En una buena parte, debemos el nivel democrático de Ceuta a nuestra triste historia de despotismo y opresión previa reciente y a los acontecimientos derivados de ser frontera natural con Marruecos. Al hablar de democracia deseo hacerlo en un sentido más amplio y humano, y no solo con el reduccionismo habitual con el que todos solemos utilizarlo al referirnos a la representación del poder del estado. Quiero hacerlo siguiendo las claves que el gran pensador norteamericano Walt Whitman dejó en su obra “perspectivas democráticas”. En este sentido, es necesario aclarar que las esencias democráticas que nuestro mencionado autor trata, se refieren más a las potencias del hombre como ser humano integrado en una sociedad que a la reducción de la democracia a un sistema de gobierno elegido por el conjunto de la soberanía popular.
Por eso, para Whitman la democracia era el lugar común donde necesariamente las masas se podrían ir refinando, combinando puestos de trabajo con aficiones edificantes y de ellos nacerían grandes pensamientos, descubrimientos científicos y sentimientos artísticos hasta llegar a generar espíritus excelentes que se erigirían ellos mismos en obras de arte. En definitiva, un refinamiento social generado en una verdadera democracia para mayor gloria, en el caso de Whitman, de los Estados Unidos. Lo que verdaderamente me emociona del pensamiento utópico de este brillante pensador de ímpetu democrático es la cadena de acontecimientos que presenta a modo de evolución natural de un sistema humano en constante progreso. A saber, el ser humano dedicado a los nobles empeños se sensibiliza y sensibiliza a la sociedad a la que pertenece y con el natural pasar del tiempo se generan hombres excelentes que son la guía esencial y moral desde el mutuo acuerdo y el respeto y nunca guiados por un sentimiento de estúpido servilismo o pusilanimidad.
Observando los acontecimientos sociales y políticos que se suceden hoy en día se nos puede hacer muy difícil vislumbrar el encaje que la filosofía del pensador norteamericano podría tener en nuestras sociedades, no obstante su perspectiva general se hace muy necesaria a la vez que imposible. Intentando comprender el significado de todo este entramado de perfeccionamiento lo que hacemos es aplicarnos sobre cómo mejoraría nuestra percepción de la realidad en nuestra querida ciudad, en Ceuta. Una gran historia de muchos siglos nos contempla, quizá su mayor patrimonio junto con el mar, que por cierto está indisolublemente ligado a su historia, pero está sumida en una mediocridad vital de la que no será nada fácil despegarla.
La espontaneidad del arte popular se aprecia en diversas manifestaciones que suelen terminar en coplas, disfraces y muchas más expresiones de júbilo y diversión con bastante gracia y salero; las reuniones de acuarelistas son también frecuentes y ver personas con cámaras sacando instantáneas de la ciudad algo bastante habitual especialmente durante la semana santa. Ya tenemos también bastantes, amigos de la cuchara, romerías de santos y restauraciones de nuevas cofradías y muchas obritas de teatro para entretener e innumerables representaciones musicales a lo “scala en ifi” que organizan las asociaciones de vecinos. Todo esto y mucho más, con o sin subvención municipal, responde a una democratización de la cultura y popularización de la expresión ciudadana más espontánea.
Dar rienda suelta a la voluntad popular asistida por la democracia era quizá parte de una asignatura pendiente y que la democracia ha dado cumplida respuesta. Pero no de verbenas, desternillantes representaciones y comilonas saldrán los espíritus inquietos que necesitamos para elevar nuestra cultura y conocimiento hasta otras cotas más elevadas. Y es en este punto, dónde este artículo se une al anterior sobre el “fachadismo cultural” incidiendo que falta impulso culturizador que llegue al meollo del desarrollo de la sensibilidad; la promoción de la cultura desde las familias y la repartición dinámica de las infraestructuras culturales y los apoyos que se necesitan. Expandir solidaridad democrática para recibir sensibilidad a cambio y enaltecer la cultura ceutí; el modelo opuesto es la concentración de infraestructuras culturales que están semivacías e incrementan el elitismo social y el distanciamiento de unos barrios con respecto a otras. Tamaña empresa, sobre todo la de incidir en las familias, sabemos que puede ser bastante ingrata pero los resultados se tendrán que ver a largo plazo y podrán ser modestos pero no despreciables. Las obras de arte brillan por su ausencia con pocas excepciones y los artesanos ocupan el lugar de los artistas pues los responsables políticos son personas sin criterio en casi todo menos en la unión con su partido y en la lealtad a su presidente. Lo más irónico es que como se partía de un páramo desierto en la acción política cultural estamos seguros de que la historia oficialista ensalzará a algunas personas como grandes benefactores de la gestión cultural ceutí.
