Opinión

Elogio del conocimiento

Todavía quedamos generaciones nacidas durante la represión de la Dictadura Franquista que podríamos justificar nuestra ignorancia argumentando que sabemos aquello que quisieron enseñarnos y por tanto hicieron de nosotros; pero eso no es cierto en su totalidad, pues no obstante y por ello he empleado el condicional “podríamos” (que significa circunstancia o condición), pero no fue la generalidad y hubo quienes con astucia y arriesgándose supieron sortear tamaño peligro.

Aunque enseñanza y aprendizaje son inseparables y el resultado de tal simbiosis es el conocimiento, esa mutua dependencia no asegura el mejor resultado, pues éste, el conocimiento, depende de factores compartidos como son la capacidad y la voluntad por ambas partes, la del educador y la del educando. En cualquier caso la transmisión del conocimiento se produce a través de la función docente (transferencia del conocimiento) donde son necesarias la pericia del que enseña y la avidez del que aprende.

Hasta aquí parecería que conocemos el proceso en la transmisión del conocimiento (capacidad-voluntad, que daremos por supuesto), pero eso solamente no ha resuelto nunca la totalidad del problema de la supervivencia, una supervivencia que condujera a la mejora de la vida expresada en mayores cotas de felicidad. Para resolver los problemas y sobre todo para adelantarse a ellos ha sido necesario preguntarse “QUÉ DEBO SABER”, y enseguida aparece otra pregunta que pone límite a la primera: “QUÉ PUEDO SABER” porque a lo mejor no siempre hemos sabido lo que deberíamos saber …. Y entre ese “ qué debo y qué puedo” ha discurrido y discurre la Historia humana. Y como soporte imprescindible de esta circunstancia ahí ha estado y está la naturaleza que nos acoge con su aire, con su tierra y con sus mares …. Lo único tangible que nos sustenta; ella es la madre que “amantísima” nos proporciona todos los recursos, aunque eso de “amantísima” debe tomarse como un recurso de personificación, pues le atribuimos a la naturaleza propiedades humanas; en cualquier caso amor que por nuestra parte no siempre es correspondido.

Es el ser humano el único observador y partícipe que es consciente de su propia evolución: desde la célula primigenia (LUCA) siguiendo el proceso de la taxonomía zoológica mediante un ingenioso proceso de generación y multiplicación celular, diferenciada y especializada en las diferentes funciones, que en una extraordinaria sinergia componen los múltiples sistemas y órganos hasta llegar al Homo Sapiens actual (hombre sabio) dotado de relativa inteligencia, facultad que le permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea de la realidad que lo rodea y de sí mismo …. Todo un privilegio que lo diferencia rotundamente del resto de los seres vivos (tiene como sustancia el conocimiento).

Los animales sólo resuelven su problema, que es la supervivencia; el ser humano (desgraciadamente algunos, no), además, se hace preguntas: unos y otros contemplan el firmamento estrellado, porque tienen ojos, pero sólo los humanos se preguntan por qué tintinean y se mueven las estrellas. El gato no acude presuroso hacia la hierba o la ramita que se mueve, por curiosidad, sino que presupone que allí encontrará un animalillo que forme parte de su dieta (siempre busca un “para mí”). El humano no se conforma con ese “para mí” y observará el fenómeno con curiosidad porque “necesita” saber el origen, la causa de aquello que acontece y que llama su atención, de aquello que perturba el orden….

El hombre no se conforma con observar y vivir la realidad; necesita y persigue insaciablemente descubrir el supuesto misterio que oculta la existencia y la vida. Ya, desde la más tierna infancia, el niño rompe el juguete o su muñeco y busca curioso en sus entrañas el origen de su movimiento …. aquello que lo personifica y anima.

