, aunque parezca más cobarde que cobres lo mismo y haces menos. Pero ese es el incentivo que tenemos los jueces.

–Usted ha llevado casos que han copado la apertura de los medios de comunicación. ¿Cuesta trabajo gestionar esa presión?

–Sí.

–¿Es más dura la presión mediática o la presión política?

–A mí, como profesional, lo que me preocupaba era que a veces ya estaban publicadas ciertas cosas que ni siquiera yo había podido leer o se habían filtrado ciertas cosas que ni siquiera yo tenía la prueba. Entiendo que hay que informar a los ciudadanos de los asuntos que se investigan, pero cuando ya el juez los haya asegurado. Ha habido momentos en los que he tenido situaciones y no en temas de corrupción política, incluso de terrorismo, en los que sabía que había gente que ya había sido apercibida y que íbamos a hacer una actuación cuando todavía no estaba ejecutada. Estamos en un mundo muy on line y todo el mundo quiere dar la noticia antes de que ocurra y a veces eso, para la Justicia, que es prudencia, que es investigación, que es prueba, no nos viene bien. Eso es lo que me preocupaba. A mí que un político te presione, que una persona quiera que cambies de resultado, me imagino que es lo que hacen los hinchas cuando el arbitro está pitando el partido: cada uno trata de llevar las cosas hacia su lado. Si el árbitro es un profesional, pita lo que ve, que es lo que creo que hacemos los jueces, ser profesionales y poner lo que nos ha convencido. Y para las factibilidades están los recursos. Si un juez se equivoca otro lo enmienda después, pero yo creo que lo importante es la profesionalidad, saber aguantar las presiones e ir a lo que te dan las pruebas, no a lo que el ambiente pueda pedir en determinados momentos.

–A la justicia se le pide cautela, pero fuera de un juzgado no paran de traspasarse los límites. ¿Se hace algo al respecto?

–Es que estamos en una sociedad cambiante en la que hay informaciones al momento, medios on line, medios muy baratos de conseguir información y el juez no se preocupa de esa parte, se preocupa de acertar, de formarse, de estudiar, de leer y al final es una batalla entre David y Goliat.

–Usted dice que no hay incentivos para los jueces, pero llevar este tipo de casos ¿cómo afecta a la carrera de un juez?

–Me afecta desde el punto de vista familiar, enfermedades que vas cogiendo por hacer esfuerzos y por meter muchas horas. Supongo que pasa a todo el mundo en otras profesiones, nada especial que no le ocurra a gente normal en otras profesiones en las que de repente les tocan asuntos que les desbordan, respecto a la formación que ellos tenían y ahí es donde te afectan en todos los campos. Le tienes que decir a tu mujer que te tienes que quedar a trabajar más, a los niños que este fin de semana no podemos salir porque tengo que escribir dos cosas y a tu cuerpo le pides más horas que las que puede aguantar. Al final te va afectando.

– Y profesionalmente, ¿compensa?

–Desde los 24 años yo me metí en juez por vocación, no por dinero, ni por nada parecido. Entonces, haber tenido la satisfacción de haber llevado asuntos muy importantes, como otros compañeros que han llevado también asuntos muy importantes. Es algo que a ti, personalmente, te satisface mucho, sí.

–Ha cambiado la instrucción por la apelación, con su experiencia no se ha planteado dedicarse a la docencia y advertir a los jueces del futuro lo que les espera.

–Nada que enseñar. Yo aprendo mucho todos los días, precisamente de los jueces de abajo, que son los que se enfrentan jurídicamente al problema a lo bestia, sin nada. Yo a veces veo algún error en el juez de abajo, porque tengo la suerte de que el juez de abajo ha dado su primera opinión. Es más fácil para mí criticar que crear. Lo difícil son las bases judiciales, los jueces de instrucción. Yo estoy muy enamorado de esa profesión, pero ahora ya tengo una edad y tengo que hacer otras cosas. Pero no estoy para dar clases, estoy para trabajar en cadena. Si la policía lo hace bien, el juez instructor y el fiscal lo hacen bien, luego el juicio saldrá mejor y si el abogado aporta sus líneas de defensa, al final tenemos una perspectiva muy amplia para acertar. Este es un trabajo en cadena.

–¿Y este trabajo en cadena ha ido mejorando o faltan medios aún?

–Yo creo que los jueces de ahora ya tienen mucha más información, van a la escuela judicial en Barcelona y en las oposiciones tienen muchos conocimientos jurídicos. Además ellos añaden ahora cosas técnicas que nosotros no habíamos estudiado. En el tema de las nuevas tecnologías nadie te enseña como funciona una inteligencia artificial y al final te lo tiene que ir cogiendo en tus ratos libres para prepararlo. Los jueces nuevos, sin embargo, salen mucho más formados desde el principio y yo creo que están muy preparados para lo que va a tener en la calle

–Participa en estas jornadas con una potencia que habla de la investigación de delitos con tecnologías. ¿Cómo complica el uso de las tecnologías en el ámbito delictivo para la instrucción de un caso?

–Yo creo que no lo ha complicado, al revés, que nos ha dado más certeza. La prueba personal es la que es más manipulable. Sin embargo, los rastros tecnológicos que deja un GPS, un micrófono oculto o una conversación telefónica, siempre son más convincentes. Por lo tanto, bienvenida la tecnología.

–Entonces ha sido favorable tanto para el tema delictivo, como para los medios judiciales.

–Tiene la parte mala que también los delincuentes usan la tecnología para delinquir y engañar, como es toda la delincuencia informática y a través de internet, pero también tenemos la parte contraria de que nosotros también usamos la tecnología para descubrir esos delitos, por lo cual es una cosa incambiable ya. Cuanto más nativo digital es la persona, más acostumbrado estar a usar esas técnicas y por lo tanto más las usa

–Por lo tanto, ¿está cambiando la forma de delinquir?

–Obviamente.

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