Esperemos que haya mentes más despiertas y largas que hagan el análisis en su justo término trascendiendo al sectarismo inevitable que preside la acción de los partidos políticos en nuestras Europas democráticas a la que Ceuta pertenece. ¿Cuándo se dejará de lado tanta faceta funcionarial y se trascenderá a los límites estrictos del territorio ceutí?, los artistas y los hombres de conocimiento bien podrían elevarse por el norte de África buscando inspiración para sus ensayos o sus obras, solo algunos acuarelistas he podido observar con esta dedicación. Para cuando se interesará alguno por la antigua lengua amasiz o por lo mucho que queda por descubrir en cuestiones antropológicas, sociología e idiosincrasia, ¿querrá alguien ir más allá de Ceuta, justamente para servir mejor a Ceuta y engrandecerla con sus aportaciones?. Ya no quedan Antonios Ramos y Espinosas de los Monteros, pero a excepción de ilustres ceutíes, ya desaparecidos, nadie parece interesarse por tan importantes personajes que intentaron siempre elevar las capacidades de Ceuta y sus ciudadanos. La mayoría de las producciones intelectuales ceutíes están circunscritas al territorio ceutí y necesitamos artistas, científicos y hombres del conocimiento en general decididos abrirse al mundo africano.
Sobran provincianos reaccionarios con miedo hasta de sus sombras pero que se aplican con sumo perfeccionamiento al control y siega de las almas creativas antes de que florezcan. Todo antes de quedar a la sombra de cualquiera. El destino de Ceuta es el español pero el norte de África es todavía una fuente de inspiración en muchos sentidos del conocimiento y nuestra ciudad está enclavada en uno de los lugares primordiales para recibir y ofrecer influjos. El otro gran acervo ceutí es el mar, se podría extraer muchas lecciones artísticas y científicas de este rico y misterioso medio líquido que nos circunda y nos nutre en muchos sentidos espirituales y no solo físicos. Pero como todo lo demás choca con el desdén cuando no con la mediocridad más absoluta en su difusión. En definitiva, para alcanzar más altura espiritual (al margen de lo estrictamente religioso) es necesario la elevación moral de la sociedad a través del refinamiento y el cultivo de las artes y del conocimiento en general. La dilatada historia de esta ciudad podría ser fuente de inspiración para novelistas y pensadores literarios pero se prefiere más el ensimismamiento y la falta de originalidad. Hoy en día más allá de los oportunismos vacacionales o las obras superficiales no existen apenas obras de ciencia natural que traten con profundidad ningún tema de relevancia, téngase en cuenta que el norte de Marruecos continúa siendo un territorio poco estudiado y divulgado.
En Ceuta, esa posibilidad de elevación debe venir por la desbordante curiosidad que nos lleve hacia las fronteras más inexploradas en contraposición con la península ibérica, a través de nuestra historia y de las relaciones con las tierras del norte de África y con el mar. Pero para todo esto y mucho más no bastan las apuestas oficialistas culturales sino que necesitamos mucha más espontaneidad que surgirá del desparpajo de los barrios si se les dan oportunidades, nunca de la masa de ciudadanos egotistas y aburridos que solo desean consumir y mirar a la península como la meca de todas sus aspiraciones en los puentes o los fines de semana.
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