Para el animal es el instinto la base de su supervivencia; para el hombre es el conocimiento; así es que siendo la libertad de pensamiento la condición suprema para el conocimiento, pensamiento y conocimiento son los que llevan a la sociedad a reconsiderar sus inquietudes y modificar, según las circunstancias, su orden de importancia. Y ya hace mucho tiempo que es el conocimiento traducido a ciencia, el que pone al hombre en disposición de conocer su identidad, sus límites y a orientarlo hacia el futuro. Pero es la complejidad humana la que influye para que incluso la ciencia no sea la panacea que suprima todas nuestras inquietudes aunque, de momento, debemos concluir que es la razón natural y su derivada la ciencia quienes sostengan nuestras esperanzas.

Creo que tuvimos la suerte de que en el siglo XVII René Descartes descubriese la subjetividad humana como una verdad permanente y que desde entonces el hombre, ese ser desvalido y dirigido por Dios, dejó de estarlo y decidió tomar en sus manos el rumbo de su vida y ser responsable de sus acciones y omisiones. También descubrió que pensar justifica la existencia, así que vivir es pensar y por tanto quien no piensa no vive …. Por tanto no dejar que se piense libremente o inducir a que se piense mal, es decir, hacerlo torcidamente tergiversando los conceptos es el mayor de los crímenes porque perturba, confunde , incluso destruye el elemento fundamental del hombre, que es su conciencia, aquello que lo individualiza, lo dignifica y significa como humano.

La intención de todo lo anteriormente escrito debe tomarse como un preámbulo y justifica la necesidad de que los ciudadanos, en su circunstancia de vivir en un régimen democrático, deben ser sumamente exigentes con sus deberes, pero también, y muy especialmente, con sus derechos; y para eso es necesario un grado suficiente de conocimiento (entendimiento, inteligencia y razón natural) y eso se consigue fundamentalmente mediante el estudio. Pues está claro que la ignorancia de los votantes en una democracia pone en peligro la seguridad de todos. Estamos viendo con vergüenza cómo cada Gobierno de nuestra nación culpa a su antecesor y así elude su compromiso de dar soluciones a los problemas, que es para lo que fue votado. Así el permanecer en la ignorancia y conformarse con la beneficencia y consentir que el gobernante lo haga mal supone una complicidad soterrada que nos debe llenar de vergüenza; y esa situación es la principal estrategia de los gobiernos populistas….

Hoy en día no hay excusa para la falta de conocimiento; y en la presente generación de jóvenes hay un alto porcentaje de fracasos escolares consentidos (incluso por las propias familias) y esos chicos serán votantes sin criterio, mediatizados por cualquier propaganda interesada.

Vemos como, sin ningún pudor, la estirpe política de nuestro tiempo, acostumbrada al manejo de las masas como rebaño, al que seduce con el señuelo de su retórica, está demostrando su ineficacia día tras día en el desarrollo de las funciones prometidas: el fracaso de la gestión económica y social, traducido en el endeudamiento público; cada día más deuda pero estancados en sueldos miserables ( la mitad que el resto de Europa); La atención sanitaria descuidada, con la desafectación y huida de los profesionales más válidos que se evidencia con huelgas constantes…. Huelgas que se generalizan en sectores fundamentales como son la industria, la agricultura y la ganadería.

Eso sí, mantenemos a un montón de políticos en todos los niveles parlamentarios: diputados, senadores, consejeros, directores generales, observadores …. “intermediarios conseguidores”, cargos en los que se camufla y ampara a un sinfín de desaprensivos carentes de la mínima moral y escrúpulos. Fijémonos en los órganos judiciales que no dan abasto a juzgar casos de corrupción gubernamental. Así estamos el puesto 14 de los 27 que conforman la Unión Europea, “un honroso puesto en el escalafón”.

Lo lamentable es que una parte de esa sociedad política, la agradecida por sus circunstancias, a la que se ha comprado su benevolencia, esos privilegiadamente situados en el escalafón económico, permanecen cómplices e indiferentes ante la tragedia …. (como siempre).

Cierro este artículo con una sentencia (acertadísima) del dramaturgo irlandés y Premio Novel de Literatura en 1.925, George Bernard Shaw :

“Los políticos y los pañales, deben ser cambiados con frecuencia …. Ambos por la misma razón”.

¡ Por favor …. no dejemos que nadie piense por nosotros mismos, es lo más peligroso…!

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